Jorge Fernández Varela: Estupendo profesional y empresario

Gente de aquí y allá

Jorge siempre fue un buen estudiante desde su etapa en primaria, al igual que después en el bachiller y posteriormente en la Escuela de Peritos Industriales de Cádiz

Gente de aquí y allá: Ignacio Cartes Aquino, arquitecto, profesor y escultor

Jorge Fernández Varela. / M.G.
- Miembro de la Academia Iberoamericana de La Rábida

04 de noviembre 2024 - 05:00

Huelva/Lentamente y, siempre sonriendo, se acerca todas las tardes a la cafetería de la calle Ancha, donde un grupo de amigos hacemos una tertulia para comentar los asuntos cotidianos de nuestro Recre, de nuestro pueblo y de nuestro país. Son temas muy variopintos sobre los que cada uno expone sus puntos de vistas y, desde luego, debo decir que la opinión del amigo Jorge es siempre muy certera y respetada por todos, porque es el mayor de nosotros y siempre se ha dicho que la veteranía es un grado.

El bueno de Jorge nació la bonita localidad de El Puerto de Santa María, en la Bahía de Cádiz, en 1944, pueblo precioso que me ha gustado siempre visitar por tener tantos monumentos interesantes, conventos, iglesias, la plaza de toros y, por supuesto, su rica gastronomía, además de que algunos de mis ancestros procedían, por parte materna, de ese lugar.

Jorge siempre fue un buen estudiante desde su etapa en primaria, al igual que después en el bachiller y posteriormente en la Escuela de Peritos Industriales de Cádiz. Tanto es así que enseguida fue llamado para impartir clases de Tecnología en el Instituto Laboral de su localidad natal.

Pronto empezó a ejercer como técnico en instalaciones eléctricas, navales e industriales, en una empresa importante del sector, Electrotécnica Andaluza. Se especializó en reparaciones e instalaciones navales, trabajando en varias empresas gaditanas y portuenses, hasta que fue llamado desde Huelva para los mismos menesteres en Electro Naval S.A., donde durante algún tiempo ejerció como director técnico, hasta que le salió su vena emprendedora y montó su propia empresa en nuestra ciudad, Eléctrica del Atlántico S.A., a la vez que se hizo profesor en la Escuela Náutico -Pesquera del Molino de la Vega para dar clases a los aspirantes a patrones y motoristas.

En su amplia vida profesional hizo de todo lo que ha tenido que ver con la electricidad en la provincia de Huelva. Modernizó todas las industrias del polo químico de Palos de la Frontera y de la capital. Realizó el proyecto de sonorización de las Grutas de las Maravillas en Aracena, instaló el sistema de megafonía en la empresa Aragonesas, Industrias y Energía S.S., en Enagás, Campsa, Foret, Minas de Almagrera y muchas más que no voy a citar porque, como ya he dicho en otras ocasiones, no estoy haciendo un currículo de mi amigo Jorge, sino simplemente una breve semblanza de su vida profesional y humana y además no quiero nunca aburrir a los lectores, que pacientemente nos leen por saber y conocer a gente que hace o ha hecho cosas por nuestra tierra.

Y aunque todo lo anterior lo tengo que contar, a mí me gusta escribir un poco más sobre su vida familiar, pese a que él me dice que lo único que ha hecho ha sido trabajar, trabajar y solo trabajar. Pero ya veréis como eso no es cierto, pues también ha tenido una amplia trayectoria íntima y digna de tener en cuenta.

Tanto su padre Rafael como sus hermanos nacieron en El Puerto de Santa María y su madre, Georgina, era sevillana. Jorge es el mayor de los hermanos, luego vino Rafael, Clara María, José Ignacio y Agustín. Todos, afortunadamente, viven y en Huelva, además de Jorge, también vive su hermana.

Su padre, igual que él, fue un trabajador nato. Era agente comercial y trabajó en las Bodegas Terry ejerciendo varios cargos, además de ser delegado de Radio Andorra, Radio Peninsular y otras. Era un hombre incansable que no paraba para poder llevar a su casa el sustento para que su familia pudiese vivir bien.

Cuando Jorge tenía 26 años, una edad muy apropiada entonces para casarse, lo hizo con su novia María del Carmen Reynoso Román, una chica gaditana que en el año 1970 lo llevó al altar, precisamente en una de las iglesias más bonitas de Cádiz, la barroca Iglesia del Carmen, que tiene dos preciosas espadañas. Y allí fue donde Jorge dijo que sí vestido con el elegante traje de gala de perito, con su gorra de plato y todo.

Y partir de ese momento, el marido tuvo por una parte que dedicarse a su vida familiar, ya que al poco tiempo su mujer se quedó embarazada de su primera hija y ella quiso estar junto a su madre en Cádiz para dar a luz mientras él ya estaba viviendo en Huelva. Así que el bueno de Jorge hizo muchos kilómetros en esa época, pasando por el famoso “cruce de las cabezas”, que llegó a conocerlo hasta con los ojos cerrados.

Él, mientras tanto, trabajaba en Huelva y se quedaba a vivir en el Hotel Los Condes de la Alameda Sundheim y en sus ratos libres se dedicaba a buscar piso para traerse a su esposa y a su niña pequeñita, que ya hoy esta afincada en nuestra ciudad, donde estudió y trabaja. Su segundo hijo también es gaditano por deseo de su madre, pero el tercero es huelvano de pura cepa, porque nació en la Clínica San Vicente de la Plaza de San Pedro, debido a la amistad que Jorge tuvo con el doctor don Anselmo Botello.

Hoy, una vez jubilado, le gusta disfrutar de sus nietos, oír la radio y estar informado. Y le pasa lo mismo que a mí, que ve poca televisión y pasa todo el tiempo que puede en Punta Umbría. De hecho, ahora, cuando estoy escribiendo estas letras, aún sigue entre nosotros y sus amigos disfrutamos con su compañía diaria y sus enseñanzas y simpáticas anécdotas, con las que nos ilustra.

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