Una vía para la discordia
La variante de El Rocío se ha convertido en un quebradero de cabeza para los ciudadanos, al dejarles un único punto de acceso a la aldea La Junta estudia posibles soluciones
Fue inaugurada el seis de julio de 2012 con la pomposidad de las grandes citas. Una infraestructura de 4,3 kilómetros llamada a ordenar y descongestionar el tráfico de los más 20.000 vehículos que circulan por su asfalto los fines de semana en los que el calor aprieta. Sin embargo, lejos de cumplir su objetivo, la variante de El Rocío se ha convertido en un enorme quebradero de cabeza para sus ciudadanos, al dejarles un único punto de acceso a la aldea. El motivo: el hecho de que en la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del proyecto se recogiese el compromiso de demoler la vetusta carretera A-483 y el puente La Canaliega, que brindan accesos a la aldea en el norte desde Almonte y al sur desde Matalascañas, por lo que la Administración autonómica mantiene cortadas ambas entradas entre tanto se decide su futuro.
Mientras, los ciudadanos presencian atónitos como los cerca de 16 millones de euros invertidos en su construcción han generado más problemas que beneficios. Al menos, tanto el Ayuntamiento como la Hermandad Matriz y los empresarios no dejan de criticar un proyecto que, a su juicio, desincentiva el acceso a este lugar de peregrinación mundial, comprometiendo la viabilidad empresarial de muchos negocios y la seguridad.
A la luz de los hechos y tras varias manifestaciones y mociones para la apertura de la antigua vía, la Delegación Territorial de Fomento, Vivienda, Turismo y Comercio en Huelva ya estudia con los técnicos de Medio Ambiente la posibilidad de cambiar la Declaración de Impacto Ambiental, así como solventar las taras medioambientales que el mantenimiento del puente de La Canaliega genera.
En esta tesitura las alternativas son dos: o se demuele el puente o la Junta de Andalucía tiene que devolver las millonarias subvenciones de los Fondos Europeos. Para más inri, desde la administración se dijo que acceder a las peticiones almonteñas implicaría incumplir el Plan de Ordenación del Territorio del Ámbito de Doñana (Potad), en el que se establecía la necesidad de ejecutar la variante para recuperar las marismas, y la Ley de Gestión Integrada de Calidad Ambiental, que cita de forma taxativa que la DIA y sus condicionados son vinculantes y de obligado cumplimiento.
Precisamente, la variante se justificó por las mejoras que introducía en materia medioambiental. No en vano en su diseño se logró bordear los espacios de la Red Natura 2000 en su zona norte y oeste y aquellas zonas frecuentadas por el lince ibérico, para lo que se blindó todo el perímetro con cerramiento adaptado y márgenes limpios de vegetación.
El proyecto fue polémico desde sus inicios. La inversión inicial se fijó en 10.263.000 euros, si bien finalmente el coste alcanzó los 15.892.549, sin que nadie aclarase públicamente las razones de este incremento.
Hasta su inauguración nadie puso objeciones. Durante el periodo de exposición pública el Ayuntamiento no formuló ningún tipo de alegaciones; tampoco la Hermandad Matriz ni las Asociaciones de Empresarios. En su descargo, desde la Hermandad se precisa que nadie tenía conocimientos de ingeniería y menos para presagiar siquiera que la nueva carretera eliminaría la antigua. Off the record, todos reconocen que las cosas se hicieron mal desde un primer momento, pero en este caso nadie entona el mea culpa.
La Junta de Andalucía buscaba recabar fondos de la Unión Europea. Para ello, se trató de vender la infraestructura como un medio de mejorar el aporte hídrico que comunica el arroyo de la Rocina con las marismas de El Rocío y el Parque Nacional de Doñana, eliminando el tapón en el que se había convertido el vetusto Puente de la Canaliega, que bloqueaba el curso natural del agua, flujo sanguíneo que alimenta la Reserva de la Biosfera. Frente a este desafío se previó la construcción de un viaducto de 342 metros de longitud que favorecía la hidrología y la permeabilidad de la fauna entre las dos grandes masas de agua: La Marisma de El Rocío y la Rocina, a ambos márgenes de la carretera A-483.
Entre tanto se mantiene el indulto temporal al Puente de la Canaliega, desde la Consejería de Fomento y Vivienda se indica que se está "trabajando en diversas soluciones técnicas y sostenibles", sin bien eludieron concretar ninguna de las propuestas que los ingenieros podrían poner encima de la mesa.
Como medida excepcional, la Consejería de Medio Ambiente ha autorizado a la Guardia Civil de Tráfico y a los servicios de emergencia que abran la vía cuando se produzcan o prevean grandes caravanas y aglomeraciones. Sin embargo, la medida no convence a la Hermandad Matriz del Rocío de Almonte, que desde un primer momento ha reclamado el mantenimiento "permanente de sendas vías". El presidente de la institución religiosa, Juan Ignacio Reales, ya mostró su disconformidad con el hecho de que la apertura de la vieja carretera sea una medida de gracia con carácter temporal y circunscrita a los acontecimientos religiosos más importantes del año: Romería de Pentecostés o en El Rocío Chico.
Para Reales, esta solución sólo "parchea" un problema de fondo, que no es otro que garantizar que un enclave de peregrinación internacional como es El Rocío disponga de dos accesos permanentes y a disposición de los visitantes. En este sentido, indican que la A-483 es la única carretera de circunvalación que se ha construido para posteriormente demoler la anterior.
La posibilidad de que se construya un segundo viaducto que una directamente Matalascañas con Almonte sería una posible solución para favorecer el paso del agua que trasporta el arroyo de la Rocina, aunque la Junta no ha aclarado si es posible o si su construcción terminaría incumpliendo el Potad.
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