El hombre que se enfrentó a la Seca
Francisco Volante ha frenado la enfermedad recuperando las especies animales que se habían perdido en sus dehesas · El ganadero dice que es fundamental conservar el equilibrio entre aves e insectos
Francisco Volantes tiene sus fincas de El Alcornocal y Alcornosilla como un vergel. Son 50 hectáreas de encinas y alcornoques en el término municipal de El Cerro de Andévalo que parecen haber creado una burbuja que frena la voraz Seca, esta plaga lleva décadas asolando la dehesa onubense y la del resto de la península.
Las dehesas del Andévalo están en uno de los focos más castigados por la Seca, que también ha causado estragos en la Sierra, el Condado y Doñana. Una plaga que ha afectado a 216.000 de las 240.000 hectáreas de la provincia y que viene destruyendo en la península una media de 1.500 hectáreas al año.
Este hombre, de campo, confiesa que se le caían las lágrimas cuando veía las encinas ennegrecerse y caer al suelo de un año para otro o, incluso, en unos meses. Más que ponerse a buscar soluciones a lo que creía irremediable, se marcó el firme propósito de recuperar la vida que, desde niño, conoció en los campos familiares. Aves e insectos habían desaparecido o quedaban de forma testimonial, "en el campo había silencio y eso significa muerte", explica.
Su propósito le ha llevado a encontrar una forma de ayudar a los árboles afectados por la Seca a recuperarse. El proceso comienza por colocar nidos de pájaros para atraer a las aves insectívoras que, normalmente, han poblado las dehesas de su pueblo. Empezó con dos cajas de nidos, que el primer año no tuvieron inquilinos. Lejos de desanimarse, insistió y el segundo año logró que anidaran dos parejas de herrerillos, con 7 crías entre ambas. Quince años después sigue colocando nidos fabricados por él mismo y ayuda a sus vecinos a hacer lo mismo, "sólo cobro lo que cuestan las pajareras", señala.
Francisco Volante explica que la solución contra la Seca pasa por devolver al ecosistema del bosque mediterráneo su hábitat natural. Este se ha ido perdiendo con el paso de los años. A su juicio, una combinación adecuada de pájaros insectívoros, abejas, avispas y murciélagos ayuda a mantener el equilibrio natural que desde siempre ha existido en las dehesas de su pueblo.
Este argumento, simple sobre el papel, no lo es tanto en la práctica. Volante ha pasado años observando y haciendo un seguimiento concienzudo de los nidos y colmenas de su fincas, hasta sacar conclusiones claras. En un cuaderno de media cuartilla anota cualquier incidencia, la especie que habita, las crías... "Tampoco hay que pasarse todos los días, pero un par de veces cada dos o tres meses, es conveniente", dice. Es por eso que Volante sale siempre con una vara de casi tres metros en la mano para bajar y subir los nidos de las encinas.
Estima que para empezar a recuperar cualquier finca se tienen que colocar 1 o 2 nidos por hectárea. Esto es suficiente para empezar a facilitar el anidamiento de pájaros y murciélagos, además, hay que tener colmenas y favorecer la aparición de avispas y arañas. "Todo depende de la masa foliar de los árboles" porque la naturaleza no es matemática pura, apunta Volante.
En su finca tiene claros ejemplos del trabajo que ha desarrollado durante los últimos 15 años. Muestra zonas donde apenas asoman media docena de tocones de árboles que se perdieron con la Seca, "los corté todo lo que pude porque me ponía malo al verlos. En esta zona los árboles estaban tan juntos que en verano todo era una sombra". No es la única zona donde se instaló la Seca, afectó a más partes de la finca. Volante quemó los troncos que quedaron devastados por los agentes que causan la enfermedad y conservó todo árbol que consideró que no estaba completamente perdido. En la finca quedan algunos troncos ennegrecidos con tallos verdes que empiezan a tener bellotas gordas y hermosas. Todavía se pueden ver los surcos que traza el gusano del cerambyx welensii, uno de los insectos que los científicos han identificado como causante de la Seca junto al hongo phytophthora cinnamomi.
Francisco Volante conoce a estos dos protagonistas, "han estado aquí toda la vida". Incluso tiene disecado un ejemplar adulto de cerambyx, un escarabajo. "Creo que los árboles más débiles son víctimas fáciles de ambos, cuando el resto de las especies que los controlaban, sus depredadores naturales, han desaparecido. Yo, lo único que he hecho ha sido tratar de recuperar el equilibrio entre especies, la naturaleza por sí misma hace el resto", apunta. "La naturaleza está deseando que le echemos una mano", añade.
Según su experiencia, el equilibrio está en contar con un 80% de distintas aves insectívoras como el herrerillo común, capuchino, el trepador azul, el carbonero común, el agateador común o el gorrión molinero; entre un 5 y un 10% de murciélagos, que son los depredadores nocturnos; y en una proporción similar las abejas y avispas. Estas especies junto a la localización diseminada de puntos limpios de agua y una gestión ganadera adecuada de las dehesas, hacen el resto.
Sobre las podas, Francisco Volante señala que "muy pocas veces he visto a mis mayores podar las encinas, siempre se ha dicho que el árbol es capaz de hacer una poda natural". E insiste en que para estos bosques mediterráneos es importante contar con una buena masa foliar, "espesa y abundante, que caiga hacia el suelo para que sea el mismo árbol el que cree su propia protección para evitar el estrés hídrico durante las temporadas Secas".
Francisco Volante, que forma parte de los productores ganaderos del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE), ha mantenido entrevistas con los científicos que estudian la Seca. Probablemente sus puntos de vista estén en la misma línea, aunque a Volante le apremia el tiempo. La Seca es una carrera de fondo y él no se quedará sentado a esperar una actuación reglada porque "éste es mi medio de vida", concluye.
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