Duarte Fernandes: al rejoneo le ha nacido un nuevo ídolo
Toros
Andrés Romero y Duarte Fernandes, con dos orejas y rabo, cuajan lo más brillante de la tarde de rejones en Cartaya.
Dos orejas cortaron Lea y Leonardo y una Paulo Jorge Santos
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Cartaya/Al rejoneo le ha nacido un ídolo. Un ídolo joven, portugués, pero vistiendo a usanza típica campera. Un ídolo capaz en los tiempos venideros de hacer que la gente pague por verle, de ilusionar en la plaza con su toreo. Duarte Fernandes fue el gran descubrimiento del pasado año en la vuelta de los toros a Cartaya y este año desde luego ha confirmado todo aquello que se le dio en tal ocasión. Triunfo rotundo del joven rejoneador portugués con un epílogo brillante sobre la tarde de rejoneo que ayer vivió Cartaya desde otro rotundo lleno en el tendido.
No ahonde el lector en profanar mi gran desconocimiento sobre el caballo ya sea puesto sobre el albero o en cualquier otra circunstancia. Lo confieso, técnicamente jamás seré capaz de evaluar lo que un hombre hace y exige a un caballo mediante términos técnicos, pero sí les digo que después de mucho tiempo garabateando crónicas que alguien tan joven tenga la capacidad de convencer por valentía, dominio del escenario, técnica, pasión en su toreo y toda una batería de cualidades profesionales qué más debiera obedecer a un mayor tiempo en el oficio, después de todo eso, lo que sí puedo afirmar es que al rejoneo le ha nacido alguien capaz de alborotar a la masa de un tendido.
Poso de madurez
Después de todo eso a la crónica solo le cabe rendirse a la brillante faena de un Andrés Romero al que da gusto ver torear y estar a caballo. Del notable conjunto de erales que mandó Yerbabuena no fue precisamente el cuarto de la tarde el mejor de ellos.
Frente a su carácter trotón y con poca fijeza, terminando además algo rajado durante su lidia, a Romero no le costó sin embargo encontrar los resortes donde corresponder a ese patrimonio de palmas por Huelva que solo él gozó cuando saltó a la plaza.
Por ello la faena de Andrés debe contarse desde ese equilibrio que caballero y cuadra han encontrado para disfrutar y hacer disfrutar del rejoneo. De moverse en esa templanza donde hay menos rapidez y más poso en cada embroque. Hay en cambio más temple en todo ese colocar, hacer suertes y salir de la cara y eso lo encontró perfectamente el de Escacena frente a uno de los novillos menos propicios de ese encierro de erales mínimos que Yerbabuena lidio ayer. Visto el calibre de los trofeos que llevaba la tarde, los máximos trofeos se antojan justos y legítimos.
En ese camino de acierto se debate la faena de Lea frente al quinto del festejo, un eral que tuvo temple en su embestida y garra a la hora de emplearse. Parar templar y rematar, tres cualidades tan básicas en cualquier lidia y con las que Lea afianzó ayer una muy buena faena en la tarde. Remataba bien la francesa las tandas y en momentos culminantes de su labor supo enganchar a la cola de su jaca la notable embestida de este quinto de la tarde . Todo a pedir de boca, todo puesto a favor de un tendido que estaba con ella. Todo tan equilibrado hasta desequilibrarse; hasta que un par fuera de sitio dejó una faena venida a menos. Costó rematar y al final dos orejas dejan poso de premio.
Leonardo dio por entero esas señas identitarias de su rejoneo; pasión aferrada a una buena monta y suertes que remontaba pureza en muchos momentos. No era nada fácil ese tercer eral por la condición de andar presuntamente algo fastidiado de la vista lo que no le llevaba a terminar el embroque hasta el final.
Moura Caetano había cuajado con solvencia su faena al buen eral de Yerbabuena. Sobrado de oficio y con las armas que da la técnica y el tiempo el portugués salvando ese primer rejón mal colocado cuajó una faena de bastante mérito para el espectador. Técnica y prestancia a lomos de una buena cuadra que se vino a enfriar por un mal uso de los aceros.
Solventó con recursos el veterano Paulo Jorge Santos la papeleta que le exigió un bravo y completo eral. No hubo virtud en la cercanía del embroque y el pasaje se llenó de voluntad y derroche de ganas por afianzar faena. La mezcla se salva con un oficio que deja imágenes buenas a este primer acto pero en absoluto lo llenan al completo.
El palco, nada cruel con los de a caballo, vino a decantar varias categorías de trofeos. A saber: trofeo por haber venido, trofeos por si acaso y trofeos venga vamos a dárselos.
En otro ámbito más exquisito están las dos orejas y rabo de Romero y Duarte Fernandes.
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