Un recorrido de emociones con la Pastora almonteña por la aldea de El Rocío

El salto se adelanto a todo lo previsto y se produjo a las 14:45

Calles y casas adornadas en una salida con salves y sevillanas en honor de la Virgen

La Virgen del Rocío en un mar de devociones por la aldea almonteña. / Canterla
Eduardo J. Sugrañes

20 de agosto 2019 - 06:06

Horas intensas y emoción constante con la Virgen del Rocío desde su salida para recorrer la aldea almonteña en una jornada calurosa de más de 30 grados, pero que el termómetro de la fe lo superó con creces.

Miles de personas acompañó en todo el momento a la Pastora en ese camino tradicional hacia Almonte.

Tras la misa del voto de acción de gracias y la procesión eucarística, en el santuario todo era una espera en la que desde el primer momento se fue llamando a la tranquilidad, buscando una hora de menos calor para la salida.

Mientras en la casa de la Hermandad Matriz las abuelas y jóvenes mujeres almonteñas esperaban con los enseres del culto de la Virgen y de sus preseas, como coronas, cetro y ráfagas para portar en el traslado.

En la ermita cada vez iban acercándose más devotos y a las 13:30 se rezaba de manera espontánea por todos una salve a la Pastora de Almonte. El primer intento por saltar la reja se produjo minutos antes de las dos de la tarde, así se sucedieron varios que fueron aguantados por los santeros y otros almonteños, que entendían que era pronto para iniciar la procesión. Al final todo fue una eclosión a las 14:45 cuando se produjo el salto definitivo y la Virgen del Rocío iniciaba su camino hacia Almonte.

Salió por la concha peregrina ante un mar de personas que iba a su alrededor. El párroco de Almonte rezó la primera salve, a la que le seguirían otras muchas por el recorrido trazado por un cielo de flores de sedas blancas. Se escuchaban incesantemente las salvas de las escopetas y de viejos trabucos que se reservan por los más antiguos para esta jornada tradicional en la devoción a la Virgen.

Había tiempo también para entrar en la ermita y muchos recogían, como en el Lunes de Pentecostés, la tierra que deja el reguero de la devoción a su paso con la Virgen del Rocío por la nave del templo.

Un día de agradecimientos, de muchas velas encendidas y de dar gracias a la Virgen por estar siete años después junto a Ella, en uno de los momentos más íntimos de la devoción almonteña.

Acercarse a la Virgen de Pastora tenía este año muchas sensaciones. La hermosura del traje y lo especialmente hermoso de su diseño. En el que se han dado muchas puntadas en el taller de Mamé de la Vega que es el que ha estado al frente de este bello traje para la Virgen, con diseño de José María Carrasco, que ha realizado también el trabajo de orfebrería de las piezas que lleva el mismo. El pueblo de Almonte está especialmente satisfecho con la labor realizada, porque además no es que solo se ha hecho en el pueblo, sino que han sido sus vecinos y devotos de la Virgen los que han sufragado este trabajo.

Así lucía la Señora con todo esplendor a la luz del día, en una estampa distinta y esperada a como se le había visto desde su estreno en su altar.

La Virgen seguía caminando en un mar de corazones. En un recorrido distinto al de su procesión, aunque por calles que pasan habitualmente hasta llegar a la casa de la Hermandad de Gines. Ahora el privilegio de ver primeros a la Señora es el mismo pueblo de Almonte en su casa de hermandad y de las filiales lo es la de Moguer, que aunque es un día íntimo de Almonte, en el que no acuden las filiales, sí adornan sus casas por su recorrido y esperan a la Virgen. Huelva dedicó un hermosa cúpula con alusión a su simpecado y rematadas por la corona de la Virgen que recordaba a todos este año en el que se ha celebrado el centenario de la coronación canónica de la Virgen del Rocío.

Aún cuando no está marcado en el recorrido que jalonan las flores de papel, la Virgen fue acercada hasta la casa de las camaristas. Un esfuerzo de los almonteños y un agradecimiento a quienes cuidan de que la Virgen del Rocío luzca con sus mejores galas y estuviera ayer tan hermosa como ningún año. Una de las camaristas, subida en la misma andas de la Virgen, rezó la Salve con todos y se lanzaron vivas emocionados, seguidos por el afecto de las muchas personas que acompañaron a la Virgen hasta este momento tan especial.

El de ayer era un día de muchas miradas a la Virgen del Rocío, tantas como las de cualquier salida, aunque estas llevaban grabadas letras en el corazón. Las primeras palabras son siempre de agradecimiento, por estos siete años últimos que se van contando con cada venida y agradecimiento para continuar ese camino hasta Almonte.

En la tarde se van incorporando muchos más devotos que vienen de lugares muy dispares. Se nota en la aldea como llegan quienes van a hacer el camino, con su varas y atillos de romero.

En esta tarde calurosa se buscaba la sombra en la espera de la llegada de la Virgen en este largo recorrido.

La Virgen se acercó hasta la casa de la Hermandad de Huelva pasadas las cinco de la tarde; se escuchaban salvas de un grupo de rocieros apostados en el rellano. La Virgen había estado cerca de dos horas en este entorno de su ermita, se iniciaba ahora por la calle Romería lo que era adentrarse más hacia la salida. Sin embargo, estuvo mucho tiempo en el antiguo eucaliptal, en esta explanada de la Plaza de Doñana.

Un caminar entre sevillanas en muchos porches de las casas y aquí el grupo Manguara les agradecía en sus sevillanas que la Virgen vuelva a mirar a los rocieros en su aldea. En este templete se rezó también la salve y hubo suelta de palomas.

Un recorrido muy emocionante, en una explanada en la que muchos aprovechaban para acercarse a los enseres de la Virgen, en lo que se podría considerar un espontáneo besa relicario. Muchos hacían parar a las mujeres almonteñas, se hacían fotos y besaban las coronas o las ráfagas. Es el rito de la tradición cumplido.

La Virgen estuvo algo más de dos horas en este caminar en el que el campanario alegre de las esbeltas torres de la casa de la Hermandad de Gines jugaba al vuelo con los de Granada, Trigueros y Bonares también expectante por la llegada. Casas de hermandad también hermosamente exornada con altares dedicados a la Pastora almonteña.

Desde aquí la emoción se iba hacia el Camino de los Llanos esperando la caída de la tarde para cubrir el rostro de la Virgen del Rocío.

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