Román Bueno Gil, un líder nato

Gente de Aquí y Allá

Como ingeniero técnico de minas, construyó presas de gran envergadura y los primeros pasos para linces en la carretera cercana al Parque Nacional de Doñana

Fue un gran deportista, jugando en las categorías inferiores del Recreativo antes de pasarse al baloncesto, donde llegó a jugar en segunda división nacional

Tiberio Ponzones Riera, puntaumbrieño por encima de todo

Román Bueno Gil.
Román Bueno Gil.

Ambos fuimos de pequeños a la Escuela Francesa de la calle San Andrés de Huelva. Él es un poco mayor que yo y por eso siempre estaba en cursos más adelantados, pero teníamos muchos amigos en común y a veces organizábamos excursiones y, como él era el mayor, ejercía de jefe. Recuerdo una muy bonita en la que fuimos en tren por la mañana temprano hasta San Juan del Puerto y, de allí, andando a Moguer, donde instalamos, en el Molino del Viento, nuestras tiendas de campaña. Desde allí bajábamos a visitar el bonito pueblo de Juan Ramón Jiménez y fue la primera vez que yo, con apenas once o doce años, entraba en su Casa Museo, aunque ya había estado muchas veces antes en tan precioso pueblo, porque tenía familia allí, pues mi madre era moguereña y pasábamos muchas temporadas, sobre todo en vacaciones.

Más tarde, pasados unos años, una vez que hubo que elegir carrera, yo me fui a Madrid y Román estudió Minas en Huelva y ya, por motivos laborales, cada uno se fue para un lugar distinto, aunque al cabo de muchos años volvimos a encontrarnos.

Román era muy aventurero y, unas veces por motivos de trabajo y otras de vacaciones, se recorrió medio mundo, siempre acompañado por Lola, la mujer de su vida y de la que nunca se separa, a pesar de los avatares de la vida, el padre de su esposa era el reconocido sanitario don Joaquín Barroso y tienen una hija, Virginia que junto a su marido tienen una empresa de ingeniería dedicada a redactar proyectos industriales.

Él nació en Madrid, pero su padre, que trabajaba en Renfe, fue destinado a Huelva. Por eso estudió en el Colegio Francés, donde, además de destacar como buen estudiante, también lo hizo como buen deportista. Tanto es así que jugó al fútbol de la mano de don Manuel Mora Bayo y fue declarado jugador más regular de la liga infantil, hecho recogido incluso por la prensa y Román aún guarda con todo su cariño aquel periódico. Era tan bueno que lo fichó el Real Club Recreativo de Huelva para sus escalafones inferiores, pero por incompatibilidades horarias con los estudios lo tuvo que dejar. Luego se pasó al baloncesto, primero en el Veracruz y luego en el Gil Martín, equipo que hizo que mucha juventud de Huelva se hiciera aficionada a este deporte. Román llegó a jugar en segunda división nacional, quedando subcampeón de España en el año 1966. En aquella época en Huelva hizo mucho por el deporte en general un profesor al que todos los jóvenes del momento le tenemos un grato recuerdo, don Juan Antonio Tirado Andrino.

Una vez que terminó sus estudios empezó su vida laboral como ingeniero técnico de Minas en la construcción de varias presas de gran envergadura y también en la central nuclear de Almaraz, en la provincia de Cáceres, y en la de Trillo, en la provincia de Guadalajara, hasta que por fin recaló de nuevo en Huelva y volvimos a encontrarnos.

Trabajó en la delegación provincial de Obras Públicas, donde se dedicó a redactar, junto al recordado ingeniero de Caminos don Jesús Merino, muchos proyectos de carreteras que mejoraron la red viaria de nuestra provincia, que tan necesitada estaba, además de otros proyectos que modernizaron a Huelva. Construyó los primeros pasos para linces en la carretera cercana al Parque Nacional de Doñana, algo por lo que fue premiado por el Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza ICONA. Recuerdo una visita cultural que hice con él en el término municipal de Encinasola para ver el bonito Puente de los Cabriles, una verdadera joya sobre el río Múrtigas que muchos onubenses todavía no conocen.

Después, tras aprobar las oposiciones de la Junta de Andalucía y hacerse funcionario de carrera, pasó a trabajar en la delegación provincial de Economía y Hacienda, puesto en el que agrupó todas las oficinas de la Junta en edificios propios que se construyeron para ello, ya que antes estaban en sedes que eran pisos de alquiler muy dispersos por la ciudad. Posteriormente le ofrecieron ser jefe de servicio en la delegación de Asuntos Sociales. Todo ello sin olvidar su bonita profesión, siendo elegido presidente del Colegio de Ingenieros Técnicos de Minas.

Román siempre ha sido muy emprendedor, trabajador, muy buena persona y un gran amigo de sus amigos, entre los cuales tengo el placer y el honor de encontrarme desde que éramos pequeños. Hoy le gusta disfrutar de Punta Umbría, pasear por sus calles, dándose grandes caminatas, y también sentarse en las terrazas de la animada calle Ancha, haciendo tertulias con sus buenos amigos.

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