Saetas y devoción junto al Nazareno en su Madrugada

La Concepción

La cofradía adelantó la entrada, tras una salida que llevó a las Hermanas de la Cruz

Pepe 'El Marismeño' le canta al Señor de Huelva en su calle, ante la mirada atenta de las cientos de personas que le acompañaban.
Pepe 'El Marismeño' le canta al Señor de Huelva en su calle, ante la mirada atenta de las cientos de personas que le acompañaban.
Eduardo J. Sugrañes

08 de abril 2012 - 01:00

A las cuatro de madrugada sonó el Himno Nacional en la calle Méndez Núñez. La cruz de Jerusalén aparecía en el dintel de la parroquia de la Purísima Concepción. Con bastante agilidad fue saliendo toda la cofradía. La noche era fría, pero sin lluvia, con lo cual soportable. A los ocho minutos el Señor de Huelva estaba en la calle. Se dispuso a andar, sonaba Saeta, caminaba por Méndez Nuñez y se sentía el sinuoso y elegante movimiento de su túnica morada lisa; se acercaba hacia nosotros. Sus pies sobre un monte de claveles rojos, su mirada hacia el monumento a la Inmaculada Concepción. A la vuelta, calle Puerto sintiendo los orígenes de la cofradía.

Se escucha Amargura de la Concepción y el palio de María Santísima de la Amargura está en la calle.

Mucha gente tras el Nazareno, rezos de plegarias y agradecimientos. Incluso mujeres descalzas y con pies amarrados con cadenas. El Señor camina por Huelva, la luz de la noche conjuga con la belleza del dorado de su paso y el burdeos de sus faldones. En la fachada de la iglesia la imagen permanente en su azulejo, este año exornada con flores rojas; testigo diario de que nadie fue capaz de destruirlo. Setenta y cinco años pasaron desde que un cuadro tuviera que sustituirle al ser destrozada su imagen en la Guerra Civil. Hoy es una memoria sin rencor.

El Señor de Huelva camina y la luna de la Parasceve vigilante le acompaña. Pero antes de llegar la hora nona andará por Huelva y la ciudad le acompaña.

Una hora después de su salida estaba de nuevo el paso a las puertas de la Concepción, en esta chocante carrera oficial, a la que nadie acude a sus palcos, solo gente de aquí y de allá que se sientan en ellos.

Por la mañana, la luz desde Plaza XII de Octubre y entre los saeteros los de siempre, Rafael Jurado y Pepe 'El Marismeño' le rezan al Señor en su calle.

De vuelta, José Carlos Martínez, que se estrenaba delante del paso del Nazareno, se dirige a la cuadrilla diciendo que no había mejor sitio para llamar que en La Placeta ante Jesús Nazareno y en la presencia del obispo, José Vilaplana. Le invitó a tocar el martillo con una dedicatoria del capataz por toda la Diócesis, "incluido todos nosotros que también formamos parte de ella".

La recogida más temprana que otros años se vio acompañada de mucha gente. Los palcos a rebosar. Un pequeño revuelo en la entrada por La Placeta en el palio ya que mucha gente quedó estrujada entre los hierros de los palcos. Un peligro a estudiar para otros años.

Antes del ángelus estaba en su casa la paloma de la Concepción. El Señor se nos fue con el resplandor del dorado de su paso. Ahora nos toca ir a visitarle a él.

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