Las exhumaciones en las fosas comunes del cementerio de Nerva alcanzan ya las 120 víctimas del Franquismo
El hallazgo de ataúdes junto a restos de cuerpos obliga a los arqueólogos a dar una nueva estimación por debajo del medio millar ofrecida en un principio
Nerva/120. Este es el número que a día de hoy alcanzan las exhumaciones realizadas en las fosas comunes del cementerio de Nerva, las más grande de la España rural. Los trabajos comenzaron el 20 de mayo de 2019, año y medio después de proceder a la apertura de las fosas, donde los expertos calculaban que podrían encontrarse los restos de más de medio millar de represaliados del Franquismo. Sin embargo, el hallazgo de numerosos ataúdes, en niveles inferiores, junto restos de represaliados ha hecho que el equipo de arqueólogos dirigido por Andrés Fernández realice una nueva estimación por debajo de las primeras.
Fernández aclara que, “cuando realizados los estudios con el georadar descubrimos varios niveles con los que nos íbamos a encontrar, pero lo que no sabíamos es que iba a llegar un momento en el que nos íbamos a topar con ataúdes junto a restos de víctimas, como está siendo el caso en estos últimos niveles”.
Los restos que han ido apareciendo conforme avanzaban los trabajos de exhumación presentan evidentes signos de violencia. Junto a ellos han aparecido proyectiles de fusil y casquillos de bala de pistola corta. Las suelas de los zapatos de algunos sujetos han aparecido junto a los cráneos de sus compañeros, lo que indica que fueron arrojados a la fosa de cualquier manera, unos boca abajo y otros boca arriba.
Entre los últimos objetos hallados junto a los restos de las víctimas, el arqueólogo Cristóbal Alcántara destaca varios pendientes y medallitas religiosas, así como gemelos para las mangas de las camisas, mecheros, y proyectiles, casi uno por víctima, tanto de pistola como de fusil. “No es tan habitual encontrarse en otras fosas con los objetos que estamos encontrando en la de Nerva”, subraya.
El trabajo de exhumación es especialmente complejo en las fosas nervenses por la degradación que presentan los cuerpos expuestos durante más de 80 años a la acidez del terreno minero, a lo que se suma la disposición en forma de apiñamiento que presentan los mismos y los diferentes niveles en los que se encuentran.
Ahora, el trabajo de los arqueólogos se ha visto dificultado por el hallazgo de los ataúdes que ha obligado al equipo a revisar los libros de enterramientos de la época. “Hemos podido confirmar enterramientos con ataúd anteriores y durante la guerra civil. Por este y otros obstáculos con los que nos hemos ido tomando desde que iniciamos los trabajos, Nerva es, con diferencia, el trabajo más complejo al que nos hemos enfrentado. Para mi supone un reto conseguir sacar los cuerpos con todos estos obstáculos”, aclara la historiadora y arqueóloga Maribel Brenes.
De los estudios antropológicos realizados a los esqueletos exhumados en Nerva hasta ahora, se desprende que todos corresponden a personas fallecidas por muerte violenta, y que en torno al 20% de los restos rescatados corresponden a mujeres, porcentaje que supera con creces la media andaluza.
La antropóloga, María de la Rubia, encargada de determinar el sexo y la causa de la muerte de los restos hallados hasta el momento, coincide con sus compañeros en la complejidad de los trabajos realizados en las fosas de Nerva. “No es normal el número de mujeres que estamos encontrando aquí, como tampoco lo es el ensañamiento con el que trataron a algunas víctimas que llegaron a recibir hasta seis impactos de proyectil en las cervicales y el cráneo. La acidez del terreno y la disposición de los cuerpos también ha dificultado sobremanera el trabajo. Sin duda, es el caso más complejo de todos a los que nos hemos enfrentado hasta ahora”, destaca.
El alcalde de Nerva, José Antonio Ayala, ha alabado, una vez más, la profesionalidad con la que trabaja el equipo de arqueólogos dirigido por Andrés Fernández, que también lleva otras exhumaciones en otros puntos de la provincia onubense, como el de la vecina Minas de Riotinto. “Lamentablemente no podemos decir lo mismo de la Administración regional, que ni está ni se la espera. Afortunadamente, seguiremos contando con la ayuda del Estado para sacar adelante estos trabajos, así como de la Diputación. No pararemos hasta dar una digna sepultura a estas víctimas”, aclara.
En julio del año pasado, la Universidad de Granada recepcionó las muestras óseas de los restos exhumados hasta ahora, así como las tomas biológicas realizadas a medio centenar de familiares de represaliados por el Franquismo durante la guerra civil española, para su cotejo y posterior identificación. Aún se está a la espera de los resultados.
En Nerva se sitúa el enterramiento común más grande de los 120 contabilizados en Huelva, la segunda provincia con mayor número de fosas de su región. Se trata de la mayor fosa común documentada en una zona rural de España. Se encuentra en el interior del cementerio municipal y ocupa prácticamente todo el muro de la fachada principal, de extremo a extremo, con más de 200 metros cuadrados, a excepción de la puerta de entrada que divide a la fosa.
Hechos históricos
En Nerva, la barbarie comenzó a finales de agosto de 1936. La localidad minera permanecía sitiada por las tropas sublevadas a la II República y aislada del resto de municipios de la provincia de Huelva. Hacia el mediodía del día 26 se daba cuenta de la rendición del pueblo, sin la más mínima resistencia, con la única intención de evitar cualquier derramamiento de sangre. Sin embargo, por la tarde comenzó una represión que se prolongó durante meses y finalizó con más de un millar de personas de la zona desaparecidas, según apuntan diferentes investigaciones.
Según el último estudio presentado por los investigadores de la zona, Alfredo Moreno de Minas de Riotinto y Gilberto Hernández de El Campillo, en forma de publicación literaria, las víctimas contabilizadas entre 1936 y 1939 en diferentes registros documentados rondan las 1.000 para toda la Comarca, siendo los nervenses los más castigados con 336 víctimas, seguidos de riotinteños y campilleros con más de 200. En ‘Memoria Vindicada. 1936-1939’, los autores realizan un pormenorizado estudio basado en fuentes documentales, aunque podrían llegarse a contabilizar decenas de víctimas más que, según testimonios orales, quedaron al margen de cualquier registro oficial.
Los sucesos acontecidos en la localidad minera fueron de tal crudeza que, aún hoy día, 86 años después, es difícil de afrontar por parte de los familiares de las víctimas. La inmensa mayoría de ellos desconoce si sus antepasados se encuentran en la doble fosa común de 223 metros cuadrados ubicada tras los muros de la fachada principal del cementerio municipal.
Las secuelas de aquella represión no solo fueron físicas, también psíquicas: el temor a nuevas represalias caló hasta los huesos en una población que, paralizada por el miedo, vio con impotencia como se anulaba por completo el carácter reivindicativo de sus gentes. Tuvieron que pasar más de 30 años para ver resurgir esa valentía minera en forma de organizaciones políticas y sindicales de corte clandestino; más de medio siglo para empezar a hablar, no sin cierto recelo, sobre todo lo ocurrido; y casi nueve decenios para atreverse a reivindicar la identificación y la recuperación de unos cuerpos a los que arrebataron su identidad.
También te puede interesar
Lo último