El Recreativo llega al partido ante el Real Madrid Castilla bajo la resaca del síndrome de querer y no poder, además conociendo los resultados de Ceuta y Murcia. El vestuario está convencido de dar guerra hasta el final para reconquistar el quinto puesto, pese a la frustración de dejarlo ir ante el penúltimo clasificado por los mínimos recursos ofensivos y su oscuridad en el área rival. Una semana purgando la penitencia y también recargando energías para reaccionar frente a un filial madridista exigido. Todos los envites hasta concluir la temporada serán muy complicados. Y es que tanto Abel Gómez como sus jugadores son conscientes que otro “pinchazo” en el Nuevo Colombino les alejaría bastante del objetivo, que no es otro que terminar en playoff recurriendo al rearme como bloque y la reactivación de la autoestima.

El mes de abril era primordial con tres choques ante la afición por la atmósfera que se crea de jugar como si fuera en el patio de casa con miles de aficionados enganchados, pero el primero de ellos dejó sabor de amargura, decepción y un clima de desconfianza frente a un oponente hundido y al que se le dio hasta esperanzas. El Recreativo tiene claro que el partido ante los jóvenes madridistas es como si fuera una final anticipada porque todo lo que no sea ganar proporciona mucha ventaja a Ceuta, ahora dos partidos seguidos caseros y calendario favorable, y Real Murcia en alza, los más directos en la pugna con el rebufo del Antequera.

El final de temporada para el Decano será al límite y sin fallos. Y Raúl González tiene a su equipo entre talento e inexperiencia asomado al abismo (a cuatro puntos del descenso) y con acuse de inexperiencia. Aquí debería primar la coherencia entre el objetivo de ascenso sin estar en el guion inicial en relación con los recursos económicos, pero el Recreativo afronta el camino más largo para sobreponerse a la acción del acoso continuado que ejerce los adversarios.