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Un artista diferente en Galaroza: “Dejé el Moisés y nos pusimos a hacer mascarillas”

  • Del taller de Moisés Muñiz, en Galaroza, en la sierra onubense, salió la icónica sirena del espectáculo de la Fura dels Baus en el río en tributo a la Vuelta al Mundo

Moisés Muñiz en su taller.

Moisés Muñiz en su taller. / H. I.

Se llama Moisés, como su abuelo. Y en el patio de su taller tiene un Moisés, como el de Miguel Ángel, a escala natural. Moisés Muñiz García (Galaroza, Huelva, 1966) es un renacentista perdido en este pueblo de la sierra onubense. Lo mismo hace gárgolas que vidrieras. Su taller es un museo a escala por el que pasan algunos de sus clientes, aunque dice que el noventa por ciento se comunican con él por internet. La sirena con la que la Fura dels Baus le puso el colofón a su espectáculo de la primera Vuelta al Mundo sobre aguas del Guadalquivir salió de este taller. La fragua de un inconformista nato.

"Mi abuelo, Moisés, era carpintero. Éste siempre ha sido un pueblo de buenos carpinteros. Mi padre, Zacarías, se pasó a la construcción". Está al frente de Sumiseran (Suministros y Servicios Andaluces), una empresa familiar en la que echan una mano Inmaculada, su mujer, con la que se casó el primer día del año 2000 para conjurar todos los malos agüeros, y Sergio, su hijo mayor. Óscar el pequeño, todavía va al colegio.

Aficionado al senderismo por una de las zonas más ricas del país para ejercerlo, a los viajes y a las tecnologías, de las que se declara un fanático, Moisés vive y trabaja rodeado de sus máquinas y de una serie de réplicas que harían las delicias de cualquier coleccionista o aficionado a los fetiches: reproducciones de la Venus de Milo, de la esfinge de Gizeh, la Monna Lisa de Leonardo, el Pensador de Rodin o la Victoria de Samotracia, ante la que uno recuerda esos versos de José Hierro: "yo, como Marinetti, creo ahora / que un automóvil es más bello / que la Victoria de Samotracia".

Con sus anhelos consiguió que el espacio volviera a ser una fábrica. Antaño en este lugar se fabricaban paneles y cajas para peros, fresas y otros productos frutales. El material era madera de los chopos que cayó en desuso con el auge del plástico. Es autodidacta y tiene una regla fundamental: no decirle nunca no a un cliente. El binomio fundamental es una mezcla de la revolución industrial y la digital. "Ordenador y máquina, ordenador y máquina. Estas máquinas pueden estar trabajando cinco días y cinco noches sin parar. Las máquinas no tienen estrés". Trabaja con un material que es derivado del almidón de maíz, "totalmente ecológico, ni huele ni es tóxico".

En la parte alta, como un soberao, están las joyas de su corona. Una docena de máquinas 'ponedoras' que trabajan con el polietileno o el plástico polímero. "Estábamos haciendo el Moisés, pero llegó el covid y nos pusimos a hacer mascarillas que donamos gratuitamente al hospital Virgen del Rocío de Sevilla o el Infanta Elena de Huelva". La pandemia le cogió haciendo los materiales para un parque acuático de Torremolinos que ahora ha reanudado.

Arte sacro y civil. Por el taller de Moisés han pasado Miñarro y otros profesores de Bellas Artes de Sevilla, algunos acompañados de sus alumnos. "Con los pasos de Semana Santa hemos dado el pelotazo. Para hermandades de presupuesto medio les viene muy bien por la economía y para que no les duela la espalda a los costaleros". Allí están las trabajaderas que han salido de sus máquinas: impresoras, fresadoras, aspiradoras.

Lo más lejos que fue su firma es para un organismo público de Kenya. Ha trabajado en reproducciones cerámicas para las espadañas del teatro Lope de Vega, para la Feria del Manga de Sevilla. Hay máquinas con unas bobinas que son como pequeñas rotativas. "Si se estropea una máquina, aquí no puede venir nadie a repararla. Ese trabajo también lo hemos tenido que asumir nosotros". Ingeniería del ingenio que ha transmitido a su vástago, que cambió los estudios en Sevilla por perfeccionar el oficio al lado de su padre.

Moisés Muñiz con una escultura. Moisés Muñiz con una escultura.

Moisés Muñiz con una escultura. / H. I.

Alguien le dijo que por qué no lo patentaba. A base de prueba y error, "porque las cosas nunca salen a la primera", consiguió fabricar unas vidrieras lavables e inarañables "porque la impresión está entre dos cristales y eso es prácticamente eterno". Porque va de la eternidad. "Sirven lo mismo para iglesias que para la decoración de una casa". Ha hecho trabajos para el Escorial y para el Palacio de Sintra.

Galaroza es un pueblo tan unido al agua que una antigua riada devino en la denominación popular de Avenida de Venecia para su calle principal. En el calendario local, cada 6 de septiembre se celebra la fiesta de los Jarritos, que da nombre a una de las dos fuentes; la otra es la de los Doce Caños, muy cerca de la iglesia del Carmen que tiene una imagen de la Virgen embarazada esculpida por La Roldana. Una de sus calles se llama Carretera Sevilla Lisboa por ser el pueblo lugar de paso del autobús que une ambas ciudades. Villa de buenas setas y mejores carpinteros, éstos empezaron a decaer. "Galaroza se ha convertido en una ciudad-dormitorio de las industrias cárnicas de Jabugo, El Repilado o Aracena", dice Moisés. Se oyen las esquilas de las cabras. "Mi hijo y la generación de mi hijo tienen problema para encontrar pareja".

El Moisés a tamaño natural, "también tengo en el tintero la Piedad de Miguel Ángel", es la estrella del patio, con una grúa gigantesca que llega a la planta alta, un corredor con aire de corral de vecinos inspirado en una visita a Santillana del Mar. Aunque hace muchos trabajos ornamentales para Marina D'Or, El Corte Inglés o Ferrovial, la gárgola no es ornamental, "es funcional". Algunos de sus clientes se benefician de su hospitalidad de buen anfitrión, que puede rematar el trato comercial llevando a sus invitados al Rincón de Curro, en Almonaster la Real, o El Padrino, en Alajar, donde está la peña de Arias Montano. Dos Moisés en la sierra de Huelva.

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