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Niebla/Es un proceso normal que, al perder su función defensiva, construcciones como castillos o fortalezas sean poco a poco fagocitadas por el caserío de las ciudades donde se sitúan. Y esto precisamente es lo que ha sucedido en el Castillo de Niebla, una de las edificaciones fortificadas más importantes de la provincia de Huelva, construida en el siglo XV sobre la base de otras por Enrique de Guzmán, Duque de Medina Sidonia, uno de los personajes más poderosos de la época en lo que es actualmente Andalucía.
Esta colmatación por las viviendas de los espacios de un castillo, o el aprovechamiento de sus muros y otros elementos estructurales, suele tener según los expertos dos consecuencias principales, y totalmente opuestas. Por una parte la aceleración de su destrucción, y por otra, como ha sucedido en buena parte de la barbacana del Castillo de Niebla, su conservación, especialmente en el caso del interior de las cámaras que la integran.
Dichos espacios, en Niebla, se han salvado de una desaparición casi segura gracias a que fueron aprovechados, durante siglos, para las estancias de las viviendas que, hasta hace poco más de un año, ocultaban lo que se ha puesto ahora en valor tras la intervención realizada en la barbacana por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, la cual fue inaugurada el pasado día 24 de marzo por la titular de dicho departamento, Patricia del Pozo.
Huelva Información ha hecho esta semana un viaje a las entrañas de dicha obra, en la que se ha invertido 1,03 millones de euros en el marco del proyecto ‘FORTours: Fortificaciones de Frontera’, financiado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder). Y lo ha hecho de la mano de una de las personas que mejor la conocen: Miguel Ángel Tabales, que además de profesor de la Universidad de Sevilla ha sido el director de la intervención arqueológica.
Con él ha recorrido este periódico el área objeto de los trabajos de restauración: desde el interior de las cámaras que se distribuyen a lo largo de la barbacana, hasta la liza -espacio actualmente diáfano que separa este elemento defensivo de lo que es el castillo en sí-, haciendo uso para los desplazamientos del adarve -o paseo de ronda- desde donde el visitante tiene la oportunidad de disfrutar, gracias a la reciente conclusión de los trabajos y apertura al público del recinto, de una inéditas vistas tanto del casco urbano de Niebla, como del resto del impresionante conjunto fortificado iliplense.
A lo largo de este mágico paseo por el edificio y por su interesante historia, Tabales ha ido narrando algunos de los secretos mejor guardados de una intervención que para él, "a pesar de lo que se ha adelantado, es sólo el principio de todo lo que queda por hacer aquí".
La visita se inicia en la puerta original de recinto fortificado, situada en la cara oeste de la barbacana y que, hasta antes de la intervención, había permanecido oculta en una vivienda [hasta ahora se había accedido al castillo por un hueco provisional situado en la esquina de las caras sur y oeste].
Lo primero que encuentra el visitante son unos paneles explicativos, donde llama la atención una reproducción virtual del Castillo de Niebla a finales del siglo XV, justo después de su construcción. Es una imagen "muy fidedigna de lo que fue", señala el arqueólogo, "puesto que en relación al castillo se conserva prácticamente todo, sobre todo a nivel estructural, si bien no sucede lo mismo con la torre del homenaje, ahora desmochada, y que sabemos que fue altísima, más del doble de lo que se conserva".
Mirando dicha imagen, Tabales explica que en la actuación "hemos recuperado la barbacana interior, -por estar dentro del casco urbano de Niebla-, en contraposición con la exterior, que da a la carretera y que se encuentra bastante bien conservada tras las numerosas restauraciones realizadas en el siglo XX".
Para Tabales lo más importante ha sido la recuperación de la volumetría básica de la parte visible de la barbacana, incluida la puerta original. Y es que, según añade, "hasta hace poco más de un año este elemento arquitectónico que rodea perimetralmente al Castillo estaba colmatado por las edificaciones del caserío urbano, que la habían ido fagocitando y que finalmente han sido eliminadas".
Se ha recuperado aproximadamente un centenar de metros del muro mayor -la cara sur- a lo que se suman aproximadamente la mitad de los muros este y oeste, incluido en este último la puerta original. "Desde el punto de vista de la volumetría -detalla el profesor- el puzle está ahora completo, a pesar de que esto no ha hecho más que empezar". Además, añade, la obra ha servido para incorporar salas expositivas con contenidos renovados sobre la historia y la importancia de la fortaleza.
Otras dos cuestiones importantes que ha puesto de relieve la actuación, a juicio de Miguel Ángel Tabales, han sido en primer lugar la constatación del perfecto estado de conservación de la mayoría de las cámaras de las torres de la barbacana, con sus bóvedas, cámaras de tiro y saeteras; y en segundo lugar la comprensión del sistema de acceso, ya que "sabíamos dónde estaba la puerta original, pero por ejemplo no que tenía un gran matacán de defensa entre las dos torres que la flanquean".
El profesor Tabales explica finalmente que otro de los grandes valores de esta intervención ha estado en el "escrupuloso respeto por parte de la Junta de los procesos necesarios en una obra de este tipo: primero estudios arqueológicos, después proyectos arquitectónicos y finalmente control de las obras, lo cual garantiza una restauración lo más científica y digna posible de lo que en su día fue este castillo, situado en un municipio que, desde la Edad Media, ha sido enclave central para la historia de toda la región.
De ahí que la edificación que vemos ahora se construyó sobre un castillo islámico, que se sitúa a su vez sobre una fortificación romana, la cual fue edificada sobre restos tartésicos y de la edad del Bronce Final -siglo octavo antes de Cristo-.
Entre las sorpresas que se han llevado los investigadores durante la intervención destacan la constatación de la existencia en su día de un foso perimetral extramuros de la barbacana. Para Miguel Ángel Tabales "aunque se sospechaba que éste existía, no sabíamos hasta qué punto podía estar mejor o peor conservado, resultando que los cortes arqueológicos realizados nos ha permitido determinar no solo su existencia con total claridad, sino sobre todo que se encuentra en perfecto estado".
Se trata de un elemento que aún falta por recuperar, que "dará mucho más empaque, si cabe, a algo ya de por sí espectacular desde el punto de vista histórico y patrimonial" y que la Junta tiene la clara intención de acometer en el menor plazo posible.
El segundo elemento importante se encuentra en el espacio interior entre la barbacana y el castillo -o liza-, y se trata de los restos de una antigua noria de agua construida a principios del siglo XVI, que estuvo en uso durante mucho tiempo y que como fruto de la reciente intervención también ha sido clarificada y liberada de estructuras de viviendas.
Según el arqueólogo "lo que quedaba de ella era solo un muñón de piedras, un profundo pozo y unos arcos", a lo que añade que "tras un profundo estudio hemos podido concluir que se trata de una noria con unas características muy interesantes por ser de eje lateral y no perimetral, que es lo habitual".
"Lo que hemos hecho ahora ha sido limpiar la zona, documentar, e instar a la Junta a acometer una recuperación didáctica de todo el sistema de la noria, de lo cual nos consta que hay interés en un plazo no muy lejano", concluye Tabales.
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