El singular paisaje de Carmona: Candidatura al Patrimonio Mundial
El singular paisaje de Carmona, ciudad habitada ininterrumpidamente durante cinco milenios, es una destacada candidatura al Patrimonio Mundial
El Consejo de Patrimonio Histórico, en sesión celebrada en Bilbao, el 27 de octubre de 2023, aprobó la inclusión de Carmona en la Tentative List (Lista Tentativa o Lista Indicativa) de España, como candidatura al Patrimonio Mundial. Un mes después, el Ministerio de Cultura y Deportes la presentó, el 26 de diciembre de 2023, dentro la categoría Cultural, a la UNESCO. La denominación oficial de la candidatura de esta ciudad sevillana es Paisaje cultural de Carmona, y el reto, no menor, cuenta con un consejo asesor del que forman parte destacados expertos con reconocido ejercicio: uno de ellos cuenta con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, cuatro con el Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales, además de académicos, catedráticos universitarios de Historia Antigua, de Historia Medieval, de Arqueología, de Geografía Humana, de Antropología, un pintor e historiador del arte, altos responsables de la Administración y de instituciones como el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, el Comité Internacional de Itinerarios Culturales de ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Distintas y todas ellas valiosas son las razones que justifican y fundamentan la candidatura presentada, mas podría considerarse como uno de los motivos principales el ininterrumpido poblamiento del territorio de la ciudad de Carmona durante más de cinco milenios. Atractivo hubo de ser, por ello, este asentamiento en un prodigioso encuentro de paisajes acentuado con la formación de los Alcores, hechos de roca sedimentaria que compacta fósiles marinos, pues las colinas del Alcor son una elevación surgida del empuje de las placas africana y euroasiática, ya que el mar, hace unos siete millones de años, llegaba, en el sur de la península, hasta Sierra Morena, y los Alcores no emergieron de los fondos abisales, por las tectónicas conmociones de las placas, hasta finales del periodo terciario. Asimismo, el más ancestral de los homínidos acaso empezara entonces a utilizar dos piernas para deambular por los arrabales del mundo, sin saber que anunciaba la fundación de la humanidad, aunque la especie humana más bien apareciera en el cuaternario, tras un proceso evolutivo de millones de años.
En la cuenca del río Corbones, que atraviesa la colosal inmensidad de la Vega de Carmona, se asentaron los primeros pobladores en el Neolítico. Y estos, acostumbrados a mirar al cielo y los cuerpos celestes, dieron con que era buena cosa afincarse en el promontorio donde Carmona corona los Alcores: un casi inexpugnable emplazamiento que, además, es la transición entre la Vega del río Corbones y las Terrazas del Guadalquivir. Tiempos ya del Calcolítico, en los que se abre el padrón de los primigenios carmonenses, antecesores de las incontables generaciones de paisanos que se suceden hasta esta posmodernidad, ya menos novelera, pero todavía incierta, de la tercera década del siglo XXI.
Defensa reforzada, la que ofrecía Carmona en una altura idónea, y mirador estratégico para quedar tan absortos ante la contemplación del paisaje como atentos a la cercanía de invasores, conquistadores o sitiadores que nunca tuvieron fácil rendir el lugar. La ininterrumpida ocupación de este a lo largo de los milenios ya es razón de reconocimiento mundial, pero cuando las civilizaciones se establecen y suceden, para conformar la historia, dejan el testimonio de su presencia. De forma que, en el caso de Carmona, el singular paisaje del espléndido sitio del orbe que ocupa se adorna, primorosa y monumentalmente, con un patrimonio sensacional.
La ciudad fue declarada Conjunto Histórico el año 1963 y cuenta con diecisiete Bienes de Interés Cultural, entre los que destaca el bastión, de origen cartaginés, del Alcázar de Abajo, cuya Puerta de Sevilla es uno de los escasos lugares del mundo donde los milenios parecen pasar de un lado al otro de un intervalo prodigioso, entre puertas y sillares acomodados con la argamasa de los siglos. Por razón de Abajo, ha de haber también un Alcázar de Arriba, o del rey Pedro I, que levantó un palacio, entre las murallas almohades, asemejado al Alcázar de Sevilla. O el desaparecido Alcázar de la Reina, que defendía la Puerta de Córdoba, actual acceso a la ciudad, entrada que preserva su empaque romano, para que el cardo máximo atraviese el callejero de una puerta a otra. Esta es solo una muestra de la configuración del paisaje cultural, del todo hermanado con el natural, pues el catálogo de iglesias y conventos, de casas palacio, de encrucijadas del callejero donde reverberan los trajines de la judería, de lienzos de piedra y cal de la arquitectura local, deudora de los alarifes mudéjares, es fabuloso en su inventario.
En definitiva, la milenaria convivencia entre los habitantes del espacio urbano y las configuraciones del espacio natural atribuye destacada relevancia a la candidatura de Carmona, ciudad reconocida hace poco, además, por la Secretaría de Estado de Turismo, con el segundo premio como mejor destino turístico español de calidad. El singular paisaje de Carmona ha reclamado durante milenios y ha de continuar haciéndolo revestido como Patrimonio Mundial.
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