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Bollullos y Cartaya viven un derbi desde la relativa tranquilidad

Los jugadores del Cartaya durante un calentamiento.

Los jugadores del Cartaya durante un calentamiento. / AD Cartaya

Suponemos que el discurso de los entrenadores en la previa habrá ido destinado a la concienciación del momento. 35 puntos cada uno, y, al igual que La Palma, a falta ambos de una victoria y poco más para asegurar la permanencia. Volviendo al discurso, lo imaginamos así. "Llevamos mucho tiempo sufriendo, y ahí delante está la luz, no podemos relajarnos ahora. Es el momento. Hay que dejarse la piel y el que tenga algo más, que también se lo deje”.

Así el asunto y dando el discurso por bueno, Bollullos y Cartaya saltarán al escenario a no conceder nada y a no cometer errores. En citas así, cargada de emotividad por lo que supone medirse dos equipos conciudadanos, la prevención suele imponerse. Otra cosa será si las hostilidades se desatan a primera hora. Entonces, y solo entonces, el discurso se va por la puerta y todo lo que suceda a continuación será incontrolable.

Si el avispero se agita, es posible que podamos ver un partido de insospechadas aventuras, aunque no vemos al Cartaya desmelenado porque si algo cuidad Limón, es el orden. Todo dependerá de quién se adelante primero. Porque el que sufra el primer contratiempo, se verá en la obligación de cambiar sustancialmente el guión.

Puestos a poner la situación en la balanza, apuntar que hubo un momento en el campeonato que el Bollullos se ilusionó con palabras mayores. Todo desvanecido con la madurez de la Liga que incluso le costó la salida de Mario Rodríguez, que dimitió por varias razones. Mientras, el Cartaya siempre ha sido consciente de sus limitaciones y esas carencias las ha convertido en virtud permanente. No se recuerda una liga tan completa de los rojinegros con tantas cosas en contra. Limón como artífice y con su tropa siguiéndole con los ojos cerrados o llenos de gotas de sangre, que viene a ser casi lo mismo. Es la doctrina del entrenador y todos los demás dicen amén.

El Bollullos ha hecho una llamada a la asistencia y al aliento, señal inequívoca de que se acerca el final y la meta está cerca, porque aunque la ilusión puso los ojos condales brillosos en su momento, la realidad dice que conseguir la salvación también es una meta suculenta.

Es un derbi, que a nadie se le olvide aunque por la distancia es posible que se viva con menor intensidad que otros. Pero es un derbi al fin y al cabo. Con todo lo que ello comporta.

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