El cajón de Miranda

Un torero en la temporada

Valencia de Alcántara y Olvera marcan con ocho orejas y un rabo la contundente racha del torero triguereño

David de Miranda
David de Miranda / Rafael García Rebollo
Paco Guerrero

25 de agosto 2024 - 11:16

Huelva/Dos salidas a hombros. Contundentes las dos. Valencia del Alcántara y Olvera. Por detrás, una sólida actuación en Dax frente a un corridón de Pedraza de Yeltes. Por delante, Utrera el 8 de septiembre, el día de muchas vírgenes. Más allá, lo que devengue  una temporada que discurre ya por sus últimos tramos pero que sigue dejando ver el brillante momento del triguereño.

Ha sido un fin de semana en el que regalar sensaciones al aficionado. Sensaciones buenas; de toreo y de momento; de madurez torera. De esa madurez que hace rondar en la cabeza de un torero el triunfo siempre; sea Alcántara, Olvera, Dax o Sevilla. Es la permanencia de ofrecer sensaciones a una temporada que exigía respuestas y a las que David ha respondido con una contundencia que no asombra pero sí certifica ese ansia de todos los que, por una u otra cosa, admiran y siguen al triguereño y desean para él. Andar, andar, andar y no detenerse.

Ocho orejas y un rabo frente a cuatro toros. Contundencia con la espada que se ha convertido en la gran aliada de un torero que ha traspasado esa puerta del valor espartano para dejar gusto y sensaciones a un tendido que no pretende asustarse. Cuando se quiera entender el porqué de este importante momento de David de Miranda debe ahondarse en la interpretación que el de Trigueros hace ahora mismo del toreo. Hay armonía y cadencia en todo ese toreo al que sustenta infinitamente fuerte el valor que siempre tuvo el torero, sí. Pero hay otras muchas cosas más que el tiempo y la madurez le han traído al triguereño. Y sí, hay otro David dentro de Miranda. Ese torero capaz de ver cosas diferentes en cada toro que le deja la temporada y sorprender;

Con lo de Huelva. Miranda abrochó el último vértice de un cajón. Su alternativa de manos de José Tomás, las dos orejas del juampedro de Madrid, Las dos del de Santiago Domecq en Sevilla y seis bellas y emocionantes lidias en La Merced.

Esos cuatro puntos dan forma a un cajón donde los toreros meten todas las tardes de su vida torera. Sin cajón, antes no había nada. Intenciones, orejas; cabos sueltos que nunca hacían montón. Sin ese cajón ni Valencia de Alcántara, ni Olvera, seguramente tampoco Dax, hubiesen significado nada del otro mundo. Hubiesen significado lo que entiendo que significan para David, que no es otra cosa sino confirmación y firmeza ante una nueva etapa del torero. Seguramente, nada tendría sensación de conjunto y la brillantez, que la hubiese tenido sin duda; habría sido más cosa efímera en el recuerdo de los más cercanos.

Porque esa caja imaginaria que ahora tiene Miranda le dan aun más sentido a toda una vida torera llena de exigencias y ya no deja salirse los recuerdos; todos esos triunfos deslabazados en el tiempo y atrapados ahí Porque ahí en ese cajón que abrocha una tarde de seis toros en Huelva tiene más vivo ahora el recuerdo de dos tardes importantísimas en las Colombinas 2023 y otras cosas más, muy importantes acontecidas en la trayectoria del torero.

Que por supuesto Miranda no es infalible, claro que sí. Que tendrá que haber vacíos en el triunfo alguna tarde, por supuesto. Quien piense que esto no puede suceder con el triguereño anda sin norte en toda esta historia. Porque en lo lícito del triunfo, debe estar en algún momento la imposibilidad de no lograrlo. No es la presión lo que da alas a alguien que se juega la vida conscientemente frente a un toro sino la serenidad que te otorga el oficio, la madurez personal y desde luego las personas en las que confías.  Las que deben aprender a madurar junto al torero en el que creen. Sin prisas y sin fanatismos que quieran justificarlo todo, pero estando ahí a pies juntilla cuando haya que estar.

Pienso que en esas coordenadas está ahora mismo la vida personal y profesional de un torero puesto con contundencia dentro de la temporada. Otra cosa es que esta se quiera hacer la dormida o mirar de reojo, casi con desdén, a los que enseñan credenciales y argumentos.  

Pero Miranda, ahora sí, está ahí. Y habrá que rematar de la mejor forma esta temporada 2024 que se ha puesto bonita y aspirar a mirar con mucha más ilusión que todo lo que tenga que llegar. Que llegará.

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