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Forma física
Ponerse en forma a través del ejercicio físico requiere esfuerzo y tiempo, y además, después de lograrlo, hay un inconveniente: la forma física se pierde mucho más rápido cuando dejamos de practicar deporte. Es evidente que realizar ejercicio de forma asidua requiere de más esfuerzo y motivación que llevar una vida sedentaria, por lo que más a menudo de lo que nos gustaría -y por muy animadas que nos sintamos al principio-, es fácil que cada cierto tiempo abandonemos por completo esa rutina.
Dan Gordon y Justin Roberts son profesores en la Universidad Anglia Ruskin, en Reino Unido, y han escrito un artículo en The Conversation donde dan las claves de esta pérdida de forma física. "Para entender cómo el cuerpo pierde la forma, primero tenemos que entender cómo nos ponemos en forma. La clave para ponerse en forma, tanto si se trata de mejorar la aptitud cardiovascular como la fuerza muscular, es superar la 'carga habitual'. Esto significa hacer más de lo que nuestro cuerpo está acostumbrado. El estrés que esto supone para nuestro cuerpo hace que nos adaptemos y seamos más tolerantes, lo que nos lleva a un mayor nivel de fitness", dicen estos expertos.
Según estos expertos, "cuando dejamos de entrenar, la rapidez con la que perdemos la forma física también depende de muchos factores, incluido el tipo de forma física de la que hablamos (como la fuerza o la condición cardiovascular)".
"Como ejemplo, consideremos a un corredor de maratón, que está en plena forma atlética y puede correr un maratón en dos horas y 30 minutos. Esta persona pasa de cinco a seis días a la semana entrenando, corriendo un total de 90 kilómetros. También ha pasado los últimos 15 años desarrollando este nivel de forma física", plantean.
"Ahora supongamos que dejó de entrenar por completo. Como el cuerpo ya no tiene las tensiones del entrenamiento que lo obligan a mantenerse en forma, el corredor empezará a perder su forma física en pocas semanas", explican.
"La aptitud cardiorrespiratoria, indicada por el V02 máximo (la cantidad de oxígeno que una persona puede utilizar durante el ejercicio), disminuirá alrededor del 10% en las primeras cuatro semanas después de que una persona deje de entrenar. Este ritmo de descenso continúa, pero a un ritmo más lento durante períodos más largos", dicen estos expertos británicos.
"Curiosamente, aunque los atletas altamente entrenados, como nuestro corredor de maratón, registran un fuerte descenso del V02 máximo en las primeras cuatro semanas, este descenso acaba por estabilizarse y, de hecho, mantienen un V02 superior al de una persona promedio", matizan. "Pero para la persona promedio, el V02 máximo cae bruscamente, volviendo a los niveles previos al entrenamiento, en menos de ocho semanas", añaden.
"La razón por la que el V02 máx. disminuye se debe a la reducción de los volúmenes de sangre y plasma, que se disminuyen hasta en un 12% en las primeras cuatro semanas después de que una persona deja de entrenar. El volumen plasmático y sanguíneo disminuye debido a la falta de tensión que se ejerce sobre nuestro corazón y nuestros músculos", dicen Gordon y Roberts en su artículo.
"El volumen plasmático puede incluso disminuir alrededor de un 5% en las primeras 48 horas después de dejar de entrenar. El efecto de la disminución del volumen sanguíneo y plasmático hace que se bombee menos sangre por el cuerpo en cada latido del corazón. Pero estos niveles solo descienden al punto de partida, lo que significa que no empeoramos", aseguran.
"Por supuesto, la mayoría de nosotros no somos corredores de maratón, y tampoco somos inmunes a estos efectos. En cuanto dejemos de hacer ejercicio, el cuerpo empezará a perder estas adaptaciones cardiovasculares clave a un ritmo muy similar al de los atletas altamente entrenados", dicen los expertos.
"En cuanto a la fuerza, las pruebas demuestran que, en la persona promedio, 12 semanas sin entrenar provocan una disminución significativa de la cantidad de peso que podemos levantar. Afortunadamente, las investigaciones demuestran que se mantiene parte de la fuerza que se ganó antes de dejar de entrenar. Lo que resulta intrigante es que, a pesar de la importante disminución de la fuerza, existe una mínima disminución del tamaño de las fibras musculares", señalan.
"La razón por la que perdemos fuerza muscular tiene que ver, en gran medida, con el hecho de que ya no estamos sometiendo a nuestros músculos a estrés. Por lo tanto, cuando ya no estamos trabajando nuestros músculos con fuerza, estos se vuelven 'perezosos', lo que hace que el número de nuestras fibras musculares disminuya, y que se empleen menos músculos durante una actividad. Esto, en última instancia, hace que seamos menos capaces de levantar las cargas pesadas que solíamos levantar", dicen Gordon y Roberts.
"El número de fibras musculares utilizadas durante el ejercicio disminuye alrededor de un 13% tras dos semanas sin entrenamiento, aunque esto no parece ir acompañado de una disminución de la fuerza muscular. Esto implica que las pérdidas observadas en los periodos más largos de 'desentrenamiento' son una combinación tanto de esta disminución inicial del número de fibras musculares que utilizamos como de la disminución más lenta de la masa muscular", afirman.
"En el caso de una persona que va al gimnasio y levanta pesas, experimentará un descenso en el tamaño de sus músculos y, con el tiempo, le resultará más difícil levantar cargas pesadas al tener menos fibras musculares en funcionamiento", aseguran en su artículo.
"Así que, incluso después de todo ese esfuerzo por ponernos en forma, empezamos a perder la capacidad cardiovascular y la fuerza a las 48 horas de dejar de hacerlo. Pero no empezamos a notar estos efectos hasta pasadas dos o tres semanas en el caso de la aptitud cardiovascular y entre 6 y 10 semanas en el caso de la fuerza. Los índices de 'desentrenamiento' son similares para hombres y mujeres, e incluso para los atletas de mayor edad. Pero cuanto más en forma estés, más lentamente perderás lo ganado", concluyen.
Cuando dejamos de entrenar, la rapidez con la que perdemos la forma física también depende de muchos factores, incluido el tipo de forma física de la que hablamos (como la fuerza o la condición cardiovascular).
Como ejemplo, consideremos a un corredor de maratón, que está en plena forma atlética y puede correr un maratón en dos horas y 30 minutos. Esta persona seguramente entrena cinco o seis días a la semana y recorre un total de 90km. Además, ha pasado los últimos 15 años de su vida entrenando para llegar a este nivel.
Ahora digamos que este corredor deja de entrenar de un día para otro. Debido a que el cuerpo ya no tiene esa exigencia casi todos los días, el maratonista va a comenzar a perder la forma física en pocas semanas.
La aptitud cardiorrespiratoria, indicada por el factor VO2 máx. (la máxima cantidad de oxígeno que una persona puede usar durante el ejercicio), comenzará a disminuir en alrededor de un 10% en las primeras cuatro semanas después del último entrenamiento.
Esta tasa va a continuar disminuyendo, pero más lentamente durante largos periodos. Para quienes no son atletas de alto rendimiento y dejan de hacer ejercicio, en menos de ocho semanas el VO2 máx. caerá bruscamente a los niveles en que estaban antes del entrenamiento.
La razón por la que este factor se reduce está relacionada con la merma en los volúmenes de sangre y plasma de casi un 12% en las primeras cuatro semanas después de que la persona deja de entrenarse.
El volumen de plasma incluso podría disminuir cerca de un 5% en las primeras 48 horas después de dejar de hacer ejercicio. El efecto de la disminución del volumen de sangre y plasma es que habrá menos sangre bombeada por todo el cuerpo con cada impulso del corazón.
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