Cabezas Rubias, donde sentir el Andévalo más genuino

Contenido ofrecido por el Ayuntamiento de Cabezas Rubias

En este municipio la tradición y la gastronomía se convierten en dos pilares fundamentales del sentir rubiato

En sus calles el pueblo atesora una historia única desde finales del siglo XIII

Cabezas Rubias

27 de septiembre 2024 - 05:00

Un antiguo fandango canta: " Se fueron las aguas turbias y los malos sinsabores, se fueron las aguas turbias y fundaron sus amores gentes de Cabezas Rubias ¡Ay! Naciendo, las nuevas flores". Este sentir popular que se ha ido cantando de generación en generación retratando el asentamiento de colonos en el Campo de Andévalo al amparo de repoblaciones de los señores de Niebla.

Esto sucedió a finales del siglo XIII y principios del XIV, lo que dio lugar al municipio de Cabezas Rubias pocos años después, cuando en 1309, se le concedió una dehesa boyal para poder criar ganado e incrementar los habitantes. Por entonces se llamaba: Cabeza de Andévalo. Después se le añadirá el topónimo Rubias en honor a los cabezos rojizos de los alrededores. En torno a 1325 ya se había convertido en aldea de Niebla.

Un enclave situado en un medio natural privilegiado, las tierras rubiatas, que ha convivido con el aprovechamiento más tradicional de la sierra, con la ganadería y la agricultura a su cabeza. Su historia, sus fiestas, su gastronomía, su naturaleza y sus gentes son una excelente invitación para adentrarnos en el Andévalo más puro y genuino.

De un espacio difícil, marginal, periférico y fronterizo los vecinos de Cabezas Rubias han conseguido desarrollar y construir un enorme patrimonio natural y cultural, caracterizado por las casas encaladas con tejados rojizos a dos aguas.

 La llegada de diversas civilizaciones ha permitido que el término municipal este salpicado de yacimientos arqueológicos, siendo los más antiguos los calcolíticos. Pero también destacan elementos del patrimonio religioso como la iglesia parroquial bajo la advocación de la Patrona Nuestra Señora de Consolación, construida a finadles del siglo XVIII.

Cabezas Rubias, donde nadie es forastero / M.G.

Pero el elemento más significativo del pueblo no es otro que su Molino de la Divisa, uno de los más bellos que se puede ver por toda la provincia onubense. Esta construcción formaba parte de la red de molinos que iba desde Niebla a Portugal y levantado en la segunda mitad del siglo XVIII siguiendo uno de los tres esquemas de molino mediterráneo, el más abundante en España.

Ahora, después de una dura vida de trabajo, el molino La Divisa se encuentra restaurado y puede ser visitado fácilmente por cualquier viajero que quiera disfrutar de una excelente vista del pueblo y del comienzo de la sierra del Andévalo.

Otro elemento imprescindible para vida en el pueblo es, sin duda, la naturaleza. Cabezas Rubias posee un patrimonio natural de más de 2.000 hectáreas con repoblaciones de pinos y eucaliptos, cercana al poblado del Mustio, llamada La Sierra. Una inmensa finca de que la convierte en un territorio ideal para practicar deportes como la caza o el senderismo. Su situación, climatología y diversidad de carriles y caminos la posicionan muy bien para ofrecer al turista rutas de senderismo.

La importancia de la tradición

Cabezas Rubias se nutre de un gran calendario festivo que comienza el 20 de enero con la festividad de San Sebastián, uno de los hitos del calendario festivo rubiato.

Desde los años 80 del siglo pasado se celebra la Romería de San Sebastián el segundo fin de semana del mes de mayo en el cabezo 'El Buitrón'. En dicho cabezo se encuentra otro de los monumentos a visitar en Cabezas Rubias, la 'Ermita de San Sebastián', construida en 1989.

Su diseño sigue las directrices del barroco andaluz, de carácter humilde, consta de un solo cuerpo y un pequeño ábside en el que se sitúa el altar, lugar don se encuentra la imagen de San Sebastián. Fue construida y sufragada por todos los vecinos del municipio. A mediados de agosto se celebra la popular feria en honor de Nuestra Señora de Consolación con actividades tradicionales como las carreras de cintas a caballo en la calle Rincón.

Un rincón para degustar el Andeválo

La gastronomía del municipio está estrechamente ligada a la ganadería de cerdos, ovejas, cabras o vacas y a recursos naturales como las setas, donde destaca el gurumelo. La sabiduría de las mujeres ha proporcionado excepcionales platos como la caldereta de cordero, el guisado de revoltillos, gazpacho de invierno o los potajes y cocidos de gurumelos. Los dulces y postres no le van a la zaga destacando los gañotes, tortas de chicharrones, poleas, piononos, rosas y roscos.

En definitiva, Cabezas Rubias es una tierra amable con una variedad de encantos por enseñar a sus visitantes

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