¿Te acuerdas del polémico caso de la secta de Mazagón?

Bucear en el emblemático archivo de los casi 40 años de trayectoria de Huelva Información nos lleva a recordar momentos históricos que marcaron una época.

La peligrosa Secta de Mazagón

El caso fue noticia de portada de este periódico un 23 de noviembre de 1992
El caso fue noticia de portada de este periódico un 23 de noviembre de 1992 / M.G.
S.V.

23 de noviembre 2022 - 16:38

Bucear en el emblemático archivo de los casi 40 años de trayectoria de Huelva Información nos lleva a recordar momentos históricos que marcaron una época.

Un 23 de noviembre de 1992, por ejemplo, la portada del periódico onubense estuvo dedicada a las últimas novedades de un caso que mantuvo en vilo a toda la provincia.

Se trata de 'la peligrosa Secta de Mazagón'. Una trama que dejó una víctima mortal y que todavía hoy muchos de la época recuerdan.

¿Qué pasó un día como hoy hace 30 años?

'La sentencia de la secta de Mazagón se hará pública hoy', rezaba el titular de Huelva Información un 23 de noviembre de 1992.

La Audiencia Provincial de Huelva, que juzgó entre el 22 y el 31 de octubre de ese año a los siete procesados en el polémico caso, hacía pública ese día, a las 11:00 de la mañana, la sentencia.

El fiscal solicitó una pena total para los siete procesados de 185 años de prisión.

¿Qué ocurrió?

La historia tuvo como protagonista a Ana María Camacho Carrasco, guía espiritual del grupo y componente de la secta para la que el fiscal pidió 69 años de cárcel por considerarla responsable de los delitos de asesinato, detención ilegal, estafa, falsedad en documento oficial, favorecimiento del consumo de sustancias psicotrópicas y lesiones.

Ana comenzó a organizar reuniones semanales orbitando en torno a lo espiritual. Algunos de aquellos asistentes pasarían a la triste historia de este caso: Fernando Asanza, Emilia Gallego, María Soledad Loma, María Rosa Lima o José Manuel Sánchez fueron los primeros adoctrinados por la líder de este grupo sectario.

Pronto abandonaron sus hogares, sus relaciones, sus amistades y se unieron a Ana Camacho, quien les adoctrinó con su supuesta capacidad de contactar con el mundo de los espíritus.

Aquella comunicación con el más allá transformó sus vidas, ya que aquellos espíritus ordenaban incluso castigos físicos y Ana Camacho entraba en diferentes estados en los que predominaba el odio, la ira y todo aquello que podía ocasionar daños a sus semejantes. Los castigos llegaron a ser tales que aquellos adeptos eran azotados, heridos, quemados, cortados.

Con el paso del tiempo, Ana incluso les llegó a administrar psicotrópicos (centramina), que conseguía gracias a Fernando Asanza. Éste declaró sobre las maldades de Ana Camacho que: “Solía pegarnos con unas fusta e incluso una vez me dio cuarenta latigazos. En otra ocasión, diciendo estar poseída por el espíritu de Juan, uno muy cruel, me cogió con unas tenazas el prepucio hasta hacerlo sangrar. En otra ocasión apagó un cigarrillo en mi lengua o con una pinza me cogió la lengua hasta dejarla colgando y con graves heridas”.

Otra de las adeptas, María Rosa Lina, escapó del infierno de Mazagón, visiblemente disminuida y con las secuelas en su cuerpo de la estancia en la secta. Fue capturada junto a la estación de tren cuando esperaba al que la llevaría a Huelva y así regresaba al hogar junto a Ana Camacho.

En los días sucesivos fue torturada mientras estaba atada a la cama, se le administró mepivacaína –un anestésico tóxico- y prosiguieron las torturas y las palizas hasta que entró en un coma del que jamás salió, falleciendo en el Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla.

Tras esto, todos los miembros de El Espíritu del Gran Águila (nombre de la secta) fueron detenidos y juzgados: Ana Camacho Carrasco fue finalmente condenada a 26 años de prisión; María Camacho Carrasco fue condenada a un año de prisión; José Manuel Sánchez Palancar a siete años; María Asunción Muñoz Álvarez a dos años de prisión; Concepción González a dos años; Emilio Gallego Vargas a dos años; y Fernando Asanza Fernaud a 310.000 pesetas por encubrimiento de un delito de homicidio, falsedad de documento oficial y por favorecer del consumo de sustancias psicotrópicas.

El perfil de la secta de Mazagón se ajustaba al de una secta destructiva, es decir, un grupo de personas que seguía un determinado movimiento ideológico o religioso en la cual se practicaba el control mental, bajo una apariencia inofensiva, siendo muy peligrosa y destructiva hacia sus miembros entrando en acciones violenta con tintes, suicidas, homicidas y hasta genocidas.

Entre sus adeptos personas que tenían problemas sociales y de relación con otras personas, problemas emocionales, frágiles de carácter, pasivos, con necesidad de protección, nivel cultural medio o bajo y provenientes de familias rotas... Todo un caldo de cultivo.

Novedades del caso de la secta de Mazagón en Huelva Información durante el 1992
Novedades del caso de la secta de Mazagón en Huelva Información durante el 1992 / M.G.
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