¿Un testigo de la muerte de Cristo en Niebla?
Ángel Becerra publica 'Recuentos' en el que combina investigación y ficción sobre Claudio Fabato
¿Hubo un testigo de la muerte de Cristo que acabó viviendo en Huelva? Sobre esta hipótesis, de la que, al parecer, hay bastantes indicios, ha construido parte de su primer libro el onubense Angel Becerra, que ha sacado a la luz un listado de relatos cortos bajo el título de Recuentos.
El libro es el resultado de una original mezcla de investigación y ficción, que ha tomado como base algunos elementos reales que se encuentran en la localidad de Niebla, de donde es natural Becerra, entre los que destaca un cipo funerario (una especie de lápida) que está en la iglesia de Santa María de la Granada.
Se trata de un cipo del siglo II después de Cristo, aproximadamente, explica a Efe Ángel Becerra, que recuerda que la historia de la localidad casi se pierde en el tiempo y que en Niebla hubo originariamente un templo con altar dedicado a la diosa Minerva, al que después siguieron edificios como un templo visigodo, todo en el mismo lugar donde ahora se levanta la iglesia, en la que, precisamente, será presentado el libro el próximo viernes.
Allí, en esa iglesia, está la mencionada lápida con el nombre de Claudio Fabato, ese presunto testigo de la crucifixión de Cristo, que "tiene una lápida también con su nombre en un pueblo cercano a Roma, Rignano Flaminio, y tuvo que ser alguien relevante en Niebla, porque no se le hace una lápida de este tipo a cualquiera ni se la conserva con el paso de los siglos".
Según Becerra, "está demostrado históricamente que Fabato existió" y que "en algún momento de la historia, Niebla fue comandada por un decurión, aunque no hay constancia histórica de que él fuese decurión. No obstante, en 1934 un cura local publicó un libro en el que recoge una carta que un decurión romano envió desde Jerusalén a su pareja que vivía en Niebla. Se desconoce si Fabato era un militar, porque el decurión era una persona que tenía a su mando diez soldados, que se podía elevar hasta 120 jinetes, formando lo que se conocía como "cuatro decurias de caballería".
Becerra explica que, en esa carta, esta persona le cuenta a ella que ha sido testigo de la crucifixión de Cristo. El original de la carta no se ha encontrado, pero el contenido se recoge en el libro de dos notarios, Jerónimo de la Fuente y Alonso Avendaño, que lo tradujeron del latín al castellano.
Ilustrado por Segundo Alvarez Moreno, Recuentos supone la primera investigación rotunda sobre un personaje tan enigmático como Claudio Fabato, pero mezclada con detalles de ficción que hacen que el lector termine haciéndose sus propias conclusiones sobre la historia real de esta persona.
La obra está compuesta por nueve relatos, "obligados a compartir un largo viaje, el que va desde el nacimiento hasta el olvido", que no están entrelazados entre sí, sino que han sido construidos con su propia estructura, según Becerra.
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