La serranía de Antonio Rodríguez Almodóvar

El escritor sevillano mantiene estrechos vínculos con la comarca onubense

La aldea de Huelva donde naturaleza y tranquilidad se dan la mano

Almodóvar firmando libros a niños y niñas en Galaroza.
Almodóvar firmando libros a niños y niñas en Galaroza.
Antonio F. Tristancho

24 de marzo 2025 - 05:59

La publicación de una nueva edición de los Cuentos al amor de la lumbre ha reavivado el interés por la figura de su autor, Antonio Rodríguez Almodóvar, un lujo para la literatura y la docencia en Andalucía que tenemos la suerte de que tenga espíritu serrano.

Y es que, aunque Almodóvar nació en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira, se ha sentido parte de la comarca norteña onubense desde hace décadas, vinculado a Galaroza, por amor y casamiento, pero también al resto de La Sierra por sentimiento y por dedicación.

El escritor mantiene una relación afectiva y de convivencia con la población cachonera fundamentada en su esposa, Aurora Delgado, y su familia. Ello le ha permitido participar en los últimos años en diversas actividades culturales y utilizar la población como otero y lugar desde el que descubrir el entorno. De hecho, ha reconocido escribir buena parte de su obra de los últimos años entre estos parajes que le han inspirado de forma decisiva.

Almodóvar con su esposa y unos amigos en la Sierra.
Almodóvar con su esposa y unos amigos en la Sierra.

Una vez imbuido del alma serrana, investigó la narrativa oral y los cuentos de la zona, universo que constituye uno de los pilares de su obra y de su existencia. De esta forma, legó a la memoria de la comarca algunas narraciones de personas que ya no están entre nosotros y que dejaron un testimonio de gran riqueza patrimonial.

La narración oral serrana

En 2021, este serrano de adopción donó al Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla su archivo sonoro con 200 cuentos y 67 horas de grabación recopilados principalmente entre 1983 y 2006, relatados en sus lugares de origen junto a otras piezas como canciones infantiles o romances, y que pueden disfrutarse también online a través de la web de los museos andaluces. Entre los audios de esta fonoteca con origen serrano se encuentra el que contó Catalina Tejera Cobo el día 7 de agosto de 1983, cuando contaba con 70 años de edad.

La Marquesa de la Era, como era conocida cariñosamente en Galaroza, “era una mujer muy viva, y muy considerada en el pueblo por su carácter afable y comunicativo”, según su entrevistador. Almodóvar apreció en ella características muy comunes a los serranos, al haber tenido que sacar adelanta a una familia humilde y numerosa tras quedar huérfana de madre muy joven. Catalina llamaba a los cuentos maravillosos, como en otras muchas zonas de Andalucía, “cuentos de encantamento”. Había ido a la escuela muy poco, por lo que todo su saber cuentístico era de tradición oral, compartido con otros miembros de la familia. En el acto de la grabación confesó al escritor que “me s´han orvidao la mitá”. Estas condiciones humanas son las que enamoraron a Almodóvar, que recogió una versión especial de La niña que riega las albahacas, aprehendida por transmisión oral de sus antepasados, manteniendo viva la tradición que posteriormente inspiró a autores como Federico García Lorca. La espontaneidad de esta mujer le enriqueció tanto que se propuso patear otras localidades serranas para seguir recogiendo testimonios, como Cortegana, Encinasola, donde estuvo en septiembre de 1983, o en Aracena y Cortelazor, donde tomó grabaciones en agosto de 1984, y que se encuentran también en el archivo sonoro que donó al Museo.

Almodovar con la reedición de 'Cuentos al amor de la lumbre'.
Almodovar con la reedición de 'Cuentos al amor de la lumbre'.

Todo ello, confiesa, le ayudaron “a comprender la situación de los cuentos orales en su medio”. Porque Almodóvar es, fundamentalmente, cuentista, en el sentido literario y culto del término.

Pero también ha cultivado otros géneros en tierras onubenses. Llevó sus obras de teatro a Jabugo, a Aracena, a Zufre y al Centro de Adultos cachonero, entre otros, y mantuvo una gran amistad con la aracenense Lola González Gil. Con ella, exploró diversas líneas de andalucismos en los vocablos, la forma de hablar de la gente de los pueblos, las hablas andaluzas. Coincidieron en la defensa del léxico serrano y andaluz, en la necesidad de ‘contar’ la memoria del pueblo.

Profundo conocedor de esta autora serrana, aportó unas bellas palabras en el homenaje póstumo que Aracena le dedicó en abril de 2024, en las que definió a Lola como “esa figura inabarcable que cada cierto tiempo nos regalan los dioses –o el Dios en el que ella creía-, para que no pensemos demasiado en lo mal que va todo, sino en los mucho que aún podríamos hacer por los grandes valores que ella defendía, abrigados por el que cultivó a mansalva: la enseñanza y la cultura de la libertad”.

Almodóvar en el río Múrtiga.
Almodóvar en el río Múrtiga.

Ha tenido tiempo para formar parte de citas literarias, como los Encuentros de Escritores de la Sierra, de lecturas poéticas o ante personas mayores, de las Jornadas de Patrimonio de la comarca o de cultivar la amistad y experiencias con otros autores de la comarca.

La culminación de esta serranía creativa fue la concesión al autor del Pero de Oro, máximo galardón que otorga Galaroza, el 11 de mayo de 2001 por parte de su entonces alcalde, Aurelio Fernández. En aquel emotivo momento, Almodóvar leyó el cuento De cómo las manzanas de oro, creo yo, vinieron a parar a este lugar parecido al paraíso, con el que pretendía agradecer la distinción ofreciendo una explicación ensoñada del origen de la leyenda fundacional cachonera.

Entrega del Pero de Oro a A. R. Almodóvar en 2001.
Entrega del Pero de Oro a A. R. Almodóvar en 2001.

El edén es, en efecto, una constante en la identificación de La Sierra por parte del escritor alcalareño. Precisamente el libro que lo consagró a nivel popular y puso los focos sobre su trabajo fue Un lugar parecido al paraíso, con el que ganó en 1991 el premio Infanta Elena de Literatura Infantil. El prólogo de la publicación se ha convertido ya en un clásico para definir a la perfección a cualquier lugar serrano. Sus inicios, “El pueblo es apenas un brochazo de cal entre montañas. Allá abajo, donde los cañaverales y los chopos, pasa el agua de la rivera con su manso rumor. Algunos veranos se estanca. Algunos inviernos torrentea. También los hombres hacen la huerta y la taberna que no parecen los mismos.

Y las mujeres, con su ir a la fuente, el paso firme y sosegado; a ratos, sin embargo, tan bulliciosas y como faltas de ocupación”, ya auguran una narración con profundas raíces en estos parajes.

Cuento serrano de A. R. Almodóvar.
Cuento serrano de A. R. Almodóvar.

De hecho, cuando el autor tuvo necesidad de reeditar su obra, creo una editorial a la que llamó Ediciones Galaroza, y desde la que ha ofrecido diversas publicaciones. Finalmente, en su libro retrospectivo, que tituló Memorias del miedo y el pan, donde recoge sus experiencias desde la posguerra a los primeros años de la Democracia, también aludía a la comarca serrana y se entrevén influencias, recuerdos y alusiones a sus estancias y vivencias en este territorio.

Una obra diversa y comprometida

Nacido en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira en 1941, es autor de más de cincuenta libros, entre ellos numerosos cuentos y relatos infantiles y juveniles, particularmente los Cuentos de la Media Lunita, colección de 64 títulos, basada en los cuentos populares españoles, que se reedita constantemente desde 1985.

Almodóvar en un acto literario en la Sierra.
Almodóvar en un acto literario en la Sierra.

Doctor en Filología Moderna por la Universidad de Sevilla desde 1973, profesor en la misma y de otras instituciones, luchador antifranquista y catedrático de Instituto, ha escrito poesía, novela, guiones de televisión, artículos de prensa, dramas teatrales y ha obtenido premios como el Nacional de Literatura de 2006 y otro que compartió en 1985, el Washington Irving de 2011 o el Julián Besteiro de 2015. El escritor ha dedicado su vida a la recopilación y dignificación de la literatura oral, ha publicado numerosos libros, como la colección de los ‘Cuentos de la media lunita’, que cuentan con cuatro millones de ejemplares vendidos, o los Cuentos al amor de la lumbre, que han alcanzado ya 38 ediciones.

Para Rodríguez Almodóvar, la cultura popular andaluza “no es vicaria de la cultura oficial o hegemónica, inferior ni secundaria, sino que es cultura alternativa, como así mantuvo Antonio Machado y Álvarez, padre de los hermanos Machado, a lo largo de toda su trayectoria”. Esta cultura popular ha sido, en opinión de Rodríguez, menospreciada muchas veces por la cultura del poder, pero la tradición oral ha resistido y muestra todo su potencial en este archivo que ahora ya está en manos de una institución pública.

En su opinión, la transmisión oral pasa por momentos delicados, ante el avance de nuevas formas de comunicación. Las nuevas tecnologías y las artes visuales imponen prácticamente un monopolio social al que pocos escapan y que pone en peligro las formas tradicionales de comunicarse. Por ello, Almodóvar anima a que “se sigan contando cuentos en las escuelas, y por supuesto, también en los hogares, dejando a un lado los móviles y los videojuegos”.

Para él, el cuento es revolucionario, pero tiene el poder mágico de llevarnos a la infancia. Recuerdos de niñez que Antonio sigue cultivando en el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche.

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