Crónica Personal

Máxima incertidumbre

Situación. Habrá un antes y un después de las elecciones catalanas, con un panorama turbulento que afectará principalmente al presidente del Gobierno

Una simpatizante de Junts porta una careta con el rostro de Carles Puigdemont en un mitin de Junts.

Una simpatizante de Junts porta una careta con el rostro de Carles Puigdemont en un mitin de Junts. / David Borrat / Efe

Escenario muy abierto en Cataluña a pocas horas de las elecciones. Los sondeos últimos, que ante la prohibición de ser publicados los manejan los partidos con sus respectivos trackings diarios, más los que publica el Diari de Andorra, recogen que el partido de Puigdemont, llamado también Junts, ha vivido una importante remontada en los últimos días que lo acerca tanto al PSC de Illa que incluso podría superarlo; desde las filas de ERC aseguran, sin embargo, que se ha producido un importante traspaso de votos de antiguos votantes de Convergència que se pasan a las filas del partido de Junqueras y Aragonès.

En el centroderecha constitucional, el PP podría multiplicar por cuatro sus escaños, pasar de tres a 11-12 en el nuevo Parlamento, pero también en los últimos días se le acerca peligrosamente Vox, que podría ponerse por encima del PP como en las anteriores elecciones.

Bajada importante de los comunes de Ada Colau que hoy forman parte de Sumar, lo que supondría un nuevo varapalo para Yolanda Díaz, en situación crítica pues desde el propio Gobierno se hace alarde de que apenas cuenta en el Ejecutivo, y descalabro para la independentista CUP. Con Ciudadanos desaparecido del Parlament, lo que incide en que la formación que fundó Rivera puede dejar de existir. Si todavía existe en algún punto del mapa.

Este resumen de la situación, que de ninguna manera puede considerarse inamovible porque las elecciones las carga el diablo y los sondeos no siempre aciertan al 100 por 100, provoca un estado de ánimo en la clase política cercano al estrés agudo, casi al infarto. La aritmética se hace tan complicada que la opinión más generalizada es que una vez iniciadas las negociaciones para formar Gobierno –que empezarán después de las europeas del 9 de junio para no afectar a la campaña y a su resultado– podría producirse un bloqueo que obligaría a celebrar unos segundos comicios catalanes en agosto.

La partida se juega entre tres partidos: PSC, Junts y ERC. Estos dos últimos, independentistas, sostienen a Sánchez en La Moncloa, lo que hay que tener muy en cuenta a la hora de hacer un pronóstico de futuro. El socialista, que no ganó las elecciones del 23 de julio y se encuentra en una situación de máxima precariedad en el Congreso, podría perder el Ejecutivo si no contara con los apoyos de Junts o de ERC, ante la imposibilidad de conseguir las mayorías necesarias para legislar.

Puigdemont, que nunca se ha mordido la lengua y además disfruta humillando a Sánchez, al que ha obligado a pasar por el aro, por su aro, desde el otro lado de la frontera, desde Francia, ha lanzado al jefe del Ejecutivo un mensaje muy claro: si no le permite ser president hará que caiga. Sabe Sánchez que, si los números le encajan, lo hará sin ningún género de duda.

Sánchez y Feijóo, en entredicho

La mayoría absoluta es de 68 parlamentarios, y todos los sondeos dicen lo mismo: Illa ganará con cerca de 40 escaños o sobrepasando esa cifra en uno o dos, pero se vería obligado a sumar a Junts, o a ERC, o a los dos. En estos momentos la rivalidad entre Junts y ERC es total, por tanto no sería fácil contar con los apoyos de ambos en caso de necesitarlos... pero sin embargo se da por descontado que, de sumar más todos los independentistas –Junts, ERC, la CUP y Aliança Catalana, un nuevo partido independentista y de ultraderecha– el próximo presidente de la Generalitat sería un secesionista, con toda seguridad Puigdemont, por ser el más votado pese a que ERC afirma que ha recuperado terreno. Es en esa situación, que podría producirse, es en la que confía Puigdemont para recuperar el cargo de president. Y si Sánchez se cruzase en su camino para impedirlo... es cuando el tránsfuga, que tendría que ser detenido si cruza la frontera, utilizaría toda su artillería para obligar a Sánchez a permitir la coalición que le llevaría al Palau de la Generalitat. Porque, de no hacerlo, el socialista perdería los siete votos de Junts en el Congreso, indispensables para gobernar sin sobresaltos. Incluso sin sobresaltos, tendría muy difícil gobernar si esos siete votos los tuviera permanentemente en contra impidiendo la aprobación de las leyes elaboradas por el Ejecutivo.

Además del futuro de Puigdemont y Sánchez, que se podría decidir hoy, también Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal se juegan mucho en esa fecha.

El primero empieza a ser cuestionado, se visualizan ya los fallos de su equipo y la lista europea no ha provocado entusiasmo. Tras la apoteosis gallega, en las vascas no tuvo mal resultado pero tampoco bueno, más bajo del que se esperaba, y además sus dudas respecto al candidato catalán provocaron inquietud porque se echaba el tiempo encima y no confirmaba a Alejandro Fernández, que puede tener sus errores, pero contaba con el respaldo muy masivo del PP catalán.

Feijóo se ha volcado en la campaña, al igual que otros dirigentes del PP, con especial protagonismo y gancho de Ayuso. Si se cumple lo que anuncian los sondeos, llegar a los 12 escaños sería un éxito importante. Pero lo enturbia que Vox sigue fuerte, lo que se interpreta como que hay un hueco en la derecha que se resiste a considerar a Feijóo como el dirigente que los representa. El líder del PP ha tomado buena nota y en los últimos días ha cambiado su discurso para hacer una apuesta firme por la seguridad, incidiendo en el rechazo a la inmigración ilegal. Discurso que la izquierda se ha apresurado a identificar con el de Vox. El resultado de ese discurso se conocerá hoy, pero inicialmente parece una apuesta de riesgo, por muchas matizaciones que haya hecho Feijóo. Para él, un resultado que no fuera quedar nítidamente por encima de Vox sería una pésima noticia.

Un escenario endiablado

Hoy por tanto no sólo se decide quién va a ser presidente del Govern y qué política se aplicará en Cataluña a partir de ahora, sino que el 12-M tiene una componente nacional importante. El peso de Sánchez ha recibido un golpe serio con una sucesión de hechos que han hecho mella en su figura. Los cinco días de reflexión han estado tan pésimamente gestionados que finalmente gran parte de los socialistas lo han visto como una maniobra teatral para mayor gloria de su esposa. Un personaje que a pesar de los esfuerzos de Sánchez por presentarla como figura impecable, no cuenta con excesivas simpatías y se considera que ha hecho mucho daño al presidente y al PSOE. No han sido convincentes las explicaciones sobre sus aventuras profesionales y empresariales. Si a eso se suma el empeño de Sánchez de reconocer el Estado palestino en el momento menos oportuno, en contra de la política de la UE y en plena campaña catalana, más el cambio de posición sobre la opa del BBVA sobre el Sabadell, primero con el apoyo pleno del Gobierno para posicionarse en contra 24 horas más tarde, a lo que se suma la declaración del Banco Central Europeo a favor, la imagen de Sánchez ha caído en picado.

Se ha asentado además la idea de que es un presidente de salida. No se sabe cuándo, pero de salida. Hasta el punto de que se han advertido ya algunos codazos quienes buscan buen sitio para cuando se plantee una sucesión.

Habrá un antes y un después del 12-M, fecha complicada para el presidente. Si Puigdemont logra regresar al despacho presidencial, los constitucionalistas harán responsables a Sánchez de esa fotografía de vergüenza, un prófugo gobernando a los catalanes; pero si no gobierna Puigdemont sería Sánchez el que podría perder la silla. Un escenario endiablado.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios