La superpoblación de ciervos causa estragos en el bosque mediterráneo
Los agricultores piden a Medio Ambiente fórmulas para evitar los destrozos en olivos, castaños, encinas y alcornoques · Propietarios preparan una denuncia colectiva
Los agricultores del centro y el norte de la provincia están desesperados porque desde hace años ven cómo se repiten los destrozos en sus cultivos sin que puedan hacer nada. El problema es la superpoblación de ciervos y jabalíes de los últimos años que busca comida fuera de las zonas de coto donde se crían. Los destrozos afectan fundamentalmente a las especies del bosque mediterráneo tan abundantes en la Sierra, el Andévalo y el Condado de Huelva. Sobre todo, ha perjudicado a los sectores olivarero y del castañar.
La Asociación regional de Productores de Caza (Aproca) estima que la cabaña de ciervos en la provincia ha aumentado alrededor de un 20% con respecto al año anterior y esta misma estimación hacen algunos de los cazadores habituales de cotos serranos y del Andévalo.
Las quejas de los agricultores se dirigen sobre todo a los ciervos porque acaban con los brotes jóvenes y nuevas plantaciones lo que hace que, una y otra vez, tengan que estar repoblando sin ver resultados concretos. Los jabalíes también causan daños pero estos se localizan más en las nuevas plantaciones, lo que a veces puede solucionarse con los habituales protectores de siembras.
Tomás Martín, presidente de Castañera Serrana Sociedad Cooperativa andaluza y propietario, explica que si ya es grave que se esté perdiendo el 85% de las replantaciones de los últimos años, a esto hay que sumar el hecho de que estos animales impiden que los árboles sigan creciendo y aunque lleguen a alcanzar un metro o metro y medio los ciervos siguen comiendo las ramas más jóvenes impidiendo que el árbol se desarrolle.
Así uno de los socios de la cooperativa olivarera Virgen de Fátima de La Peñuela, Juan Carlos Azojil, se lamenta de que algunos de los árboles que ya tienen entre 14 y 15 años "parecen bonsais" pues no llegan a tener más de 60 centímetros. Y claro está la producción es prácticamente simbólica porque apenas si logra sacar un kilo de producto cuando lo normal es que "ya estuvieran dando entre 60 y 80 kilos de aceituna". El motivo, explica, es que los ciervos se comen los brotes jóvenes y los frutos cuando todavía están muy tiernos ("para ellos es un auténtico manjar") lo que impide el normal crecimiento del árbol.
Hasta la Delegación Provincial de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía han llegado un par de denuncias de los propietarios serranos de castañas y algo más de una decena de los olivareros de La Peñuela. Además estos últimos preparan una denuncia colectiva contra el Ayuntamiento de Niebla, que es el propietario de una de las fincas donde se crían ciervos con fines cinegéticos.
Los agricultores coinciden en sus reivindicaciones. Reclaman ayudas a la administración andaluza en caso de que considere que una de las soluciones sea vallar las fincas para evitar que los animales entren, sin embargo advierten que tienen que ser vallas de, al menos, dos metros de altura porque los ciervos están acostumbrados a saltar alturas con facilidad.
Además piden a Medio Ambiente autorización para poder disparar contra los ciervos entre los meses de junio y septiembre, que es el período en el que se han detectado mayores destrozos. Es en la etapa estival, cuando los cotos están más secos, cuando los animales amplían su territorio en busca de comida y fuera de los límites de las fincas con fines cinegénicos comiendo todo lo que encuentran a su paso. Su principal objetivo son los cultivos, aunque también causan daños al rozar las cuernas contra los troncos de los árboles.
Normalmente las lluvias, y este año desde el final del verano en Huelva han sido generosas, hacen que vuelvan a replegarse y que no tengan que salir de los cotos en busca de comida ni agua. Además en octubre se levanta la veda de caza mayor, lo que también reduce la población de ciervos.
Una de las medidas administrativas que ha fomentado esta situación, a juicio de los agricultores, es que a mediados de los 80 cuando se repoblaron los cotos de caza de la provincia se impidió matar a las hembras, lo que disparó la población. Desde hace unos años se levantó esta prohibición y en algunas ocasiones la misma administración ha favorecido descastes de hembras para equilibrar la especie.
Por su parte, Medio Ambiente señala que los cotos de caza tienen que tener un vallado correcto y en buenas condiciones, precisamente, para evitar que los animales salgan de los límites. Esta consejería que ha concedido permisos de rececho y aguardo en algunas fincas, considera que los agricultores deben reclamar los daños a los propietarios de las fincas.
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