La Buena Muerte preside hoy el vía crucis

El acto del Consejo será en la Plaza de las Monjas. Celebró en la Concepción misa de acción de gracias.

El Cristo de la Buena Muerte, en el dejar la parroquia de la Purísima Concepción en la noche de ayer.
Eduardo J. Sugrañes Huelva

22 de febrero 2016 - 01:00

Algo más de 24 horas ha estado el Cristo de la Buena Muerte en la parroquia de la Purísima Concepción, su sede canónica después de su fundación en el colegio de loso Padres Agustinos y tener que encontrar el asilo afectuoso de la mayor de San Pedro tras la périda de las imágenes en la iglesia de las Agustinas durante la Guerra Civil. Algo más de un día sin su Cristo pasaron las Madres Agustinas que son quienes lo velan en su iglesia de Santa María de Gracia, llegó tras rezarse el ejercicio de las cicno llagas. Hoy volverá a salir para presidir el vía crucis de las hermandades, que organiza el Consejo, en la Plaza de las Monjas, a las 20:00.

Durante toda la jornada de ayer el Cristo de la Buena Muerte estuvo en besapiés delante de la capilla de San José, pendiente ahora de la restauración de su retablo. La acción de gracias por el 75 aniversario de la bendición se celebró por la tarde, compartiendo la misa de la parroquia, en acto presidido por el hermano mayor, Juan Antonio Prieto Herves. En la monición de entrada que leyó Miguel Ángel Moreno. Recordó la efemérides que se celebraba, llegando a esta parroquia que fue su casa durante más de medio siglo y, admeás, llega en el año de la celebración del centenario de la hermandad. Se renovaba así una historia viva, una fe trasmitida de generación en generación, que ha sabido mantener el espíritu agustino, respetando la herencia recibida.

El párroco de la Conccepción, Diego Capado, presidió la celebgración religiosa de la acción de gracias, recibiendo a la hermandad con el afecto que les une a la parroquia durante 53 años. Se refirió a la acción de gracias y señaló que "nada tiene más valor que el agradecimiento, la hermandad culmina su estancia entre nosotros con la celebración Eucarística, que es la mayor expresión de espíritu de gratitud".

La despedida se realizaba por las calles Concepción hacia la Plaza de las Monjas, con el rezo del Ejercicio de las Cinco Llagas, llegando a la iglesia de las Madres Agustinas tras finalizar la misa de la noche.

En un ambiente de sobriedad, la esquila del muñidor iba marcando el caminar del cortejo abierto por la cruz alzada. Numerosos hermanos con cirios iluminaban el cortejo del traslado del Cristo de la Buena Muerte. La música de capilla envolvía la escena cofrade mientras se rezaba. Les acompañaba en la presidencia con la junta de gobierno el padre agustino Emilio Rodríguez Claudio, vicario para la celebración de la Fe.

El Cristo volvía a dejar la Parroquia de la Concepción a las 20:45 de la noche, sobre ella la luna llena previa a la de la Parasceve. Recordaba aquella vuelta a los orígenes con el traslado a las Agustinas el 27 de febrero de 1995, era hermano mayor Francisco Urbano Gómez Domínguez.

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