Una espera demasiado larga que al final mereció la pena

El camino espera a la Blanca Paloma en su camino hasta la parroquia de la Asunción de Almonte

La Virgen ya completamente cubierta espera su traslado por los almonteños. / Jordi Landero
Jordi Landero

20 de agosto 2019 - 06:01

Parece que fue ayer y ya han pasado siete años. Para los más pequeños es la primera vez. Para los mayores supone acumular en su particular mochila de recuerdos y emociones una nueva Venida de la Virgen. El traslado de la Virgen del Rocío a su pueblo, Almonte, en cuya parroquia de la Asunción permanecerá hasta el próximo 24 de mayo, un par de semanas antes de la edición de la Romería de Pentecostés.

Después de una procesión muy intensa, que se ha prolongado por espacio de seis horas y cuarto –desde las 14:45 hasta las 21:00– en las que miles de devotos han desparramado sus más profundas emociones a lo largo de los aproximadamente dos kilómetros que ha recorrido la Reina de las Marismas, llegó el momento más emotivo de la jornada cuando la Virgen se subió al templete instalado justo antes de emprender definitivamente el camino hacia Almonte por el Camino de los Llanos.

Faltaban pocos minutos para las nueve de la noche. Los últimos rayos del sol caían sobre la multitud allí concentrada. Una ligera brisa apaciguaba los rigores del intenso calor estival que había reinado durante todo el día en la Aldea. Sonaban los tamboriles. Y retumbaban los miles de disparos con los que los almonteños han agasajado a su Patrona durante todo el día.

Salvas frente a la Hermandad de Huelva en la aldea. / Jordi Landero

En ese contexto llegó el momento más mágico y sobrecogedor. Las camaristas de la Virgen procedían a cubrir su imagen para protegerla del polvo del camino. Expectación. Un cante por sevillanas y, para romper definitivamente el silencio, convirtiéndolo en muestra de júbilo compartido, aplausos, vivas emocionados y cientos de disparos. Todo al mismo tiempo. Los sentimientos a flor de piel. La carne de gallina. Emoción descontrolada, pero dentro de un orden. La Virgen abandonaba su aldea.

En ella se quedó el silencio, el polvo, y el eco de los miles de peregrinos que han acompañado durante toda la noche a la Virgen a lo largo de los aproximadamente 15 kilómetros que separan El Rocío de El Chaparral, en Almonte.

Una sensación agridulce para los rocieros. La aldea se queda sin su Madre, sin su Reina, durante los próximos nueve meses. Durante ese tiempo, una eternidad para unos, y un abrir y cerrar de ojos para otros, su imagen permanecerá en la parroquia de la Asunción. Pero así es la tradición. Y no solo hay que aceptarla, sino que además hay que defenderla y conservarla. Y Almonte y los almonteños lo saben mejor que nadie.

Así lo llevan haciendo con regularidad cada siete años desde 1949, aunque existen numerosos documentos desde 1607 que relatan un evento parecido, y se tiene constancia de que se llevaba a cabo mucho antes. Solo desde 1607 la Virgen ha sido llevada al pueblo en más de medio centenar de ocasiones (solo en el año 1738 fue trasladada hasta en tres ocasiones), y por diferentes razones, entre las que destacan epidemias, sequías, hambrunas, guerras, dar las gracias por algún acontecimiento feliz o por necesidad debido a la ejecución de reformas en su ermita. Actualmente el motivo es, simplemente, preservar la tradición. Y ayer ésta se cumplió una vez más. Ahora la Virgen del Rocío permanecerá en el pueblo del que es Patrona y que la venera, para regresar a la aldea justo dos semanas antes de la romería del Rocío de 2020.

En el intenso relato de la tarde de ayer, que escribirá una nueva página en la historia de El Rocío, la Virgen llegó coincidiendo con el atardecer al efímero templete instalado en el primer tramo del Camino de los Llanos, justo en la confluencia entre éste y la calle El Lince. Fue entonces cuando las hermanas camaristas cubrieron primero su imagen con un capotes, y posteriormente su rostro con un pañito.

Durante todo el traslado, las abuelas almonteñas han portado diversos enseres, los atributos de la Virgen del Rocío, tales como coronas, ráfagas, la media luna, algunas jarras o candelabros. Para mayor vistosidad, todo el recorrido por El Rocío y Almonte está decorado por miles de flores de papel que han sido elaboradas por los vecinos de ambas localidades, al igual que varios arcos y cúpulas de gran belleza.

Para cubrir –y así proteger– el espectacular traje estrenado ayer por la Virgen, el cual ha sido realizado bajo la dirección de José Manuel Vega Morales, se ha usado un pañito confeccionado con técnicas de bordados a realce en oro, con un diseño de José María Carrasco Sala y siguiendo las directrices del Taller de Bordados Mamé de la Vega, con un diseño basado en la estética del último cuarto del siglo XIX, a juego con los dibujos de la esclavina del conjunto.

El bordado ha sido enriquecido con monturas de rubíes naturales, brillantes, amatistas, rosa de Francia y esmeraldas. Todo el conjunto también lleva cristales de talco. Destaca en la obra la Corona en miniatura utilizada en 1919 para la Coronación Canónica. En el conjunto se observa la leyenda bordada ‘1919-2019 Centenario Coronación. Es la primera vez que formalmente el pañito no tiene perfiles rectilíneos, ganando movimiento y ligereza visual una vez puesto cubriendo el rostro de la Santísima Virgen.

El capote ha sido realizado como elemento de alta costura por José Manuel Vega Morales, siguiendo la estética femenina de principios del siglo XX, enmarcado en la obra de Mariano Fortuny, andaluz que llegó al más alto reconocimiento europeo en el mundo de la moda y fue quien lanzó el plisado femenino. El capote tiene un trazo más estiloso dado que los anteriores capotes siempre han tenido el corte masculino.

El tejido para su realización ha sido gabardina de algodón tornasolada en dos tonos a juego de todo el conjunto del traje. Se puede ver cómo, a partir del canesú que rodea los hombros de la Virgen, aparece bordado ‘Centenario Coronación’, como en el pañito. Ambas piezas, han sido donadas por un grupo anónimo de hijos de Almonte.

Como afirmó recientemente la responsable del área de El Rocío en el Ayuntamiento de Almonte y coordinadora del Plan Venida de la Virgen del Rocío, Macarena Robles, “las romerías se celebran todos los años. El traslado es distinto. La Virgen se viste de pastora solo cada siete años. Son cosas que la hacen diferente, y para Almonte es muy importante esta cita. Es esperada con ansias. Por contra a los vecinos de El Rocío les supone cierta tristeza. La Asociación Flores para la Pastora ha hecho un gran esfuerzo para que la aldea luzca de la mejor manera posible, pese a la pena que les da que se vaya durante nueve meses”.

En definitiva, ayer explotó definitivamente el cúmulo de emociones que se venía acumulando desde hacía ya varios días en los corazones de los devotos de la Virgen del Rocío. Ahora quedan siete años por delante para vivir un sentimiento igual. Y los rocieros... saben esperar.

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