¡¡¡ Todos al carretón !!!

Villarrasa/Todos al carretón. Sin remisión ni perdón. A llenar la alpaca de estocadas; a lamerse las heridas de tanta penitencia como le dejaron al tendido con tan mal entendimiento con los aceros. Al carretón, todos, por funestos estoqueadores.

A la remisión de penas por lo que muletas y capotes lograron cuajar ante tanta buena embestida. Ángeles y demonios con telas y aceros. La lógica de un paseíllo lleno de juventud.

Llegó casi a la luz de las candelas. Cuando la luna se había hecho fuerte y el relente alimentaba el pertinente enfriamiento el villalbero Cristóbal de Lara culminaba sobre el albero de Villarrasa una de las faenas más completas y lucidas de una entretenida, y aun así, larga tarde de toros.

Un cartel con cinco nombres toreros de Huelva inscritos  donde se anunciaban además las reses de Aguadulce y Aristrain. A cada cual mejor dentro de ese encastado, bravo y noble encierro de erales como material para expresarse cada cual a su gusto y entender. Tarde cargada de buenas formas toreras por parte de casi todos los actuantes. Esas formas que mantiene el toreo de Parra, la confirmación de oficio y excelente toreo de David Ramírez, el largo camino que le queda a Panita para empezar a coger cadencia y acierto en su quehacer, la superación de El Cano y la sincera verdad de Cristóbal de Lara.

Siguen entusiasmando la desnuda verdad con la que torea ese ‘veterano’ del escalafón sin caballos que es Raúl Parra. Siguen gustando la impronta de ese muletazo que se hace artista en el trazo y llega hasta el final.

Ese muletazo que al natural viajó de forma perfecta como base de la actuación de Raúl, quien entendió distancias y colocación como las mejores armas para trazar una faena llena de mucha enjundia. No mató con presteza pero tal como fue la tarde desde el palco suena un poco cruel ese silencio con el que se saldó hacia el palmerino el primer acto de la tarde.

A nivel de todo, David Ramírez triunfó. Puso la mejor entrada que le cabía al festejo, cuajó un soberbio inicio capotero y mostró después en la muleta mucha firmeza y gusto ante otro buen eral de Aristrain. Otra vez ese saber ver las condiciones del oponente y pisar el terreno que poco a poco le fue ganando a base de quedarse quieto y templar con los engaños por ambos pitones. Y aunque lució bien por ambos, fue la diestra la que puso forma y rotundidad a la brillante actuación de Ramírez. Solidario con sus compañeros de cartel por el funesto manejo de los aceros, paseo una legítima oreja tras rematar el segundo acto de la tarde.

Un bravo, exigente y enrazado eral de aguadulce desnudó ese poco oficio que por lógica posee Panita a lomos de los educados caballos de Andrés Romero. Tan educado como anduvo el tendido con un chaval al que le asoma inexperiencia y mucho más en ese difícil quehacer que es el rejoneo donde manejar terrenos, caballo y toro a un tiempo termina siendo exigente. Llegará con el tiempo. Sí le urge a Panita asimilar entre tanto desparpajo el respeto a la lidia y al palco. Las orejas que no se merecen, se tiran y en paz. Después, la gloria para seguir aprendiendo con humildad. Tiene gente buena e importante a su lado como para aprender bien y debe aprovecharlo.

Otro buen eral llegó tras ese ecuador del festejo. Lució El Cano en esa sensación de entrega al límite que siempre expresa ante la cara del animal. Creo que es difícil encontrar tanta honestidad por superar dificultades y encontrar esa forma de conexión que termina atándole al respeto del tendido. Evidente que ayer mostró evolución en su quehacer muletero y aunque acabó perdido entre la espada y no rematar rápido, deja una agradable sensación su toreo ante un nobilísimo eral.

En el límite de tantas cosas buenas del encierro ese quinto de la tarde hizo honor al dicho y se mostró como el más completo, por hechuras y juego, de todos. Metía la cara con entrega total y remataba un viaje largo y templado. De Lara supo verlo y entenderse con él en un trasteo tan serio y honrado como vibrante. Inicio de rodillas en el platillo de la plaza, llevando y toreando la nobleza y vibración de esa embestida que después le dejó mostrar impecables maneras por sendos pitones en esa labor que expresó estética y buenas formas. El espadazo lleno de honradez y entrega amagó con ser punto y final. Solo amagó. Más la demora no fue causa como para derrumbar la voluntad del palco y con dos orejas se marchó en solitario por la Puerta Grande.