Un libro refleja las vivencias de profesiones femeninas serranas como apañaoras y asenteras

 ‘Estamos apañás’, de Leonor Fernández, recoge entrevistas a trabajadoras de Galaroza

La Sierra de Huelva contó con una Mancomunidad Turística en los años setenta

Apañaoras en La Sierra. / Tristancho-Lieva
Antonio F. Tristancho

08 de julio 2024 - 07:00

La labor de las mujeres serranas ha sido fundamental para la supervivencia y progreso de estas tierras, desde tiempo inmemorial. En ocasiones, no ha sido puesta en valor como la justicia y la equidad hubieran demandado, quedando su papel infravalorado u oculto por diversas circunstancias. La realidad ha sido que el trabajo de la mujer en las tareas domésticas se veía incrementado por su dedicación a la educación de los hijos y también a su participación en las duras faenas agrícolas.

Además de trabajadoras en el hogar y en el tajo, sus delicadas manos han aportado exquisiteces gastronómicas y artesanías como las textiles, desde el macramé al punto de cruz, pasando por el bordado o el encaje de bolillos.

Algunas profesiones eran, incluso, totalmente femeninas, como sucedía con las apañaoras o las asenteras, cuya importancia recoge la investigadora Leonor Fernández Cañuelo en un libro titulado Estamos Apañás: Oficios y saberes de las apañaoras y asenteras de Galaroza, editado por la Diputación Provincial de Huelva.

La publicación ha culminado una larga andadura que comenzó en noviembre de 2022 como parte de una pequeña investigación financiada por el Ayuntamiento de Galaroza, pues, en opinión de la autora, “era de justicia otorgarle el reconocimiento cultural e identitario a las mujeres que tanto han trabajado en los doblaos de las fábricas y en los campos de Galaroza”. Se refiere Fernández a la dura labor realizada fundamentalmente por mujeres recogiendo las castañas en el castañar y echando asientos a las famosas sillas cachoneras. Para Fernández Cañuelo, “’Estamos Apañás’ es la historia de todas nosotras, de todas las mujeres de los pueblos que han combinado trabajos asalariados sin estar dadas de alta en su mayoría y, por supuesto, con los cuidados de la familia y la casa, ese trabajo que es tan necesario como invisible, porque sin el sustento del trabajo de cuidados de las mujeres, el mundo se caería”.

El libro representa, además, las memorias compartidas y sentidas por mujeres que han desempeñado dos oficios tradicionales identitarios para Galaroza y, en el caso de las apañaoras, para otras localidades serranas.

En el caso cachonero, esta identidad se ve reforzada por la madera de castaño, elemento básico para la apreciada industria de la carpintería, que le ha dado fama fuera de nuestras fronteras.

Las asenteras

El auge de la fabricación de las llamadas ‘sillas de estilo sevillano’ propició la necesidad de mano de obra para fabricar el mueble con enea traída de los márgenes del Guadalquivir. La actividad consagró vocablos propios como la ‘nea’ para referirse a la materia prima, el ‘echao de asientos’ como referencia al empajado o la ‘asentera’ para definir la profesión. Su reconocido trabajo condujo, junto al empuje de los industriales y a otras labores artesanas en las que destacaron torneros y pintores como la saga de los Lobo, a conquistar las ferias de Andalucía y España, ampliando su mercado al extranjero, llegando a Japón, a Puerto Rico y a Milán, y vistiendo la Ópera de Viena.

Las asenteras contribuyeron de forma esencial a esta justa fama de las sillas cachoneras, ofreciendo su delicadeza, agilidad y maestría en la conformación de los asientos. Precisamente de esta palabra viene la denominación del oficio, identificado con las mujeres, que ya era recogido en los censos de población cachoneros de siglos anteriores.

El trabajo era ingrato, como cuentan sus protagonistas en las páginas del libro, con dolores, malos ratos, sin horario estable y teniéndolo que compaginar con otras tareas, entre las que destacaban las propias del cuidado del hogar y la familia.

Hoy, se trata de una ocupación en vías de extinción, al haber cerrado la totalidad de la cerca de treintena fábricas de sillas y muebles de este estilo que identificaron Galaroza y que fueron pilar principal de su progreso. Cuando fallezcan las actuales poseedoras del saber, el ‘echao de asientos’ se habrá perdido irremediablemente.

La recogida de castañas

El castañar es el ecosistema agrícola que identifica la comarca serrana y su paisaje cultural. Uno de sus principales pilares han sido siempre las apañaoras, las jornaleras que se organizaban en cuadrillas para recoger el fruto, habitualmente dirigidas por un hombre.

Además de lo físico y rudo del trabajo, realizado en meses climatológicamente inhóspitos, las apañaoras tuvieron que hacer frente a muchas dificultades, como explican en el libro. Su autora dice que, en este sentido, “se trata de un pequeño ensayo antropológico donde las voces de las mujeres informantes son las protagonistas del discurso en todo momento. Es un espacio donde expresar sus testimonios y hacer un somero análisis sobre la situación de desigualdad estructural que afecta a la vida y los trabajos de las mujeres de Galaroza; esas mujeres que a la vez son portadoras de un universo simbólico, de una sabiduría oral y de un saber hacer que se nutre de la ayuda mutua vecinal, de los espacios de socialización informales y de la sororidad, para transmitirse generación tras generación y constituirse como uno de los pilares de la identidad cultural cachonera”.

‘Estamos Apañás’, según la escritora, es una iniciativa de investigación etnográfica para la promoción cultural y el reconocimiento identitario de las expresiones culturales que pertenecen a las vivencias y la memoria de las mujeres apañaoras y asenteras de Galaroza. La metodología utilizada ha sido el trabajo de campo, la observación participante, las entrevistas en profundidad y los grupos de discusión. En total, han sido nueve entrevistas a mujeres asenteras y apañaroas con edades comprendidas entre los 50 y los 75 años, cuatro entrevistas a informantes clave, hombres y mujeres con puestos de trabajo asociados a la comercialización y reconocimiento de las protagonistas y dos grupos de discusión con mujeres con edades entre los 50 y los 70 años.

En el transcurso del proceso de investigación han aparecido conceptos relevantes, como los de cultura y patrimonio cultural inmaterial, que marcan a una comunidad y que sirven para que sus miembros, en este caso las mujeres que cuentan sus vidas, se reconozcan en un grupo social, en la población a la que pertenecen, aportándole diversidad y riqueza.

El libro mantiene la atención del lector desde el primer momento, y engancha al “profundizar en lo más hondo de la esencia humana, en la capacidad de sobrevivir, de superar adversidades, de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, de tirar para adelante a pesar de las noches desveladas con los hijos e hijas, de las manos cansadas de tanto estirar los cordones de enea, de los cuerpos cansados de agacharse a apañar”, incide la autora.

Las entrevistas están repletas de “sentir compartido, de emociones cargadas de cansancio, de entrega, de cuidados, de mucho por contar, de procesos vitales donde las memorias se vuelven vivas, donde comienza la verdadera cultura, el verdadero patrimonio inmaterial, donde habitan las historias de todas las mujeres de los pueblos que fuimos y somos, donde la experiencia sentida se vuelve cátedra”.

‘Estamos Apañás’ quiere, en palabras de Fernández, “transmitir la experiencia vital de las sin nombre, las apañaoras y asenteras. Y está escrito con mucho corazón, con cariño, con rigurosidad y con ternura. Espero estar a la altura de quienes tanta confianza depositaron en mí. Ellas que tanto tienen que contar, que tanto saben y que, al contarnos sus vivencias personales, tejen una memoria colectiva que permanece viva, que será recordada, escuchada y valorada como se merecen”.

En definitiva, las protagonistas del libro han querido contar sus historias de vida “para que sus hijas y sus nietos tengan la oportunidad de amar sus raíces mirándose en su propio espejo”.

Leonor Fernández Cañuelo nació en Villanueva de Córdoba, y su orientación laboral giró hacia la etnografía aplicada para la creación de espacios y propuestas culturales diversas. Desde su empresa Etnopedroches o desde colectivos como la Asociación Matilde para la Protección e Interpretación del Patrimonio local, impulsa actividades de reconocimiento, identidad y rescate de saberes, tradiciones y oficios que singularizan a las sociedades.

De Estamos Apañás: oficios y saberes de las apañaoras y asenteras de Galaroza se han editado 300 ejemplares, que serán distribuido a todas las bibliotecas de la provincia de Huelva y se podrá adquirir en cualquier librería.

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