La fotografía de ‘La Niña del Piporro’ en la Galaroza de 1932

Tradiciones

Divulgan una imagen histórica de la fiesta de ‘Los Jarritos’ que demuestra los caracteres culturales de la mojada cachonera

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Detalle de 'La Niña del Piporro' (1932). / Archivo Tristancho Lieva
Antonio F. Tristancho

03 de septiembre 2024 - 13:10

Galaroza/La celebración de Los Jarritos sobrepasa las connotaciones de cualquier mojada de las que han proliferado en los últimos años para combatir el calor. Su raigambre cultural y patrimonial está fuera de toda duda, convirtiéndose a lo largo de los años en una manifestación etnográfica e identitaria de Galaroza.

Una nueva prueba de esta valía puede observarse en una fotografía que data de 1932 y que pasa por ser la más antigua imagen de la fiesta de cuantas se han divulgado hasta la fecha. La ha dado a conocer la Asociación Cultural Lieva, tras una investigación realizada en diversos archivos y publicaciones.

Imagen de la fiesta también de 1932 Foto Emilio R. Beneyto. / Archivo Tristancho Lieva

El hallazgo de un álbum de fotos que revela costumbres y lugares de la localidad y La Sierra fue fundamental para reconstruir la historia de la foto. En un foro de antigüedades, se descubrió un cuaderno con una lujosa encuadernación en piel verde y la inscripción “Recuerdo de la Exposición Ibero-Americana Sevilla”. Lo que llamó la atención a la asociación serrana fue que aparecían algunas menciones a zonas serranas.

Se trata, en realidad, de un álbum de recuerdos de una familia que incluye las fotos del verano que pasaron en Galaroza. Así, aunque algunas imágenes no pueden descifrarse por falta de datos, otras sí que aportan un hilo visual sobre esta población en los años treinta del siglo pasado.

Los Jarritos a mediados del siglo XX. / Archivo Tristancho Lieva

Además, hay un contenido que ha permitido datar en parte esta colección. Se trata de una postal que una tal Jacinta envía a su prima, Ángela Pérez Martín, el día 3 de enero de 1932 desde La Laguna (Tenerife). El texto era, en realidad, una felicitación por el nuevo año a su prima Angelita, en respuesta a la que recibió desde Galaroza, pero introduce su deseo de un feliz año, “en el que podamos reunirnos para renovar aquellos agradabilísimos días del de el año 30”.

Con este y otros textos, se ha podido identificar a la familia receptora de la misiva, siendo la destinataria Angelita ‘la de Roque’, que ejercieron la profesión comercial durante muchos años en Galaroza. En las páginas se van recogiendo fotos de la familia, de rincones, de niños, de estancias en otros lugares, y de diversas localidades serranas.

Los Jarritos según el artista José Antonio Ortega. / Archivo Tristancho Lieva

Una de las más significativas es la que recoge la fiesta de Los Jarritos, tal como se celebraba antiguamente. Está fechada en 1932, y supone la más antigua imagen que se ha divulgado hasta la fecha. En el archivo de Emilio Rodríguez Beneyto existe una fotografía tomada probablemente el mismo día, aunque más borrosa, al ser una copia; en todo caso, tampoco se había divulgado hasta el momento.

El original de esa segunda foto ya había sido donada al archivo de Lieva por parte del recordado Manuel Antonio González, colaborador de la entidad. No obstante, no incluye todos los detalles de la imagen que ha sido publicada ahora.  

Rasgos definitorios de la Fiesta

Porque uno de los méritos de la foto que lanza Lieva es recoger los principales rasgos que definían antaño a Los Jarritos. Además, estas características coinciden con el discurso que se ha venido explicando sobre el origen de la fiesta.

Fue el propio Rodríguez Beneyto quien expuso en su libro ‘Aspectos históricos de Galaroza’, editado en 1986, la teoría de que el nacimiento del evento tuvo mucho que ver con el paso por Galaroza de los alfareros de la Tierra de Barros extremeña, camino de la romería en honor a la Reina de los Ángeles. La celebración de esta peregrinación el día 8 de septiembre en la Peña de Arias Montano hacía aconsejable descansar en el camino, y aprovecharían su estancia en Galaroza para vender sus productos cerámicos.

De esta forma, exponían sus cacharros en la Plaza de los Álamos y los vecinos y vecinas se aprovisionaban de orzas, cántaras, piporros, lebrillos y otros utensilios indispensables para la vida diaria de los pueblos.

Allí, entre bromas y probaturas en la cercana Fuente de Doce Caños, habría surgido una fiesta ya centenaria. Este hilo conductor se aprecia, en efecto, en la fotografía publicada, en la que se localiza el lugar céntrico del pueblo donde se instalaban los puestos, a la gente comprando cacharros, los ‘jaces’ de paja para proteger los productos y otros detalles de interés histórico.

El más importante de ellos es la figura de unos niños en primer plano, que parecen estar mirando al fotógrafo que captó la instantánea. Una de ellas, está retratada haciendo el gesto propio de la fiesta, soplando por el extremo grueso del piporro para que saliese el agua por el pitorro o extremo más fino.

La chiquilla ha sido bautizada como ‘La Niña del Piporro’, ya que condensa los elementos definitorios de esta fiesta acuática cultural.  

Los Jarritos en la actualidad. / Archivo Tristancho Lieva

Otros elementos de la mojada

Con estas peculiaridades se celebrará la fiesta este año, como siempre, el día 6 de septiembre. El horario oficial es el tradicional, de 9.00 a 15.00 horas, aunque a su término, se seguirá la diversión en bares, corrales o campos cercanos.

El Ayuntamiento de Galaroza ha sabido apreciar la importancia de la fotografía, y la ha incluido en el cartel anunciador de la fiesta de este año. Además, se divulgará la investigación a través de diversos canales de comunicación, y el jueves 5, víspera de la fiesta, se proyectará un audiovisual con imágenes de los últimos veinticinco años de Los Jarritos. Antes, habrá taller de decoración de piporros y de construcción de barcos.

Continuarán mostrándose el resto de elementos de la celebración, al menos los más actuales, con el cubo haciéndose dueño y señor de la mojada, sustituyendo al piporro original. El aspecto gastronómico quedará cubierto con las tradicionales migas con sardinas y otras viandas de la tierra, ofrecida por bares y colectivos como la Hermandad de la Divina Pastora.

Los hábitos continuarán vigentes, con continuas idas y venidas a la Fuente de Doce Caños a por agua para mojar a las personas durante la fiesta. Los familiares gritos de “¡¡¡Aguaahí…!” reflejarán el ansia y el fervor con el que los cachoneros se toman este día. Otros cánticos señalarán a aquel que venga “¡¡¡Seco!!!” con el objetivo de que se integre en igualdad de condiciones en la fiesta.

Las diversas formas de mojar, uno de los aspectos estudiados por antropólogos como Pedro A. Cantero, distinguirán entre aprecio, indiferencia o rabia, con el peculiar ‘latigazo’ que requiere una depurada técnica de manejo del cubo.

Las reuniones de amigos vestirán sus respectivas camisetas conmemorativas, ofreciendo colorido a la plaza, especialmente los jóvenes, que han incluido aspectos propios de su generación, como el baile y la música hasta altas horas.  

La extensión de la mojada a otras zonas del pueblo refuerza el carácter global y colectivo de la fiesta. Pocos lugares como Galaroza, que cuenta con más de cuarenta fuentes y manantiales en su término municipal, ofrecen la posibilidad de contar con agua en cualquiera de sus rincones para continuar mojándose.

Por ello, hay que mencionar también su apartado ecológico, ya que los cachoneros dan gracias a la Naturaleza por haberle regalado numerosos surgimientos y acuíferos, con los que han forjado una cultura agrícola y rural de gran valor.

La vertiente erótica, indiscutible en una celebración de este tipo, destaca con un amplio catálogo de siluetas mojadas, que antaño despertaron sensaciones reprimidas. De hecho, algunos quisieron prohibir la fiesta en algunos momentos, afortunadamente sin conseguirlo. Hoy, la igualdad ha llegado también a este apartado, ya que a las chicas que eran sumergidas en el pilar para rendir homenaje a su belleza, se unen ahora también chicos que son llevados por ellas para esta inmersión.

Otra mención netamente histórica es la carrera de barcos en ‘la regaera’, acequia que surca las calles del pueblo. Allí se celebra una regata denominada ‘Fernández de Landa’, en homenaje al primer ingeniero naval español, nacido en Galaroza. La ‘regaera’ recibe la mañana del día 5 una flota de naves elaboradas de forma artesanal por numerosos niños y niñas en un taller municipal, además de los viandantes que a diario refrescan sus pies en las frías aguas que van desde el manantial hasta las huertas de hortalizas y frutales.

En definitiva, la más importante fiesta cultural del agua vuelve a descubrir un sinfín de sensaciones que los cachoneros transmiten hacia las aguas. ‘Los Jarritos’ se ha convertido en una gran mojada colectiva y una de las celebraciones más singulares y entrañables de Andalucía. Junto a su aspecto lúdico y festivo, el acontecimiento mantiene elementos etnológicos muy acentuados, además de encerrar un arraigado sentimiento de todo el pueblo hacia el agua.  

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