Sobrevivir 20 años en un asentamiento chabolista de Huelva: "La basura nos rodea, está por todas partes"

Hasta 2.500 personas pueden llegar a vivir en los asentamientos chabolistas de la provincia de Huelva. "Es un asunto tan complejo como complejas son las circunstancias de cada uno de los que allí reside"

Huelva y Almería son las provincias con mayor número de asentamientos chabolistas de Andalucía

Un incendio calcina 40 chabolas en un asentamiento en Lucena del Puerto

Agustín y Gloria, en el asentamiento de Lucena del Puerto.
Agustín y Gloria, en el asentamiento de Lucena del Puerto. / ALBERTO DOMÍNGUEZ

Huelva/Cuando a Agustín (Ghana, 1964) le preguntan que cómo está, siempre responde con un convincente "bien". Su casa es una de las chabolas de mediano tamaño del asentamiento chabolista más poblado de Lucena del Puerto -de nombre El Embalse- , en la que sobrevive desde hace ahora 20 años junto a su mujer, Gloria. "Hay demasiada basura y está por todos lados, con el calor, empieza a oler muy mal". "Siempre he vivido aquí, en esta misma chabola. Nos ayudaron a construirla al llegar a Lucena, en el año 2004 y aquí seguimos". A paso rápido, nos guía entre los recovecos de las infraviviendas del asentamiento -del que ya es uno de los más longevos- hasta llegar a un pequeño chamizo que no supera los veinte metros cuadrados. Utensilios de cocina, cuadros y un gato recién nacido con el que bromean llamándolo "su niño" hacen de aquel sitio una quimera de hogar.

Basura acumulada en el asentamiento.
Basura acumulada en el asentamiento. / ALBERTO DOMÍNGUEZ

"Tengo un taller de bicis desde hace muchos años, la gente viene aquí para arreglar las suyas porque, para mis vecinos, es su único medio de transporte. Cuando acaba la temporada del arándano, trabajo en lo que haya. Antes me dedicaba a la chatarra al finalizar la campaña, ahora soy albañil", cuenta a este periódico.

A pesar de las condiciones infrahumanas y las carencias de derechos básicos, Agustín dice que aquello "está bien para la gente que se busca la vida". Al igual que los centenares de trabajadores que aún buscan un futuro fuera, fantasea con un piso donde envejecer junto a su esposa, con la que comparte siete hijos a los que no ve desde hace dos décadas. "Me gustaría irme de aquí, ¿a quién no?. Quiero vivir en un piso junto a mi mujer, pero en Lucena del Puerto no hay pisos para alquilar y, si me quiero ir a otros pueblos, tengo que transportarme cada día para venir a trabajar".

De la puerta del que es su taller y su casa, asoman grandes bidones que le sirven cada día como cántaros para recoger el agua de una finca que está a pocos minutos en bicicleta. "Cogemos el agua de la finca de arriba, el jefe nos la da, pero hay días que no abre", cuenta el ghanés. Al respecto, uno de los compañeros de la entidad Accem, Alejandro Vivas, apunta que de la fuente de la que cogen el agua cuelga un cartel de "no potable". "Los bidones que utilizan para transportarla son de insecticida. Puede afectar mucho a la salud de las personas. Intentamos cambiárselos por otros que están en buen estado siempre que podemos", afirma.

Asentamiento chabolista de Lucena del Puerto.
Asentamiento chabolista de Lucena del Puerto. / Alberto Domínguez

Como uno de los "perfiles más difíciles" lo definen Verónica Ojeda y Alejandro, que ya reconocen casi cada rostro y sus contextos. "Agustín es nuestro perfil complicado. Es muy difícil sacar a alguien con estas características de un asentamiento chabolista. Lo tiene muy normalizado, tiene 60 años y es una persona que, de cierta forma, vive del asentamiento a través de su propio negocio". "Después de la pandemia, desde el Ayuntamiento de Lucena del Puerto se creó un proyecto para atender a los habitantes del asentamiento. Agustín fue una de las personas contratadas para el reparto de comida y de utensilios de higiene. Mientras trabajaba repartiendo a sus convecinos, vivía en la chabola en la que aún reside. Es fuerte el contraste", reflexiona uno de los trabajadores de la entidad.

Chabolas en uno de los asentamientos de Lucena.
Chabolas en uno de los asentamientos de Lucena. / ALBERTO DOMÍNGUEZ

Limpieza, burocracia y acercar los servicios básicos hasta las personas que viven en las infraviviendas son las líneas de trabajo de Accem, que ramifican las cientos de labores destinadas a lo social en siete proyectos distintos. Verónica y Alejandro -abogada y trabajador social- llevan los que corresponden a la regularización burocrática y al reparto de necesidades básicas.

"Hemos conseguido que se limpie y que desde el Ayuntamiento se presten cubas para tirar la basura acumulada porque, además de por la salubridad, suponen grandes riesgos de incendios como el ocurrido en el asentamiento de Carboneros hace algunas semanas", cuenta la abogada. "Vamos a hacer un taller en colaboración con el Ayuntamiento de Lucena. Ellos ponen las cubas e iremos almacenando bolsas y bolsas para hacerlos partícipes de la limpieza y concienciar acerca de las labores. En Accem llevamos mucho tiempo insistiendo en la importancia de la limpieza en estas zonas".

Una de las personas que viven en el asentamiento chabolista de Lucena del Puerto.
Una de las personas que viven en el asentamiento chabolista de Lucena del Puerto. / ALBERTO DOMÍNGUEZ

Abdul (1994, Ghana), otro de los habitantes del asentamiento chabolista en el que llegan a convivir más de 200 personas en temporada alta, aún no domina el español como sí que lo hacía Agustín. Lleva solo cinco años en España y "cree" que tendrá que marcharse pronto de Lucena, en la que tiene ya algunos amigos, aunque no familia. "Terminé de trabajar hace tres semanas. Llevo aquí cinco años, pero aún no tengo permiso de residencia ni contrato. El contrato que tengo actualmente no vale", comenta al equipo de Accem. Con la esperanza de encontrar una nueva promesa laboral, pretende marcharse a la campaña de Lérida, aunque cuenta que "preferiría quedarse en Lucena". "Aquí no tenemos ni siquiera agua o luz. Yo trabajo en el campo de fresas, pero tengo que moverme de provincia al acabar la temporada. Claro que quiero vivir en una habitación, pero no puedo pagarla. El único motivo por el que la gente vive aquí es porque no tiene nada", afirma el joven.

En un limbo administrativo se encuentran muchos de ellos, encontrando trabas burocráticas en distintos de los trámites como el empadronamiento en el municipio al que pertenece el asentamiento. "El arraigo social es una figura excepcional para regularizarse en España. Para ello, necesitas permanecer en el país tres años de forma continuada, no tener antecedentes penales y un contrato o promesa de contrato. En su caso, no puede tenerlo porque, en primer lugar, no es regular en el país. Pero sí que pueden hacer un documento entre el empresario y el futuro trabajador comprometiéndose -una especie de pre-contrato-, se presenta en extranjería acompañado de otros documentos que prueban que has estado en el país durante el periodo de tiempo citado y tienen tres meses para darte el resultado", cuentan desde Accem. "Mi jefe tiene una deuda. Todo está completo, pero el contrato no vale", añade Abdul.

Hasta 2.500 personas de edades, nacionalidades y circunstancias diversas pueden llegar a convivir en los asentamientos chabolistas de Huelva en temporada alta, que abarca desde febrero hasta junio. Aunque la Junta de Andalucía trabaja en un censo oficial, la población estable aproximada que se mantiene durante todo el año suele rondar las 400 personas en algunos de los más poblados. "Existe gente que se pasa aquí toda la vida y que incluso te dicen que no se quieren ir. Un problema de base es que en los pueblos colindantes no hay pisos de alquiler, la mayoría son para comprar. Además, aún no hay albergues en Lucena. Uno de ellos está actualmente en construcción y no tendrá plazas suficientes para cientos y cientos de personas", añaden desde la entidad. "Cada circunstancia y cada experiencia de vida es distinta. Un asentamiento acaba convirtiéndose en una comunidad. Les une la búsqueda de un futuro mejor y la resignación a tener que vivir aquí".

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