Llega el primer Centenario de la Reina de las Romerías serranas de Huelva

La Peña de Arias Montano de Alájar recibe a miles de peregrinos el 8 de septiembre

La fotografía de ‘La Niña del Piporro’ en la Galaroza de 1932

La Hermandad de los Dolores de Aracena hace su entrada en la Romería de 1924. / Archivo Tristancho Lieva
Antonio F. Tristancho

07 de septiembre 2024 - 14:07

Sierra/La Romería en honor a la Reina de los Ángeles que se celebra en la Peña de Arias Montano de Alájar es uno de los acontecimientos más destacados en el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Además de su aspecto devocional, atesora elementos festivos, estéticos, históricos y, sobre todo, de identidad comarcal serrana.

La edición de este año supone el primer centenario desde aquella que se organizó en 1924, por lo que ha habido diversas conmemoraciones a lo largo del año en las que han destacado instituciones como el Ayuntamiento de Alájar o la Real Primitiva y Fervorosa Hermandad Matriz Reina de los Ángeles Coronada y el resto de hermandades filiales, como la Real Hermandad Filial de la Reina de los Ángeles de Aracena.

El acontecimiento que ahora cumple un siglo fue muy destacado, encontrándose numerosas referencias en la prensa de la época. Durante la celebración de la primera Romería el periodista José Andrés Vázquez, nacido en Aracena, compañero de Blas Infante y divulgador del Andalucismo Histórico, consiguió reunir a una importante nómina de periodistas y fotoperiodistas desde la capital andaluza. Galerín, Sánchez del Pando, Dubois, Juan José Serrano y su hermano Ángel Gómez ‘Gelán’, contribuyeron a que las reseñas en las distintas hemerotecas arrojen numerosos datos que pueden rescatarse ahora.

Los Infantes de España llegan a la Romería de 1924. / Santiago González

Las peregrinaciones a La Peña se sucedían desde probablemente tiempos bajomedievales, por lo que no datan del año mítico de 1924. Pero, tras una decadencia en su importancia a partir del siglo XVII según Rodríguez Becerra, el lugar necesitaba ser relanzado como centro de encuentro y recuperar su ascendencia sobre la devoción en la zona. Incluso se creó en el siglo XX una sociedad o Agrupación Pro-Peña, que reunía a diversas personas en el esfuerzo común de exaltar La Peña destacando sus potencialidades naturales y turísticas. Estos antecedentes resultaron fundamentales a la hora de reimpulsar la romería, momento que llegó en 1924 con la organización de la primera romería tal como se conoce hoy en día, alcanzando un éxito inusitado que garantizó su continuidad.

Al parecer, la idea surgió en Higuera de la Sierra, dato que amplía Domingo Fal Conde en el diario Odiel del 4 de septiembre de 1970. El médico y fundador de la Cabalgata de Reyes higuereña aseguraba que el 25 de marzo de 1924, día de la Encarnación, estando celebrándose la Romería en honor de la Virgen del Prado, un grupo de romeros comentaba que en “la Sierra debía de haber una Romería que agrupase a todos los pueblos de la Serranía, lo mismo que lo hay en las marismas con la Virgen del Rocío”. Fue el doctor Rafael Lancha Fal quien lanzó la idea y se acordó que “la devoción que era más general en la Sierra era la de la Virgen de la Peña o Reina de los Ángeles”.

La Reina de los Ángeles procesiona en la Romeria de 1924. / Archivo Tristancho Lieva

El propio Lancha publicó un artículo que lanzó la propuesta y se fueron desarrollando los acontecimientos. Se sumaron el mencionado Vázquez, José Muñoz San Román o el propio Manuel Siurot, aunque el apoyo principal vino desde figuras representativas del poder local en Aracena, capitaneados por Javier Sánchez-Dalp, Marqués de Aracena. Se fijó la fecha para el último domingo de agosto y se consiguió la presencia de personalidades como sus altezas reales los infantes don Carlos y doña Luisa, acompañados de sus hijos.

Se celebró el 31 de agosto, coincidiendo con el fin de semana, para incentivar la presencia de forasteros y veraneantes, participando hermandades y grupos procedentes de diversas localidades serranas. De Higuera de la Sierra acudió la mencionada Hermandad de la Virgen del Prado; la Hermandad de la Virgen del Reposo, de Valverde del Camino; la Hermandad de Nuestra Señora del Puerto de Zufre; la Hermandad del Corazón de Jesús, de Fuenteheridos; la Hermandad de la Santa Cruz, de Galaroza; la Hermandad de la Vera-Cruz y Nuestra Señora del Mayor Dolor, de Aracena; la Hermandad del Patrocinio, de Triana; la Hermandad de San Vicente, de Zalamea la Real, así como hermandades de Jabugo y de Cumbres Mayores, que llegaron acompañados por los Danzantes, quienes bailaron ante la virgen.

Los detalles de aquel acontecimiento pueden verse en publicaciones como ‘La Hormiga de Oro’ de 11 de septiembre o ‘La Unión Ilustrada’ de 14 de septiembre. Algunos medios la denominaron como ‘La Romería de la Sierra’, y describieron las escenas que allí se desarrollaron. Un cronista decía que “no hay allí cabecitas a lo apache ni demás extravagancias ultramodernas. Pañolones a la cabeza; pañolillos de talle; medias serranas, con bordados de colores; mujeres a las que no llegó la civilización niveladora, que todo lo iguala y mata lo típico y tradicional”. También se mencionan cafetines y puestos, con mil clases de pestiños y dulces de la sierra; tenderetes; tiendas de lona o sonidos de gaita y tamboril.

Danzantes de Cumbres Mayores en la Romería de 1924. / Archivo Tristancho Lieva

Se recuerdan los centenares de ex votos que ya se exponían junto al camarín de la virgen, con “vestidos de hombres, mujeres y niños; pobres ropas que son un poema de fe y de gratitud, muletas y bastones, en montón”.

De los danzantes cumbreños se dice que “son ocho, el más joven rebasó ya los cuarenta; el más viejo pasa de sesenta y baila como si tuviera veinte”, y, tras calificar su danza como “primitiva”, alaba su indumentaria y sus complementos, como los imprescindibles palillos y sus largos lazos de colores.

Finalmente, se afirma que la imagen es “la Patrona de los montes y pueblos de aquel rincón serrano, bello entre los más bellos de España”.

De ese mismo año data también la edición de la ‘Monografía de “La Peña” llamada de Arias Montano en la villa de Alájar (Huelva)’, por parte de Manuel Mora Mantero.

Entre las conclusiones que se empezaron a desprender de aquella primera romería podemos destacar la necesidad de que en el futuro se celebrase el 8 de septiembre, coincidiendo con la festividad de la Reina de los Ángeles, o la celebración de concursos y certámenes como el de Fandanguillos de 1925, que ganó Antonio Mantero, y cuya letra quedó inmortalizada en el azulejo del monolito ubicado en el camino de subida a La Peña. También quedó asegurada la cobertura mediática de las siguientes ediciones, de las que queda constancia en publicaciones como ‘Nuevo Mundo’, ‘La Esfera’, ‘La Libertad’, ‘Mundo Gráfico’ o ‘El Liberal’.

Dos romeras bailando. / Archivo Tristancho Lieva

En aquellos años 20 se pusieron los cimientos del esquema actual de la romería, que se celebrará el domingo 8 de septiembre para celebrar su centenario. Uno de los pilares básicos seguirá siendo las hermandades. La Hermandad Filial de Aracena data también de aquel año, 1924, adquiriendo con el tiempo el título de Real, igual que la Matriz, que, existiendo siglos atrás, fue refundada en 1966, según Rodríguez Becerra. Además, hay otras ocho filiales más que corresponden a Galaroza, Fuenteheridos, Linares de la Sierra, Nerva, Castaño del Robledo, Santa Ana la Real y Campofrío, existiendo un grupo pro-hermandad de Higuera de la Sierra.

El colorido de cada hermandad, la algarabía, el reencuentro y la devoción a la Reina de los Ángeles serán las notas de este próximo domingo en el espectacular lugar donde vivió Arias Montano. Además, al coincidir en fin de semana, habrá atractivos especiales, como la participación de la espléndida Agrupación Musical de Nuestra Señora de la Estrella de Dos Hermanas (Sevilla), que acompañará a la Hermandad de Galaroza, y que aportará el espectáculo habitual cada vez que llega a La Peña.

Con estos antecedentes, la salud de la romería está más que garantizada. Y es que, como dijera el cronista serrano José Andrés Vázquez con motivo de la primera edición de 1924, “no obstante ser de nueva creación, parece tener ya una profundidad de siglos, y queda incorporada a la costumbre hasta el fin de ellos”.

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