Homilía del Papa el Miércoles de Ceniza: reivindicación de "la esperanza ante la fragilidad" en el inicio de la Cuaresma

El encargado de encabezar la ceremonia, en la colina romana del Aventino, ha sido el cardenal Angelo de Donatis, que ha leído la homilía que el Pontífice había preparado previamente

El Papa ha "descansado bien durante la noche" y ha despertado "poco después de las 8 horas"

El cardenal Angelo de Donantis celebra la homilía del Miércoles de Ceniza en sustitución del Papa. / FABIO FRUSTACI / EFE
Agencias

05 de marzo 2025 - 18:08

Roma/El papa Francisco ha defendido la esperanza ante la fragilidad y el "drama" de la muerte, en una homilía preparada para este Miércoles de Ceniza y leída en su nombre por por el cardenal Angelo de Donatis, Penitenciario Mayor, ya que cumple tres semanas hospitalizado por sus problemas respiratorios. "Las sagradas cenizas, esta tarde, serán esparcidas sobre nuestra cabeza. Estas reavivan en nosotros la memoria de lo que somos, pero también la esperanza de lo que seremos. Nos recuerdan que somos polvo, pero nos encaminan hacia la esperanza a la que estamos llamados, porque Jesús ha descendido al polvo de la tierra y, con su Resurrección, nos lleva consigo al corazón del Padre", ha escrito.

El rito del Miércoles de Ceniza, con el que la iglesia comienza la Cuaresma hasta Semana Santa, en esta ocasión no ha sido presidido por el papa Francisco, ya que lleva 20 días ingresado en el hospital Gemelli de Roma por una preocupante neumonía bilateral. En el texto, Francisco explica que las cenizas permiten "hacer memoria de la fragilidad y de la pequeñez de nuestra vida".

"Somos polvo, del polvo hemos sido creados y al polvo volveremos. Y son tantos los momentos en los que, mirando nuestra vida personal o la realidad que nos rodea, nos damos cuenta de que la existencia del hombre 'es tan sólo un soplo, se inquieta por cosas fugaces y atesora sin saber para quién'", afirmó, citando el salmo.

El Papa sostiene que esa "fragilidad" humana es experimentada, dice, "en nuestros cansancios, en las debilidades que debemos afrontar, en los miedos que nos habitan, en los fracasos que nos queman por dentro, en la caducidad de nuestros sueños, en el constatar qué efímeras son las cosas que poseemos". "Hechos de cenizas y de tierra, palpamos la fragilidad en la experiencia de la enfermedad, en la pobreza, en el sufrimiento que a veces irrumpe de manera repentina sobre nosotros y sobre nuestras familias", alega.

Pero, añade, las personas también se percatan de su propia fragilidad al descubrirse expuestos a la vida política y social de su tiempo y a los "polvos en suspensión" que contaminan el mundo. Agentes contaminantes como "la contraposición ideológica, la lógica de la prevaricación, el regreso de viejas ideologías identitarias que teorizan la exclusión del otro, la explotación de los recursos de la tierra, la violencia en todas sus formas y la guerra entre los pueblos". "Todo ello es como 'polvo tóxico' que enturbia el aire de nuestro planeta, impidiendo la coexistencia pacífica, mientras crecen en nosotros cada día la incertidumbre y el miedo al futuro", advierte.

Francisco además critica en el texto que la sociedad contemporánea "intente exorcizar de muchas maneras" el "drama de la muerte", incluso excluyéndolo de sus lenguajes. La muerte, subraya, "se impone como una realidad con la que debemos lidiar, signo de la precariedad y transitoriedad de nuestras vidas". "Así, a pesar de las máscaras que nos ponemos y de los artificios a menudo ingeniosamente creados para distraernos, las cenizas nos recuerdan quiénes somos", advierte. El pontífice argentino defendió la esperanza de que, "al final de nuestra peregrinación terrena nos espera un Padre con los brazos abiertos".

El cardenal Donatis guió al resto de purpurados, obispos, clérigos y religiosas en la tradicional procesión del Miércoles de Ceniza desde la iglesia de San Anselmo hasta la basílica de Santa Sabina, donde se impuso la ceniza en la frente de los participantes. Antes de leer la homilía preparada por el Papa, De Donatis dijo sentirse "profundamente unido a él" y le agradeció por sus "oraciones y sus sufrimientos por el bien de la Iglesia entera y de todo el mundo".

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