Puebla de Guzmán se 'viste' de dulce para la Peña
Los mayordomos de la Peña llevan meses elaborando de forma artesanal miles de tortas y rosas de miel, además cientos de kilos de dulce de cidra, que estos días reparten en canastos entre todos los vecinos del municipio para dar cumplimiento a una de las muchas tradiciones que encierra una de las romerías más antiguas de la provincia de Huelva
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Puebla de Guzmán/Tortas de azúcar y de bizcocho, dulce de cidra y rosas de miel. Estos son los tradicionales dulces que, por miles, reparten estos días entre los vecinos de Puebla de Guzmán los mayordomos de la Virgen de la Peña para presente edición de la romería en su honor, que se celebrará entre los próximos días 26 y 29 abril, coincidiendo como siempre con el último domingo de dicho mes.
Una tradición que se repite en este municipio andevaleño desde hace siglos, que se ha conservado prácticamente intacta transmitiéndose de generación en generación, y que supone todo un acontecimiento social, ya que además de los mayordomos, que son los auténticos protagonistas, en la elaboración de dichos dulces participa y colabora todo el pueblo desde varios meses antes del inicio de una de las romerías más antiguas y que mejor ha conservado sus características originales de toda la provincia de Huelva.
Aunque se sabe que son miles, la cantidad exacta de dulces que se elabora cada año en Puebla de Guzmán en el marco de esta tradición es prácticamente imposible de contabilizar, ya que depende, en primer lugar, del número de mayordomos con el que cada año cuenta la romería, que es variable; y en segundo lugar del criterio de los mayordomos a la hora del reparto, ya que algunos deciden repartirlos entre todos los vecinos del municipio, y otros solo entre sus familiares, vecinos y conocidos.
Por ejemplo, en el caso de las familias Borrego Martín y Ramos Díaz, integrantes de una de las ocho mayordomías con las que cuenta este año la romería, han comprado unos 3.000 kilos de cidras para la elaboración del cabello de ángel, que reparten en pequeñas tarrinas; así como 250 kilos de azúcar, uno de canela, otro de ajonjolí o 400 kilos de limones para los dos tipos de torta que se elaboran -bizcocho y azúcar-.
Según ha precisado Antonia Martín, integrante de esta mayordomía, en total podrían haber elaborado unas 2.500 rosas de miel, así como unas 12.000 tortas repartidas entre los dos tipos.
Por su parte Pepi Delgado, de la familia Ponce Delgado, otra de las ocho mayordomías de este año, ha afirmado a este periódico que compraron unos 4.000 kilos de cidra para elaborar el cabello de ángel; así como que han elaborado unas 3.000 rosas de miel y unas 18.000 tortas de ambos tipos.
Para una población como Puebla de Guzmán, donde habitan algo más de 3.000 personas, se trata de cifras astronómicas, sobre todo si tenemos en cuenta que los datos aproximados aportados por estas dos mayordomías habría que multiplicarlos por ocho.
Igual de abrumador es el trabajo que implica la elaboración artesanal de tantísimos dulces para los mayordomos, que no obstante cuentan con el apoyo de toda la familia, y de prácticamente la totalidad de vecinos del municipio, los cuales durante varias semanas se implican a fondo en ayudar a los mayordomos en su elaboración, haciendo de ello un auténtico acontecimiento familiar y social.
Los mayordomos trabajan para la Virgen los 365 días del año
"¿Trabajo?, no, no. Puede más la emoción, la tradición y el agradecimiento a la Virgen, y la fe que le tenemos", responde la mayordoma Antonia Martín al ser preguntada por este tema, para proseguir afirmando que para un puebleño "esto es lo más grande. Todos queremos ser mayordomos de la Peña y en su interior todo el pueblo es en cierto modo mayordomo porque todo el mundo colabora con la mayordomía". "Entre comillas -añade- ser mayordomo es un privilegio que la Virgen concede a quienes queremos agradecerle la superación de una enfermedad o cualquier alegría en la familia. También es una situación de ímpetu, o un impulso porque no has podido contener la fe que te ciega por la Virgen de la Peña. Así es como se coge el pendón que te hace mayordomo en el pueblo".
Así, y con mucho orgullo, Antonia Martín asegura que este año es la quinta vez en su vida que el pendón de la Virgen está en posesión de miembros directos de su familia. "En mi primera mayordomía tenía yo 32 años, ahora tengo 78, y estoy viviendo la experiencia más agradable de mi vida porque he cogido los pendones por quinta vez y teniendo cuatro nietos".
De igual forma, Martín presume de formar parte de una familia "muy peñera", una tradición que se pierde en lo más profundo de sus antepasados: "por ejemplo, y que sepamos -explica- hemos tenido bisabuelos lanzadores -aquellos que bailan a la Virgen la famosa danza de las espadas, cuyo origen también se pierde en lo más profundo de la historia- y más recientemente mi hijo y yo hemos sido pregoneros de la Virgen de la Peña".
Por último asegura no encontrar palabras para agradecer "tanta gratitud, colaboración, fraternidad y cariño" de la gente de Puebla de Guzmán con los mayordomos. "Nos sentimos muy arropados -añade- y le damos gracias a la Virgen por la experiencia que estamos viviendo".
Por su parte Pepi Delgado subraya que "esto es una bonita tradición en la que los mayordomos repartimos los dulces que nosotros mismos elaboramos entre todos nuestros familiares y vecinos de Puebla de Guzmán. En nuestro caso los gratificamos con un canasto que contiene dos rosas, una tarrina de dulce de sidra y seis tortas de bizcocho y otras seis de azúcar".
"Para nosotros esto es grandísimo -prosigue Delgado-, y en casa estamos este año todos emocionadísimos, porque además lo hemos hecho por una promesa que tenía, y la Virgen me escuchó". Todo ello "a pesar de que prácticamente supone trabajar para la Virgen los 365 días del año", asevera con orgullo.
Además, coinciden en destacar ambas mayordomas, "esto no se queda solo en la elaboración de los dulces y su posterior reparto. Esto va mucho más allá porque, además de empezar con el proceso de los dulces en agosto con la compra de las cidras, también hay que preparar los trajes de gabacha para las mujeres y niñas de la familia, y lo mismo con el de flamenco para ellos, y tienes que pensar en muchos más detalles, hasta en los aparentemente más insignificantes: preparar la casa en la Peña para atender a la gente, participar en numerosas actividades comunitarias, blanquear todo el recinto de la ermita, y muchísimas cosas más que, si no es con la ayuda del pueblo, sería prácticamente imposible".
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