Todos los errores que han llevado a 'Caiga quien caiga' a la cancelación
Todos los errores que han llevado a 'Caiga quien caiga' a la cancelación

La nueva versión de Caiga quien caiga ha caído pronto y mañana dirá adiós en las noches de Telecinco. No era el mejor horario posible, aunque fuera en prime time, en una cadena en crisis donde habría que tener una paciencia y margen de tiempo para reorientar la parrilla que no lo van a aceptar los accionistas de Mediaset. Es más fácil tirar por el lado de las tentaciones y los supervivientes. La estrategia durante más de dos décadas de Paolo Vasile de entregarse a la fabricación de polémicas entre anónimos y famosos de medio pelo tiene un altísimo coste para revertir a largo plazo.
Caiga quien caiga, formato retomado por Warner, pertenece a otro tiempo, a esa época donde Telecinco se zafaba de las Mamachichos y los humoristas de Lazarov, en una parrilla de tono irreverente y desenfadada. Eran los años de El informal o de las series de Globomedia encabezada por Médico de familia. Todo ello formaba parte de un universo común, atractivo para una audiencia que buscaba alternativa cuando había pocos canales.
CQC se trabajó una parcela propia cuando estuvo a punto de ser cancelado por entonces: los domingos en la sobremesa. Con Wyoming y una cuadrilla de tipos que caían bien porque ponían en aprietos a los políticos aznaristas, que eran una panda de estirados. El público lo agradeció. Tras aquello Wyoming (podrá caer mejor o peor) mantiene el rictus y estilo. Lleva casi veinte años en El intermedio.
En una cadena de realities y espacios producidos por la corte de Ana Rosa, CQC entró revirado en la noche. Santi Millán no puede ser el presentador para todo. No era el idóneo. El formato se merecía un rostro propio y no un rostro de entretenimiento que ha aparecido en tantos otros formatos. Y requería otro horario, decíamos. Además de echar mano de reporteros que no sólo sean influencers reconvertidos para la televisión. En la cantera de periodistas en paro hay talento de sobra. En estos tiempos los propios políticos juegan a la notoriedad viral, a dar la nota, a ser el más provocador. Es más difícil provocarles en la dirección correcta.
Hay otros espacios (el mismo Todo es mentira en Cuatro) que dan rienda a la sátira diaria y a cada minuto las redes son capaces de hervir cualquier polémica. Antes CQC era un regalo semanal, ahora era solo un espacio más. Pero una marca, un formato y una concepción vigente si se les respetaba probar y reinventarse. Uf, y pedir todo eso en la actual Telecinco...
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