Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Recreativo Villanovense | Crónica
Huelva/Hacía tiempo, bastante tiempo, que en las gradas del Nuevo Colombino no se escuchaba que de toas las que yo vengo a verte prefiero las tardes de mayo. Porque, ¡vaya tardes hemos echado en los últimos mayos! No sabía uno qué hacer para templar los nervios, si esconderse debajo del asiento, abrazar con compasión al que estaba sufriendo al lado o marcharse a pegarse unas brazadas por la Ría. Ayer también había nervios, pero eran diferentes, no es lo mismo quedarte a las puertas del cielo que no salir del infierno. No es lo mismo, que es distinto.
13 años (temporada 05/06) han pasado desde que los goles de Rosu y Xavi Jiménez convirtieran al Recreativo en el mejor de Segunda División. Ayer el Decano volvió a levantar el cetro de campeón, en una categoría menos y con el desgaste de los años. Este Recre se ha hecho inmortal porque entre sus numerosos logros se encuentran acumular 22 partidos sin perder, sumar seis victorias consecutivas en los seis últimos partidos de Liga, encajar seis goles en toda una vuelta...
Se titula un libro que cuenta la historia reciente del Decano No quiero verte llorar, supongo que al autor (¿quién será?) le faltó especificar el motivo. Porque ayer se volvieron a derramar lágrimas en el Nuevo Colombino, pero de alegría, de rabia contenida, de ilusión... De vida.
El Recre estará hoy en el bombo de los campeones de grupo de Segunda División B. Racing de Santander, Atlético Baleares y Fuenlabrada rezarán para no toparse en el camino del Decano. El cuadro de Salmerón certificó su primera plaza despidiendo la fase regular con una nueva victoria. No fue un partido vistoso, ni brillante, pero pasó lo que tenía que pasar. 1-0 y a campeonar.
Volviendo la vista atrás entendí que quizás me esté haciendo mayor porque se me vino a la mente aquel Recreativo-Xerez que permitió al Decano volver a Primera División. Estaba tan parecido el Nuevo Colombino, era tan similar esa sensación de haber sufrido la Segunda B y la amenaza de la desaparición y haber logrado espantar a la muerte...
El Villanovense no quería ser un invitado más en la fiesta del Decano y decidió cerrar filas, como si fueran Los Inmaculados. No había por donde hincarle el diente. Sabía Julio Cobos que el partido iba a durar lo que durase su portería a cero, lo de después iba a ser una fiesta, y no estaban los serones para celebraciones. El Recre tenía el balón, el tiempo y el espacio, pero sus opciones de marcar se limitaban a disparos lejanos y al balón parado. Como ayer los francotiradores albiazules tenían el punto de mira poco afinado le tocó a la pelota quieta decidir el partido.
Iago Díaz puso un córner pasado al segundo palo. Allí estaba Caye agarrándose con Pajuelo, el isleño le ganó la posición y empujó el esférico al fondo de las mallas. El canterano, que se perdió el choque en Pamplona que certificó el descenso a SegundaB en 2015 por una lesión muscular, fue el elegido. ¿Quién hubiera podido consolarlo por aquel entonces contándole lo que le esperaba?
Los visitantes dieron un paso adelante en la segunda mitad, pero más por obligación que por fe. Ello lo único que posibilitó es que el Decano tuviese mucho más espacio y que pudiera encontrar los huecos necesarios para hacerle daño a un Villanovense que estaba deseando que sonara la bocina. Un animoso Iago Díaz lo intentó en dos ocasiones antes de que Salmerón decidiera darle descanso pensando en lo que viene. No pasó mucho más.
Sonó el pitido final y se desató la fiesta.Una fiesta comedida, con una afición señorial, que aguantó el tipo en su asiento aunque el cuerpo le pedía bajar a su templo y compartir su alegría con los actores principales. Se celebró con el ¡campeones, campeones!, pero no se tardó demasiado en pasar página, una más en la historia interminable desde 1889. Su leyenda, que será siempre la primera, tiene una nueva parada en el horizonte. Santander, Palma de Mallorca o Madrid serán los destinos de un Recre que no le teme a nadie y que le dijo ayer a su afición: “Amor mío traigo para ti una vez más, una historia de las que nos gustan a los dos, pero diferente porque no tiene final para que el final se lo pongamos tú y yo”. Ojalá que ese final sea en la fuente de la Avenida de Andalucía.
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