Simón Domínguez Abril: Excelente constructor al que todas las empresas se lo rifaban

Gente de aquí y de allá

Su currículum es muy difícil de superar, dio trabajo a casi toda la juventud de Lucena del Puerto y de Aljaraque

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Simón Domínguez Abril.
Simón Domínguez Abril. / M.G.

Huelva/Cuando lo conocí en el año 1974 ya era un cualificado constructor. Fue en El Portil, él estaba contratado por Antonio Borrero Chamaco, el torero de Huelva que era propietario de todos los terrenos y planeaba hacer una urbanización, para lo cual se formó una empresa llamada Urcon Ibérica. Simón estaba a cargo de todas las obras de infraestructura y urbanización, junto a otros extraordinarios colaboradores, entre los que se encontraban Salvador Gómez Brías, que llevaba la obra de un edificio llamado Las Brisas y con quien más tarde trabajé en la construcción de la carretera de Mazagón a Matalascañas; y también Julián Cuesta, que llegó más tarde.

Simón, que es a quien voy a dedicar estas letras, ya era una persona muy conocida en el mundo de la construcción porque trabajaba haciendo el puente sifón sobre el Río Odiel para traer agua desde el río Chanza hasta las fábricas del polo químico de Huelva. En esa fecha Simón y unos amigos tuvieron un accidente de carretera muy trágico donde uno de los ocupantes murió y él estuvo varios meses en coma. Era una época de mucha actividad en Huelva, la provincia empezaba a despuntar, camiones y camiones cargados de enormes piedras venían de las canteras de Gibraleón para llevarlas por toda la Isla de Saltés hasta introducirlas en el mar para construir el gran espigón llamado Dique de Juan Carlos I. También se estaba construyendo un puente sobre el Río Tinto en la Punta del Sebo, donde yo, con mi bachiller recién terminado y esperando que diese comienzo el curso para irme a Madrid a estudiar Ingeniería Topográfica, fui acogido por Dragados y Construcciones, donde trabajé en la sección de Topografía con Antonio Torralba, que me enseñó lo elemental de este trabajo.

Cuando al cabo de los años terminé y, tras trabajar por varios lugares de España, recaí en Punta Umbría y fue entonces cuando conocí a Simón, que se casó con una chica conocida mía, Isabel López. Con ambos nos vemos muy a menudo y, al menos una vez al año, comemos juntos y me cuenta muchas cosas de su vida profesional, que ha sido muy intensa y, como tiene tan buena memoria, no se le olvida nada.

Simón nació en Lucena del Puerto en marzo de 1944, hijo de don Cristóbal Domínguez, que era maestro de Escuela en el pueblo; y de María Abril. Después de aprender con su padre las primeras letras ingresó en el Colegio Menor Santa María de La Rábida de Huelva, donde años más tarde él mismo construyó unas viviendas a las que llamaron “Villa Conchita”.

Luego estudió Magisterio y Minas, aunque para pena de su padre no terminó y no pudo ejercer la enseñanza porque abandonó los estudios de Magisterio, aunque se dedicó a la construcción con mucho éxito. Los ingenieros técnicos de Minas siempre han podido elegir dónde trabajar porque salen muy bien preparados en múltiples disciplinas. Efectivamente, pronto lo llamaron para trabajar en Fertiberia, hasta que le tocó hacer las milicias universitarias, que las hizo en la población gerundense de Olot, donde tuvo una anécdota curiosa porque le tocó rendir honores a Carlos Hugo de Borbón Parma, el príncipe carlista que por aquel entonces era el aspirante a la Corona española; y fue felicitado por su capitán por lo bien que lo hizo.

Una vez reiniciada su vida civil trabajó en la construcción del puente sifón sobre el Odiel, llamado puente de Santa Eulalia pero conocido como el puente de Punta Umbría. Luego trabajó en Sevilla, El Portil, Fuerteventura o Cádiz. Hizo obras de pasarelas en la Expo sevillana del 92, fue a Marruecos a hacer el gaseoducto hasta Argelia, lo llamaron para ir a Galicia y a Sudamérica, pero decidió terminar en el gran proyecto de Isla Canela y Punta del Moral haciendo más de 4.000 viviendas y muchos hoteles que yo mismo, junto con mi equipo y con mi compañero y maestro Manolo Tapia realizamos toda la topografía. A todo esto, Simón buscó tiempo para casarse con una extraordinaria y simpática mujer, Isabel López Jiménez; y tener dos hijos a los que adora: Mirian y Rafael. Una vez jubilado, le gusta viajar y disfrutar con sus dos nietos, hijos de Rafael; y por supuesto reunirse con sus amigos diariamente para hacer tertulia. No he contado ni la mitad de su vida laboral para no cansar y porque no se trata de escribir su currículum, sino una breve semblanza de un buen amigo al que todo el mundo admira y quiere, incluido yo.

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