Entereza y sosiego pese a la adversidad de la lluvia

Aunque la lluvia arreció en Santa Fe y en la entrada a Carrera Oficial, la cofradía impuso su paso firme por Huelva.

La Virgen del Refugio, con su nueva corona.
Elena Llompart

23 de marzo 2016 - 01:00

AUNQUE la lluvia hizo su irrupción poco después de que la Virgen del Refugio saliera a la calle, Pasión siguió adelante y desafió a la lluvia en la fría noche onubense, imponiendo el morado en San Pedro y creciéndose ante la adversidad de un Martes Santo que resultó accidentado.

En un porche vacío -imagen insólita de esta Semana Santa onubense, motivada por la inseguridad de la rampa-, a las 19:20 la cruz de guía inició el camino del numeroso cortejo de nazarenos en dirección a un abarrotado Paseo de Santa Fe, donde se abrió un estrecho pasillo.

Antonio González, capataz del paso de Jesús de la Pasión y presidente del Consejo de Hermandades, daba las correspondientes instrucciones dentro de la iglesia. En cuanto el paso de misterio cruzó la puerta, la iluminación artificial contrastó con la negrura del cielo, contribuyendo a ofrecer una estampa aún más brillante del titular de Pasión, acompasado a los sones de la Agrupación Musical Santa Cruz. Su figura, recortándose por la rampa, descendió hacia la ciudad para encontrarse una vez más con la emocionada saeta de Manuel Encuentro.

Unos minutos después, Nuestra Señora del Refugio (este año se celebra el 75 aniversario de su bendición) iluminó la noche. Previamente, una levantá en el interior del templo estuvo dedicada a la Hermandad de la Victoria, cuya saya lució ayer la Virgen del Refugio. Pasión agradeció el detalle al hermano mayor de la Victoria, Luis Manuel Parrales, así como a la junta de gobierno y a toda la hermandad del Polvorín.

Bajo las órdenes de Federico Pérez, el palio de la Virgen del Refugio, con crespón negro en señal de duelo por las víctimas de Bruselas, presumió de estreno: doce varales labrados en plata de ley por el taller de Hermanos Fernández, así como la corona, diseñada por Sánchez de los Reyes y ejecutada por el taller de Juan Borrero. Pero la titular de Pasión no había salvado aún su plaza cuando los paraguas comenzaron a abrirse. Sin embargo, la hermandad mantuvo la compostura en todo momento y siguió adelante con paso firme. Tras pasar por Puerto y San José, entre palmas, discurrió el paso de misterio por las puertas de la Concepción, que esta vez no se abrieron. En su interior estaban refugiadas las hermandades de Estudiantes y la Lanzada.

El tránsito de la querida cofradía por Carrera Oficial lució espléndido, los fieles no se movieron aguardando su paso con paciencia y Pasión solo modificó levemente su itinerario de regreso hasta su templo, la parroquia de San Pedro.

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