Roca arrasó y Aguado deleitó
Octavo festejo de Sanfermines
El peruano volvió a abrir la puerta grande de Pamplona
Pablo realizó una faena digna de Sevilla en el tercer toro de la tarde
Cayetano no tuvo opciones con su lote de Jandilla
La importancia de Daniel Luque
Ficha de la corrida
Plaza de toros monumental de Pamplona
GANADERÍA: Seis toros de Jandilla muy bien presentados y con tres toros con más clase que raza, el lote de Roca y el primero de Aguado.
TOREROS: Cayetano, de blanco y plata, silencio en ambos con aviso en el cuarto. Andrés Roca Rey, de tabaco y oro, oreja en ambos. Pablo Aguado, de grana y oro, oreja y ovación.
CUADRILLAS: Destacaron a pie Joselito Rus, Antonio Manuel Punta, Francisco Durán Viruta y Diego Ramón Jiménez; a caballo, José Manuel Quinta.
INCIDENCIAS: Tarde despejada y fresquita con fuertes rachas de viento. Se colgó el cartel de no hay billetes. Andrés Roca Rey salió en hombros por la puerta grande.
GALOPANDO inexorablemente hacia ese “pobre de mí” que llenará de nostalgia el domingo volvía Andrés Roca Rey a esa tierra conquistada por su muleta y su espada que es Pamplona. La vieja Iruña rendida a un veinteañero de allende la mar océana y en este viernes, la expectación se desbocaba gracias a la atracción que ejerce este joven limeño y que hacía el paseo junto a Cayetano Rivera Ordóñez y Pablo Aguado, el recurso encontrado por la MECA para recomponer un descosido llamado José Antonio Morante Camacho, Morante de La Puebla en los carteles. Y para ellos, una corrida de lujo, precisamente la que dio mejor juego en los sanfermines de 2023. Toros de Jandilla de irreprochable presentación y que dio tres toros de muy buen juego para la muleta, pero con más nobleza que raza. El lote de Cayetano no embistió, como tampoco, áspero y deslucido, le sirvió el sexto a Pablo Aguado.
El orden de prioridades lo establece ese ciclón andino que manda en el toreo y que se mueve en Pamplona como si estuviera en el patio de su casa. En una declaración de intenciones, Andrés Roca Rey hizo algo que no suele ir en su repertorio. En sus dos toros se fue a portagayola y a partir de ahí se manejó como un vendaval. En una tarde tan ventosa como la de ayer, tiró hacia adelante en todo momento, dio un variado recital con el capote en sus dos toros y la sensación de que estamos ante un torero que no se para en barras y que triunfa aunque no tenga otra salida que atropellar la razón.
Con el cinqueño Pasota hizo que Pamplona rugiera cuando se plantó de rodillas en los medios para torear en redondos con la inclusión de algún pase cambiado por la espalda. Sabe el limeño qué teclas tocar en esta plaza y lo hace desde una sinceridad indudable. Antes le había replicado a Aguado en un quite por apretadas chicuelinas. Estaba Andrés en su salsa ante un toro de embestida larga y que en la muleta era un prodigio de temple. Formó un lío que se multiplicó en el arrimón nuestro de cada día. La espada quedó baja y el premio no pasó de la oreja, pero aquello no había hecho más que empezar. Con el jabonero Omeya, nuevamente a esperarlo en chiqueros para bordar la verónica con el plus de hacerlo con ambas rodillas en tierra. Asombrosa la labor de Roca en este toro con el capote. En el último tercio vimos al Roca Rey más ortodoxo que recordamos. Desde los hieráticos estatuarios a los naturales largos, ligados, ceñidos y templados, la dimensión de Andrés se multiplicó. Lo mató de estocada arriba, pero el premio no pasó de esa oreja que era el salvoconducto con el que enfiló una vez más a hombros el Paseo Hemingway. Decididamente, el toreo cuenta en la actualidad con una locomotora que tira de él y esa se llama Andrés Roca Rey.
Estuvo a punto de acompañar al peruano en esa salida en hombros Pablo Aguado. Al sevillano le tocó en el sorteo un lote completo de cinqueños y de ellos fue muy noble y franco en sus embestidas Jaramago y absolutamente negativo el colorado Ratero. Con el primero tuvimos la dicha de ver a Pablo Aguado en estado puro cuajando una faena que bien hubiera merecido realizarse en la Maestranza. Salió a relucir ese prodigio de naturalidad que lleva Pablo en sus muñecas y por momentos creímos estar viendo a Pablo cierto viernes de Feria de hace un lustro. Muy bueno el toro y extraordinaria la naturalidad y elegancia de Pablo, lo mató por arriba y le cortó una oreja. En el sexto estuvo muy por encima y hasta algún cartel de toros salió de su sedosa muleta ante un toro que embestía a cabezazos. Actuación excelente de Pablo que le deja abiertas de par en par las puertas de Pamplona.
Cayetano goza de gran predicamento en esta plaza y hasta le pidieron la oreja de Opaco, primero de la tarde. Estuvo por encima del toro, pero sin grandes alardes. En el cuarto, Zabra, estuvo queriendo, pero la faena fue sin ton ni son. No tuvo suerte Cayetano con el lote que le correspondió, por lo que no tuvo opciones para corresponder al cariño con que siempre le reciben en Pamplona.
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