Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Inquina on the rocks

El sectarismo ha pasado desde la política a inundar todos los aspectos de la vida y amenaza con dejarnos desarmados

Tal vez sea de lo poco que tiene de positivo el encontrarte en tu trabajo con administraciones de distinto signo político. Cuando todo era más sencillo, con alegrar a uno y molestarlo dos días después, tenías medio camino ganado. Ibas a una sede, les ofrecías la zanahoria previo al palo al día siguiente y les tenías en el bolsillo durante una buena temporada. Ahora todo es más complejo. Las etiquetas nos invaden y a poco que te descuidas, la llevas colgando. Es más que curioso cómo alguien que no te conoce te radiografía al minuto y sabe tu ideología, tu comida favorita, los autores que lees y a quién votas. Muchos de ellos se sorprenden cuando te abrazas con alguien a quien consideran un enemigo irreconciliable y pasas un buen rato con ellos.

El sectarismo nos cala hasta los huesos. Ha saltado de la barrera política a la vida diaria. Nadie parece entender cómo es posible compartir cerveza y pincho con quien no sea tu alma gemela y, lo que es peor, llega hasta hacer desear todos los males del infierno a quien no lo haga. Me pasó hace poco. Me importa más que se estropee una luz de un semáforo de una calle desierta de Kuala Lumpur que los éxitos del Madrid, su alineación y su presidente tan humilde. Cuando hace unos días me encontré rodeado (casi literalmente no se vayan a creer) se personas que no pensaban como yo, la verdad es que ni me iba ni me venía, pero me alegré por ellos, qué quieren que les diga. Mientras no me obliguen a ponerme una camiseta a la que creo que le faltan unas rayas rojas para aproximarse a la perfección, pueden saltar, gritar, bailar y bañarse en la fuente que elijan.

Lo mismo me pasa en la política. Cuando el gobierno central aplica una medida que considero que es buena y da resultado, pues tan feliz oiga. Cuando lo hace la Junta, pues también. La situación económica no es mala. No podemos crecer a más del 4% y estar hablando de crisis galopante, de verdad que no. ¿Que hay problemas? Naturalmente, ¿o pensaban que la guerra en Ucrania nos iba a salir gratis? Cuando se pone en marcha una iniciativa para que una empresa tarde cinco meses y no dos años en trámites, es una buena idea de la que nos salimos beneficiados todos. Cuando John McCain perdió las elecciones en Estados Unidos, se cuadró ante Obama y se puso a sus órdenes como comandante en jefe. Tampoco creo que debamos llegar a tanto. Sencillamente entender que quien nos gobierna en el país, en la comunidad autónoma o en nuestra ciudad, lo hace incluso a aquellos que no le han votado. Sus éxitos serán los nuestros. Son nuestros presidentes y nuestros alcaldes. No cuesta tanto entenderlo. Y se vive mucho mejor.

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