David Ramírez en la Corte de Beas
Novilleros de Huelva
El Casino de Beas rememoró el triunfo en Ubrique ante una multitud de paisanos.
Esta tarde torea en Villarrasa.
Beas/Le han pasado por encima diez noches a esa con la que octubre abrochaba sus cuentas con el tiempo. A la noche le sobraban argumentos para no ir pero indiscutiblemente había otros muchos por los que estar en la llamada de Juan Carlos y sus gentes del Casino de Beas.
Habrá que hablar algún día de la labor de promoción y respeto que este rincón social de Beas le deja desde hace ya mucho tiempo a la Fiesta.
El otro tirón argumental de la sesión lo llevaba en sí mismo la figura de un joven torerillo que anda por diversos motivos en ese ‘olor de multitudes’ que da el éxito de un momento dulce, como es David Ramírez.
David apenas levanta en su curriculum una incipiente carrera como novillero sin caballos. Es casi un principiante en ese apasionante juego con el toro. Inapelable fue que ese revuelo que le dejó como triunfador del festejo novilleril de Ubrique sirviera como testigo de esa fiebre de expectación con la que se mostraba el salón de actos del casino antes de sentarse a hablar de muchas cosas en ese alarde de sincera emotividad con la que la situación le dejó expresarse.
A fe que le dejó a la ocasión un sorprendente ramillete de respuestas. Respuestas de las que miden una personalidad ante la vida que siempre además ha reflejado ante el toro. David pertenece a esa hornada de nombres novilleriles que le nació a Huelva hace apenas dos temporadas. Un desconocido allá en esas fechas que por su escasa experiencia se apuntaba en la ‘cola del pelotón’ de chiquillos, pero no así por la expresión de torero que se marcaba en la plaza ante el añojo o el eral desde que apareció en los apuntes de nuestra libreta. No importaba verlo inexperto, simplemente gustaba verlo. Andar, colocarse, sentirse; expresar ante el toro.
Ya no es el último de la clase sino que encabeza esta nueva tropa de novilleros de la tierra. El éxito de Ubrique marca el horizonte en su vida torera. Es el sumun de cualquier sueño del que empieza a vestirse de luces; a juguetear con el toro; a sentirse torero porque se acumulan en tu vida los aficionados llevando en volandas un instante de tu vida; La ocasión de expresar cosas y se te entiendan.
Fue, esta que les relato, una de esas grandes noches taurinas que se le recuerden al casino de Beas; un salón repleto de jóvenes tan jóvenes como el propio torero pero también de gentes que representan con veteranía a muchos otros curtidos en la experiencia de una afición. Beas anda revuelta en torno al chiquillo. Avasalló Ubrique y hoy ocupará Villarrasa porque David es desde hace ya algún tiempo su torero. Esta tarde. En otro paseíllo, el primero después de Ubrique y con un cartel muy bonito lleno de Huelva por todas sus costuras. Un cartel de los que apetece ver. Sin duda que sí.
Más el centro de este artículo es David. David Ramírez. En ese equilibrio que la vida le otorga de triguereño y de beasino y que bien supo defender la otra noche. En el triunfo de Ubrique está la fiebre de pasión con la que Beas se ha tirado a la calle. Y hace bien. Hasta la victoria final como diría aquel.
Aunque personalmente me interese más ese equilibrio en sus respuestas porque deja la confianza de que el hilo argumental de David tiene recorrido firme en el toreo. Incluso cuando algún día nadie viaje con él seguirá teniendo recorrido esa vocación torera.
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