Gente de aquí y allá: Alejandro Pérez Vallés, conócete, acéptate y supérate

Es director del departamento de Ingeniería Eléctrica y Térmica, de Diseño y Proyectos de la Universidad de Huelva

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Alejandro Pérez
Alejandro Pérez / M.G.
Fernando Barranco Molina

13 de enero 2025 - 07:00

El otro día asistí a una comida de la Universidad de Huelva con muchos compañeros profesores y, uno de ellos, vino a saludarme, pero yo no lo conocía o, mejor dicho, no me acordaba de él. Era un chico joven y me dijo que era su primer año como profesor, pero que se acordaba de mí porque yo le di clases de Topografía y que ahora ya era ingeniero. Eso mismo le pasó a Alejandro, que hoy ya es el director del departamento de Ingeniería Eléctrica y Térmica, de Diseño y Proyectos.

Alejandro nació en la provincia de Sevilla, en el romano pueblo de Basilippo, hoy conocido como Arahal o El Arahal, por cuyas calles discurrió su vida hasta que su padre, profesor de instituto, se cansó de que el niño pequeño de la familia no estudiase ni quisiera estudiar y lo mandó interno a varios colegios, entre ellos a los Agustinos Recoletos de Guadalajara que, con su lema Conócete, acéptate, supérate, lograron “meterlo en verea”, como decimos por aquí.

Él, al igual que Juan Ramón Jiménez, vino al mundo el 24 de diciembre, por eso el poeta se hacía llamar “el niño Dios” y Alejandro decía que él vino a este mundo cuando nadie lo esperaba ya. Tiene dos hermanos mayores, una chica que es logopeda y un chico que es uno de los más cualificados y reconocidos ornitólogos del mundo. Y él, que era el pequeño, no quería estudiar, pero una vez que terminó el bachiller quiso hacer Formación Profesional, porque eso era distinto, estudiaba, pero tocaba lo que veía en los libros, es lo bueno de la FP. Tanto es así, que cuando terminó su formación, animado por su padre, decidió matricularse en Ingeniería Técnica en la Universidad de Huelva, concretamente en la Escuela Politécnica de La Rábida, lo que le dio la vida por el buen ambiente de estudios que allí se vivía. De hecho, allí conoció a una encantadora compañera de Extremadura que se vino también a estudiar aquí la misma carrera y que terminaría siendo su mujer, María José, a quien también tengo el gusto de conocer.

Alejandro es un tipo genial, muy pragmático y muy servicial. Yo lo he conocido ya ocupando puesto directivo en la escuela, porque él terminó la carrera brillantemente y con matrícula de honor y, como en la universidad se avecinaban buenos tiempos, iban a ser necesarios muchos profesores, por eso se sacaron oposiciones para muchas plazas de asociados y él sacó una a tiempo completo y hoy ya es el director de nuestro departamento de Ingeniería Eléctrica, Térmica, de Diseño y Proyectos, cargo que lleva a las mil maravillas y donde yo ocupo un puesto de profesor honorario junto a su equipo.

Hoy es un gran profesor, dicho por sus alumnos. Es muy didáctico y se lleva a sus discípulos a visitar los más importantes museos de ciencias y tecnología. Por ejemplo, fue con ellos a Múnich, a ver el Museo Leonardo da Vinci en Milán, al Museo de la Electricidad de Lisboa, al célebre Museo de las Ciencias de Valencia, o al Parque Tecnológico de las Ciencias de Granada. No es de extrañar que sus alumnos lo adoren.

Alejandro se siente muy feliz en Huelva y me cuenta que cree que jamás podrá devolver a esta ciudad todo le ha dado. Yo lo digo que sí, que ya sin él darse cuenta se lo está devolviendo con su trabajo diario, enseñando y formando a toda una juventud onubense y que además, por su forma de ser y de enseñar, sus alumnos lo recordaran siempre. Pero él me insiste en que desde que llegó a Huelva solo le han sucedido cosas buenas. Aquí encontró a su pareja, María José, con la que luego se casó y tuvieron dos hijos: María, que va camino de ser una gran médica por la pasión que pone en sus estudios en la Universidad de Valladolid; y su hijo Gonzalo que, siguiendo también el lema de su padre y de San Agustín, Conócete, acéptate y supérate, llegará a ser lo que se proponga. Además, aquí en Huelva se hizo ingeniero, encontró trabajo tanto él en la universidad como su esposa, que es profesora en un centro de FP.

Y para no cansar más a mis queridos y agradecidos lectores, dejo aquí esta breve semblanza de mi entrañable amigo Alejandro que, gracias a tener unos padres ejemplares y conocer a Mará José, los pilares fundamentales de su vida, es una gran persona, un gran trabajador y un magnífico compañero y amigo de sus amigos.

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