Las huellas de la pandemia en la salud mental: los menores se llevaron la peor parte

Los casos de trastornos mentales han aumentado tras la crisis del Covid, pero no han sido "el tsunami" que se preveía

Las cifras del Covid-19, cinco años después

Un niño con una mascarilla se asoma a la ventana de su casa. / EFE
Agencias

14 de marzo 2025 - 03:59

Madrid/Con la pandemia han aumentado los casos de trastornos mentales pero no han sido "un tsunami" como se preveía, aunque sí se ha desbordado un vaso, el de los menores, que antes de 2020 ya estaba casi lleno con un incremento de intentos de suicidio, de autolesiones y desórdenes de la alimentación, fundamentalmente.

Antes de que la mayor crisis sanitaria del siglo XXI paralizara el mundo, la salud mental en la población adulta en España era similar a la de los países del entorno, según señala el jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid e investigador principal del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM), José Luis Ayuso.

El aumento de las consultas por ansiedad, estrés o depresión protagonizaban ya una tendencia al alza, agrega la portavoz de la Sociedad Española de Psicología Clínica-ANPIR, Irene de la Vega. Pero la infancia y la adolescencia se llevaban la peor parte.

"Había una tendencia creciente en las cifras de mortalidad por suicidio, particularmente relevante y preocupante en la población joven, donde ya antes de la pandemia era la primera causa de muerte no accidental", asegura el psiquiatra.

Pandemia y confinamiento

Con ese escenario, irrumpió la pandemia y con ella, el confinamiento, las mascarillas, la ansiedad, la incertidumbre y el dolor por la pérdida de familiares a los que no se les pudo decir adiós. "Las situaciones de duelo...pero también tener a un familiar en la unidad de cuidados intensivos durante mucho tiempo creaba unas situaciones con problemas emocionales a los que tuvimos que hacer frente", recuerda Ayuso.

Además de las personas que habían perdido a familiares y no pudieron vivir un duelo normal, había otros grupos especialmente vulnerables al confinamiento como las mujeres, que tenían una carga de cuidados y aquellas que eran víctimas de violencia machista, además del personal sanitario, los menores y las personas mayores.

"Es verdad que en aquel momento se habló muchísimo de salud mental y hubo voces que decían que iba a haber un tsunami de trastornos mentales y demás, y eso en realidad no ha sucedido. Hubo población que sufrió y sigue sufriendo pero la gente se adaptó lo mejor que pudo, la capacidad de adaptación fue buena", considera De la Vega.

Sí han seguido aumentado en adultos los casos de trastornos mentales comunes como la ansiedad o la depresión pero "no tanto como se esperaba, no ha habido un desbordamiento", destaca la psicóloga clínica, quien trabaja en la unidad de Trastornos de Personalidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid.

Además ha habido un repunte, ya desde la pandemia, en el consumo de ansiolíticos y antidepresivos, lo que implica que "la gente en general está como más ansiosa, más deprimida".

De hecho, España es el país de mayor consumo de benzodiacepinas del mundo; en la última Encuesta Europea de Salud, un 10,8 % de la población respondió haber tomado algún tranquilizante en las últimas dos semanas, sobre todo las mujeres, que doblan en el consumo a los hombres.

El golpe a la infancia y a la adolescencia

En el caso de los menores si ya la prevalencia de trastornos mentales en niños y adolescentes era "en general alta antes de la pandemia", con un aumento de casos de trastornos autolesivos, de alimentación y conductas suicidas, también por ansiedad y depresión, durante y después de la crisis sanitaria, empeoró.

"Hubo un repunte relacionado con el confinamiento. Aunque éste no fue la única causa sí pudo ser un factor de estrés. No se puede decir que la pandemia causara esto en los niños y adolescentes, pero a lo mejor, a una generación que ya tenía cierta predisposición, fue como un factor estresante", un detonante, incide De la Vega.

Como ejemplo, la psicóloga clínica apunta que los casos de trastornos de la conducta alimentaria han aumentado entre un 20 y un 30 % en comparación con antes de la pandemia.

Por su parte, la coordinadora del Comité de Salud Mental de la Asociación Española de Pediatría (AEP), Paula Armero, explica a EFE que la pandemia fue "un trauma para todos" pero para los menores, para quienes las rutinas son tan importantes, más.

Los adolescentes no podían verse con sus amigos, el sistema de estudio cambió con el cierre de los centros educativos y "se respiraba incertidumbre cuando en esas etapas lo que se necesitan es seguridad".

"Digamos que fue como la gota que colmó el vaso, un vaso que ya estaba lleno y se desbordó (...) Al principio de la pandemia veíamos casos de adultos pero después del primer pico gordo, empezamos a ver como las urgencias se llenaban de patologías de salud mental de menores, algo a lo que no estábamos acostumbrados", afirma Armero.

En el caso de los niños pequeños la pandemia, al cambiar las rutinas, les afectó de muchas maneras tales como regresión con el pañal, más rabietas y en la conducta del sueño, entre otros.

La salud mental, en primer plano

Cinco años después, los zarpazos de la pandemia aún se sienten pero si algo bueno ha traído, coinciden los expertos consultados, es que ahora la salud mental está en un primer plano en el sistema sanitario, y, entre otras iniciativas, el Ministerio de Sanidad y las comunidades han aprobado el primer plan nacional para la prevención del suicidio.

"La salud mental no había tenido mucha relevancia en el sistema sanitario, siempre ha estado como en un segundo plano. Y con la pandemia se puso en primer plano. Cuando eso ocurre, se invierten recursos y entonces se hacen planes de salud mental, y se piensa en esto a nivel institucional y eso siempre es bueno, porque, además, veníamos de un déficit crónico de profesionales y de inversión", zanja De la Vega.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último