Diálogos cofrades
Las zambombas
Diálogos cofrades
–GUASA: Buenos días, Rancio. Otra vez te pillo en la puerta de la Librería Welba.
–Rancio: Pues sí, hijo, sí. He estado conversando un ratito con la hermana Pilar y de camino he comprado el libro de José Antonio Vieira, que no pude asistir a la presentación del mismo.
–Guasa: ¿Y eso?, Rancio. Si tú no te pierdes ni un acto aburrido de esos.
–Rancio: Pues mira que yo quiero a mi hermano José Antonio, desde que éramos costaleros en el Cristo de la Sangre en aquellos dorados años ochenta. Todavía recuerdo a aquellos capataces con el hábito de la hermandad, incluido el antifaz, y los padrenuestros que rezábamos bajo el altar itinerante del Señor.
– Guasa: Yo también me acuerdo de eso, Rancio ¡Qué tiempos aquellos, cómo hemos cambiado! Para bien, claro… Imagino que en la última extraordinaria tocaron el martillo algunos de esos capataces encapuchados.
– Rancio: El caso es que, como fue tempranito, me coincidió con una de las sesiones de catequesis de confirmación que imparto en Los Jesuitas y no lo pude acompañar.
–Guasa: ¡Ufff! A eso debería apuntarme yo, que no tengo hecha la confirmación y el cura del Polvorín no me dejó ser el padrino en el bautizo de mi sobrino, el chico de mi hermana Loli.
–Rancio: Pues tiempo tienes, que ayer te vi entrando en El Comercial para ver la exposición del nuevo terno de la Virgen de la Victoria.
–Guasa: Pues sí, el manto está muy guapo. Y cuando lo luzca Ella en su capilla, más bonito se verá.
–Rancio: Yo también lo he visto, Guasa, y te puedo decir que el manto está muy bien realizado, aunque me gusta más la saya.
–Guasa: Tú siempre igual, Rancio. Me tienes que llevar la contraria, sólo para mosquearme.
–Rancio: Imagino que también habrás visto a la Virgen de Consolación tras su restauración, ¿no? Se trata de una imagen muy especial, distinta al resto de dolorosas de nuestra ciudad, que ha recuperado aún más si cabe la categoría de la talla.
–Guasa: Pues mira, sí, la he visto porque esa Virgen tiene una belleza distinta, como de madre. Lo que pasa es que un palio le vendría de dulce, Rancio… Pero con Carlete de hermano mayor, con lo rancio que es, no creo que ocurra. Ese es los tuyos.
–Rancio: Por cierto, ¿qué me dices de los resultados de las elecciones de la Hermandad del Rocío? En mi familia confiamos en la buena gestión de la junta de Juan Carlos Rubio, pero no pudo ser.
–Guasa: Pues yo pude votar por primera vez, porque me hicieron hermano para ir a la peregrinación del año de Desiré y ya aproveché para votar al Sánchez de Piña, que me llamaron para pedirme el voto. Y mira, han ganado con una buena diferencia.
–Rancio: Oye, ¿ya estás liado con los ensayos de La Cena? Porque tendrá alguna salida pronto, ¿no?
–Guasa: ¡Qué malaje eres, Rancio! No, mira, todavía no hay ningún ensayo allí, pero dentro de poco será el de la Inmaculada, que la saca Gonzalo, el niño del Afri, aunque este año no saldré, porque coincide con la Magna de Sevilla y con la Esperanza de Triana en la calle hay que morí.
–Rancio: ¡Pero si tú me dices que casi ni la ves cuando vas a Sevilla, que te llevas toda la Madrugá siguiendo al Caballo y la Banda!
–Guasa: Por eso me quiero explayar ese día con el palio. Y de camino ver algo la Macarena, aunque va más sosita. Y eso que ya no la saca Antonio Santiago.
–Rancio: Yo seguiré la Vigilia de la Pura y Limpia y la acompañaré en la procesión apoyando a Mariola Luengo, que es donde tengo que estar. Por cierto, no me extraña que aún no estés confirmado con esa actitud que tienes. Con cofrades como tú… ¡así nos va, Guasa!
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