Los científicos alertan de la frágil salud del planeta
La capa de ozono, mejor que en los últimos años a pesar del aumento de emisiones de CO2
A pesar del alarmismo con el que se hacen públicos ciertos estudios seudocientíficos sobre el cambio climático, lo cierto es que el contenido atmosférico de la capa de ozono ha aumentado en los últimos años, si bien de forma muy leve. No es cuestión de lanzar las campanas al vuelo dado que el agujero que cada primavera austral se detecta en la Antártida continúa siendo una amenaza latente para la biosfera desde que en 1958 la comunidad científica alertara de este problema medioambiental.
No se trata de que el ser humano haya revertido la situación. De hecho, el científico José Manuel Vilaplana resaltó que las previsiones primigenias apuntaban a que la reducción de emisiones de CO2, derivadas de la puesta en marcha del protocolo de Kioto y Montreal, no tendrían un efecto que se dejase notar a tan corto plazo, más aún después de que China y otros países en desarrollo aumentasen sus emisiones. De momento, dijo, "hemos constatado que la generación de ozono está siendo más rápida de la que apuntaban las previsiones, sobre todo en las latitudes medias". Por tanto, esta recuperación de la salud del planeta "se atribuye, principalmente, a cambios en la circulación de calor a nivel planetario" que contribuyen a la regeneración de la capa de ozono.
El doctor Benito de la Morena recordó que esta regeneración puede verse coartada por condicionantes naturales. "Se prevé que en esta década aumente la actividad volcánica mundial", lo que generaría un gran número de gases de efecto invernadero que multiplicarían la destrucción de ozono. Aun así, detalló que es necesario que el ser humano aplique todas las medidas correctoras que tenga en su mano para amortiguar los efectos nocivos de su presencia en la tierra.
Cabe destacar que los análisis del ozono presente en las capas altas de la atmósfera se vienen realizando desde hace tan sólo 25 años, por lo que es imposible discernir de forma fehaciente su evolución en tan corto espacio de tiempo, más aún ante la inviabilidad de cotejar los datos con épocas pasadas. Sin embargo, puntualizó, "aún desconocemos en qué grado la tierra es capaz de regenerar su atmósfera y, por ende, debemos de actuar con responsabilidad ante las generaciones futuras".
Los científicos suelen ser muy comedidos a la hora de interpretar o hacer cábalas sobre este tipo de datos. Su objetivo último es la certidumbre y ofrecer datos incontestables, por ello De la Morena sentenció que "aquellos que hablan de lo que ocurrirá en el año 2099 no son científicos, sino futurólogos".
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