Jesús Fuentes Delgado, ilustre abogado y mejor amigo

Gente de Aquí y Allá

Su padre falleció pronto y aprendió el oficio de abogado de la mano de los amigos de su progenitor, entre los que destaca a José María de Prada

Justo Cuesto Ramos, buen director bancario y amigo de sus amigos

Jesús Fuentes Delgado. / M. G.

Primero conocí a su abuelo, Manuel Fuentes Domínguez, nacido en el bonito pueblo de Moguer, al que tan unido estoy. Era procurador de los Tribunales y tenía su despacho profesional en la Plaza de las Monjas, en una casita de dos plantas donde hoy se ubica la central bancaria La Caixa. Esa casita junto al Banco de España aún la veo en algunas fotos antiguas de Huelva que me envían. Como su abuelo era muy amigo de mi padre, recuerdo que en algunas ocasiones me decía que fuese a ayudar a don Manuel Fuentes a su oficina. Y allí iba yo durante mis vacaciones y con eso practicaba escribiendo a máquina. Mi padre no quería que ni yo ni ninguno de mis hermanos perdiésemos el tiempo y de esa forma no estábamos por la calle.

Luego conocí a Jesús Fuentes de Blas, notable letrado, también muy buen amigo de mi padre, hijo de don Manuel y que llegó a ser presidente del Puerto de Huelva. Recuerdo algunas discusiones sobre política con mi padre en las que le decía, “Fernando, aunque tú seas militar, el mejor ministro de Defensa no tiene por qué ser militar también, un buen abogado puede ser un gran ministro para el ejército”. Y al poco tiempo Adolfo Suárez nombró al abogado Agustín Rodríguez Sahagún ministro de Defensa que, efectivamente, fue un gran ministro. Qué razón tenía el padre de mi gran amigo, el ilustre abogado del que me ocupo hoy.

A Jesús Fuentes Delgado lo conocí porque me encargó un trabajo profesional de una finca que quería para que yo hiciese un plano y un informe para un pleito, que por cierto ganó, porque ya apuntaba maneras de buen abogado. Y desde entonces, contándole yo los antecedentes que conocía de sus familiares, nos hicimos grandes y buenos amigos, amistad que hoy perdura y que ya es para siempre.

Además, más tarde, se casó con Elena, una de las encantadoras hijas de mi gran amigo, el notable aparejador Fernando García de Soto; y de su esposa Rosario Camacho. De Elena me hablaba su padre en las largas charlas que teníamos cuando aún ella estaba estudiando su carrera. Me encantaba hablar con Fernando porque era muy culto y muy ameno y me contaba muchas cosas de la historia de Huelva que yo desconocía. Recuerdo que algunos miembros de la familia Montenegro, descendientes de don Francisco, aquel célebre ingeniero director del Puerto de Huelva que tantas cosas hizo por la ciudad, me preguntaron por el lugar de nacimiento de tan insigne señor, dato que ni ellos mismos conocían; y yo me puse a indagar y leer datos de su biografía, pero no lo llegué a saber. Pero con una simple llamada a mi buen amigo Fernando, enseguida me contestó que había nacido en Jerez de la Frontera. Daba gusto hablar con él, pues era muy entretenido.

La abuelita de Jesús Fuentes Delgado era una señora sobria y castellana, del pueblo segoviano Otero de los Herreros, en la sierra de Guadarrama, muy cerca del macizo conocido como “la mujer muerta”, llamada así por una leyenda romántica que recae sobre aquella montaña. Sus otros abuelos, sin embargo, eran andevaleños, igual que su madre, Mercedes Delgado. Jesús se siente muy orgulloso de sus antecedentes y lo lleva muy a gala.

De pequeño estudió sus primeras letras en La Milagrosa, y después la EGB en el Colegio Nacional de Prácticas, para posteriormente pasar a estudiar el bachiller el en Seminario Diocesano, y no por vocación, me aclara él, sino porque era y es un buen colegio y sus padres lo creyeron oportuno para la educación de su hijo. Los dos últimos cursos los hizo en el buen Instituto La Rábida, de nuestro Conquero. Y finalmente, y esta vez sí por vocación, se fue a Sevilla a estudiar la carrera de Derecho.

Son cuatro hermanos y todos viven en Huelva dedicándose a la profesión libre. Comparte despacho profesional con algunos de ellos. Él lleva muchos asuntos bancarios a la Caja Rural del Sur, que es una de las pocas empresas genuinas puramente de Huelva.

Le tocó hacer el servicio militar, nada más y nada menos que en Galicia, en el costero pueblo de El Ferrol. Una vez acabado, se incorpora al despacho profesional de su padre, que desgraciadamente falleció muy pronto, cuando aún su hijo no contaba con suficiente experiencia. Pero afortunadamente contó con la ayuda y las enseñanzas de algunos abogados amigos de su padre, entre los que él quiere destacar a José María de Prada, al que le tiene un gran cariño, respeto y admiración, a la vez que agradecimiento por lo mucho que le ayudó y enseñó.

Jesús tiene tres hijos: Ana, Jesús y Fernando. Los dos mayores ya están estudiando fuera de Huelva y el menor es muy pequeño todavía, pero él se siente muy orgulloso de los tres hijos tan listos que tiene. Y es que salen a sus abuelos, a los que yo conocí bien y, efectivamente, eran muy listos, igual que también lo es mi amigo Jesús.

A él siempre le ha gustado mucho jugar al golf, pero en estos momentos, entre su intensa vida profesional y su vida familiar, con un niño tan pequeño, lo ha tenido que dejar. Lo que no deja es de salir de nazareno en la Semana Santa de Huelva. Y no es que sea ningún forofo, pero lo hace por tradición familiar.

Al igual que con sus antecesores, con Jesús también da gusto hablar por su cultura, educación y amenidad. Hace unos días hemos desayunado juntos en una terracita del centro de Huelva y me contó una simpática anécdota del famoso físico y premio nobel, Albert Einstein, que no cuento aquí para no cansar al lector, pero quien esté interesado, cuando lo vea por las calles de Huelva, siempre elegantemente vestido, que le pregunte a él, que se divertirá.

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