Cuán gritan esos malditos / pero mal rayo me parta / si en concluyendo esta carta / no pagan caro sus gritos”. Así expresaba don Juan Tenorio, también conocido como el Burlador de Sevilla, ante el ruido habitual en el entorno, expresando con furor su rechazo a la algarabía y amenazando con fiereza su intención de combatir la misma. Y lo hace quien era un Burlador, por tanto aficionado al engaño y buscador de impunidad de esa forma de actuar, pero sin caer en la cuenta que esa aparente personalidad terminará pasando factura porque en la vida “quien la hace la paga”.

Comprenderán, pues, que cuando alguien con responsabilidades máximas, utiliza algo que afecta en exclusividad a su persona o entorno, resulta decepcionante comprobar que de ahí, salga una consecuencia amenazante hacia quienes no comparten sus opiniones y transformando lo individual en general y marcar un “punto y aparte” contra ellos desde una posición sarcástica y contradictoria, tal cual es, hablar de regeneración democrática exponiendo posibles medidas antidemocráticas dirigidas a medios de comunicación y judicatura, en un ejercicio selectivo y osado de dememoria, en el que no es precisamente él o sus colaboradores los más indicados para “tirar la primera piedra”, desde el ataque electoral sobre la decencia de Rajoy hasta el lenguaje habitual de sus ministros para enrocarse como víctimas de un complot -judeo-masónico lo llamaba Franco- con tufillo franquista: jurídico-mediático, orientado a: derrocar, aniquilar, jauría, puto amo… al Gobierno que preside y que con estas alusiones al punto y aparte, solo falta recordarnos que cuando los ciudadanos siempre hay una “lucecita vigilante” en la Moncloa.

No, señor Presidente, para ¿salvar? la democracia no se puede plantear el fin de la misma por la vía del populismo y la emotividad.

Ya decía Ortega y Gasset que: “Un periódico es un creador de opinión, no un siervo de ella”. Pues bien, le diré que ayer fue el día Internacional de la Prensa y acaba de fallecer Victoria Prego, referente singular del periodismo independiente, ético y profesional, cuyos trabajos sobre la Transición pueden servirle para documentarse sobre la misma, reflexionar de verdad… y en lugar de fomentar la polarización utilice frente a la difamación los mecanismos establecidos en un Estado de Derecho como el nuestro, en lugar de acabar con la libertad de expresión en un error rotundo de interpretación de ambos conceptos, salvo que su interés sea modificar los principios democráticos por los autocráticos porque, si no es así, nos llevará hacia una innecesaria y desgraciada confrontación social con lo que no cesarán los gritos de alrededor y tendrá que asumir la responsabilidad de nuestros males amén de saber que los “burladores” al final, nunca ganan.

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