Fernando Vergel: “Hasta el peor de los asesinos tiene derecho a una defensa justa”

Fernando Vergel | Decano del Colegio de Abogados de Huelva

En abril sustituyó a Domínguez y fue refrendado en las elecciones de diciembre

Ha renovado los Estatutos para que sean más inclusivos y para que “entre savia nueva”

Avanza que no presentará candidatura dentro de cuatro años

Fernando Vergel en un momento de la entrevista.
Fernando Vergel en un momento de la entrevista. / Alberto Domínguez
Raquel Rendón

16 de febrero 2020 - 07:41

Huelva/Reírse de uno mismo es señal de elevada inteligencia. Fernando Vergel utiliza este recurso constantemente, haciendo gala de un generoso buen humor. "Si me echo para atrás no me llegan los pies al suelo", bromea con el fotógrafo. Es locuaz, cercano y directo, sin pelos en la lengua.

–¿Por qué eligió dedicarse a la abogacía?

–Lo tenía muy claro desde un principio. Con 12 ó 13 años quería defender a la gente. Veía a Ricardo Terrades, que fue decano del Colegio, en el bar Onuba sentado todos los días y era muy venerable para mí. Mi padre, en ese deseo de para mí lo mejor, me decía que tenía que entrar en la elite social de Huelva, ser socio del Círculo Mercantil, del Casino, del campo de golf… Yo le decía creo que estás equivocado. Aquí hay que trabajar, trabajar y trabajar.

–¿Cuántos asuntos ha podido llevar en su trayectoria?

–He pasado de los 10.000. Son 54 años de ejercicio. Hay poco de ciencia y mucho de experiencia. Esta es la insignia de oro del Colegio a los 50 años, la de la supervivencia. La toga produce muchos disgustos. Mi mujer, que en paz descanse, me decía que tenía una amante (la profesión) con la que no podía competir.

–¿Qué juicios le han marcado más?

–Por lo interesante, lo apasionante y los resultados, el de la secta de Mazagón de finales de los 90. Éramos en total 11 ó 12 abogados, incluida la elite de Madrid. Yo representaba a una persona que estaba totalmente abducida, un arquitecto. Me costó sacarle la verdad tres meses. Fue bonito porque, de lo poco que se puede inventar en el mundo del Derecho, saqué un informe en el que alegaba la obediencia debida y el miedo insuperable como eximentes. Me los llegaron a estimar en primera instancia, luego cambiaron algo en el Supremo. A mi cliente lo condenaron por falsedad en documento oficial por unas recetas. Hubo una muerte. Todos tenían título universitario menos el personaje que los tenía abducidos, apodado El Gran Águila.

Fernando Vergel

"Mi mujer, que en paz descanse, me decía que tenía una amante (la profesión) con la que no podía competir”

–¿Algún asunto más reciente?

–Fue muy gratificante cuando defendí al presidente de la Diputación de Huelva, José Cejudo, y a otro diputado que era el cartero de Zalamea. No tengo adscripción política ninguna. He defendido a alcaldes del Partido Comunista, del PSOE o de Alianza Popular. Me quedan los nuevos, que todavía no han podido incurrir en ningún tipo delictivo (risas).

–Hablando de presidentes de la Diputación, Ignacio Caraballo permanece imputado en el caso Aljaraque.

–Caraballo, en mi opinión, no va a ser condenado porque no hay el menor indicio probatorio. Creo que no se sentará en el banquillo pero, si lo hace, lo absolverán por falta de pruebas.

–El archivo con las grabaciones es clave y está dañado.

–Sin un elemento probatorio como ese es poco menos que especulativo tratar de solicitar una condena. No sé el Ministerio Fiscal en qué postura está en este asunto, pero me figuro que no estará por la labor de pedir la condena.

–Habla en pasado para decir que ha sido aficionado del Decano. ¿Ya no?

–Lo sigo a través de la prensa, pero tengo que decir con tristeza que el fútbol ha cambiado mucho para peor. Solo imperan el dinero y los negocios. No soporto el frío del estadio ni el aburrimiento generalizado que producen los equipos cuando la táctica es la de salir a no perder en vez de a ganar.

Vergel, en su despacho del Colegio de Abogados.
Vergel, en su despacho del Colegio de Abogados. / Alberto Domínguez

–¿Qué le parecen las inyecciones de dinero público al Recre?

–Estoy totalmente en contra y se lo he dicho al alcalde, aunque quizás es la única solución. Gabriel siempre me dice que si no salimos al paso, el Recreativo se acaba y también su Decanato. Pero yo creo que el Decanato no hay quien se lo quite. Y si tiene que desaparecer para volver a renacer, ¿por qué no? El Recreativo tiene una infraestructura muy cara, impropia de un equipo de 2ª B. Es inviable. Luego también ha tenido la mala suerte de que han venido personas que no lo amaban. En mi opinión el Recre se tiene que refundacionar.

–Siguiendo con la actualidad, la Audiencia Nacional ha sentenciado que el Estado tiene que indemnizar a los Cortés por los errores judiciales en el caso Mari Luz. ¿Qué opina?

–Creo que la indemnización, su importe, es indignante. Valorar el daño en 60.000 euros es indignante. Mejor negarle el derecho que infamarlo de esta forma. Pero ya estamos acostumbrados a que los daños morales se valoren a tan bajo precio. Por ejemplo, las indemnizaciones que fijan para personas que han estado en prisión que luego resultan absueltas son limosnas que, desde luego, no reparan sino que acrecientan el daño moral.

–Ha relevado a Juan José Domínguez como cabeza visible del Colegio de Abogados.

–Siempre he dicho que es un personaje irrepetible. Tratar de imitarlo es tener todas las papeletas para caer en el más espantoso de los ridículos. Es un magnífico letrado, con una capacidad de improvisación y una memoria prodigiosa que es sobrenatural. Yo he sido un fiel servidor de un hidalgo señor y no me arrepiento de ello.

–Dice que hoy la vocación escasea.

–Hay abogados vocacionales pero no son todos. El trabajo es digno, mal remunerado, con pocas satisfacciones. Cuando se gana un asunto, el cliente siempre dice que llevaba razón; cuando se pierde, la culpa es del abogado. Como decía en un decálogo un antiguo abogado urguayo, el letrado tiene que olvidar lo bueno y lo malo, porque lo bueno se digiere pronto y lo malo no se olvida nunca. Eso afecta a nuestra salud. No somos héroes. A veces estamos convencidos de la inocencia o la razón de nuestro defendido, otras tenemos que responder a la pregunta clásica de cómo es posible que un abogado defienda a un criminal confeso.

–¿Y usted qué responde?

–Siempre digo lo mismo: si no hubiera un buen abogado que lo defendiera incluso para aminorar la pena que le puedan imponer, volveríamos a la Edad Media y entonces sería justicia popular, un linchamiento. Creo que el peor de los asesinos, el peor de los violadores, tiene derecho a una defensa justa y solamente se la puede dar un abogado.

El decano de los letrados onubenses, durante la conversación.
El decano de los letrados onubenses, durante la conversación. / Alberto Domínguez

–Para eso hay que estar hecho de una pasta especial.

–Precisamente esa es la mayor gloria que tienen los abogados de oficio. He asistido de oficio cosas horrorosas y que no se me olvidan. También es verdad que la libertad que tiene el abogado de elegir al cliente te permite renunciar. Yo solo he llevado temas de narcotráfico cuando he sido designado de oficio. No por conciencia sino por miedo. Conozco casos de abogados asesinados. Y de muchos amenazados.

–¿Lo han amenazado alguna vez?

–Muchas. En Isla Cristina una vez defendí a un conductor de un vehículo que en la travesía de Lepe atropelló a un burro y a una persona que falleció. Terminó el juicio a las 12:00 y no pude salir hasta las 17:00 del antiguo juzgado de distrito. Me estaban esperando fuera. También he sido denunciado. Pero parece que el que no tenga una denuncia no es abogado (risas).

Fernando Vergel

"Ignacio Caraballo, en mi opinión, no va a ser condenado porque no hay el menor indicio probatorio”

–¿En el Colegio se abordan muchas quejas contra letrados?

–Yo ahora tengo el papel de mediador. Muchas de ellas tienen relación con la justicia gratuita, porque el justiciable tiende a desconfiar del abogado que le toca, y en este caso no están justificadas. Muchos nos dejamos la piel, con noches sin dormir a sabiendas de que nos van a pagar una miseria y tarde. Eso sí se llama vocación. La Administración, en este caso la Junta de Andalucía, se aprovecha de esta vocación. La Ley de Asistencia Jurídica Gratuita se tiene que reformar.

–¿En qué sentido?

–Hay mucha picaresca, gente que abusa con casos insólitos como poniendo una querella contra el Rey. Tenemos derecho a defender la insostenibilidad de la defensa y el justiciable se enfada. Y muchas veces se emplea la justicia gratuita como táctica dilatoria. Es decir, piden abogado de oficio sabiendo que no se lo van a conceder y se inventan hasta domicilios para que no los encuentren. Entre recursos y no recursos consiguen tiempo para preparar la defensa con un abogado de pago.

–Ahora tienen que lidiar con las ofertas publicitarias de servicios jurídicos a precios de saldo.

–Hacen publicidad engañosa y competencia desleal. Somos muchos. Unos decidimos trabajar de forma honrada y otros no. Salir ofertando un divorcio a 150 euros creo que no atrae a nadie. Si yo fuera cliente, no se me ocurriría ir a ese despacho. Lo mismo que el abogado que dice: "No te preocupes que este asunto está ganado". El día que vayas a un despacho donde te aseguren que vas a ganar el asunto, lo que tienes que hacer es salir corriendo.

Fernando Vergel posa para Huelva Información.
Fernando Vergel posa para Huelva Información. / Alberto Domínguez

–En el Colegio se registra un retroceso de colegiados.

–Somos 1.040 ejercientes y unos 500 no ejercientes. De los que sí, hay 647 adscritos al turno de oficio. Estamos consiguiendo la paridad. Hemos aprobado los nuevos Estatutos del Colegio de Abogados de Huelva, que están solo pendientes de publicarse en el BOJA, donde se utiliza el lenguaje inclusivo pero lo justo. También hemos limitado el mandato de la junta de gobierno a cuatro años y solamente se puede repetir una vez. Creo que el colegio se tiene que renovar, entrar savia nueva.

–Y usted, ¿repetirá para la próxima?

–Llevo demasiado tiempo y creo que no voy a repetir. El mes que viene tomará posesión la nueva junta, donde por primera vez hay tres mujeres, que también hacen falta en esta mesa. Algún día llegará a haber una decana.

–¿Dónde incidirá más para que mejoren las condiciones de los colegiados en este mandato?

–Fundamentalmente en el turno oficio. Estamos desarrollando una labor impagable desde el punto de vista de la rentabilidad del servicio. De hecho, los compañeros del turno especializado de violencia de género no están cobrando nada, porque las guardias que nos asignan no llegan para cubrir esos servicios y nosotros los prestamos. De los 647 del turno, 282 están en el de violencia de género: 138 mujeres y 144 hombres.

Fernando Vergel

"El día que vayas a un despacho donde te aseguren que vas a ganar, lo que tienes que hacer es salir corriendo”

–¿Qué más asuntos tiene en cartera su junta de gobierno?

–La conciliación familiar es fundamental. Y que las vacaciones sean vacaciones, no días inhábiles. Porque en domingo o en agosto recibimos notificaciones por Lexnet. Pretendemos que haya una mayor flexibilidad en la suspensión de juicios y respetar los embarazos y las lactancias. Mi nuera estuvo en un juicio dos días antes del parto, lo cual me parece una monstruosidad. También vamos a luchar por una continua formación.

–¿Cómo van los cobros del turno de oficio?

–Relativamente bien. Pero se sigue cobrando mal. Un día de guardia entero son 140 euros. Sale a cinco euros la hora. Ponemos nuestro coche, la gasolina y nuestro seguro particular. Mi asistenta, con toda la dignidad del trabajo que ella desarrolla, cobra más. La Junta siempre nos dice que no hay dinero. Y hay quien quiere externalizar el turno, componentes de asociaciones que quieren ser funcionarios. Yo digo que esa sería la muerte de la abogacía porque perderíamos nuestro mayor tesoro: la independencia.

El decano de los abogados gesticula en un instante de la entrevista.
El decano de los abogados gesticula en un instante de la entrevista. / Alberto Domínguez

–Le invito a hacer una radiografía de los tribunales onubenses.

–Ayamonte y La Palma son los partidos judiciales que están peor. También están mal Valverde o Moguer. Ayamonte no tiene solución.

–¿Por qué motivos?

–Por varios. La falta de estabilidad de los jueces, aunque ahora está mejor, la constante movilidad de los funcionarios. Y un tema que le puede sentar mal a alguien, pero es que los interinos tienen que saber algo de Justicia. Un interino que preste servicio en cualquier otro órgano administrativo lo puede hacer más o menos bien. Aquí si no sabe lo fundamental, no puede.

–Antes se daban unos cursos formativos.

–Ya no. Pero vamos, Ayamonte solo tiene una solución: dividir las jurisdicciones en civil y penal. No hay otra. Pones ocho juzgados y será igual. La jurisdicción mixta es una antigualla que debería haber desaparecido hace años.

–¿Cómo está Huelva?

–La Audiencia y los órganos de Primera Instancia funcionan bien, con la excepción de los de cláusulas suelo. Ahora viene otra andanada con el IRPH. Algunos juicios se están señalando ya para 2022 y los jueces no dan abasto. Están luchando mucho y sabemos de su impotencia. Otro tema grave es el Juzgado de lo Mercantil, que tenía una jueza de apoyo y se la han quitado para trasladarla al Primera Instancia 6 Bis de cláusulas, cuando se avecina un incremento de concursos. La entrada en funcionamiento del Primera Instancia 9 en junio, que será el Familia 2, es posible que atenúe aquí la acumulación de asuntos.

–Luego tenemos los juzgados de lo Social.

–También están señalando los juicios para 2022. Muchas veces se señalan los juicios para cada cinco minutos. En parte aquí sí le echo la culpa a los jueces porque no se puede señalar así. Que pongan más días para celebrar.

–¿Qué puede solucionar la Ciudad de la Justicia de este caos?

–Mucho. La dispersión de órganos es lamentable. Aunaría los juzgados, tendría aparcamientos. Y si algún día se ponen en marcha los juzgados de Instancia pues sería maravilloso. Pero me temo que no los voy a conocer. Ni a la Ciudad de la Justicia tampoco.

La vocación del letrado de familia humilde

Nací en el año 1941 en la calle Palacio de Huelva y en el seno de una familia humilde. “Mi padre hacía seguros por los pueblos”. Estudió con becas en el colegio San Casiano, en Los Maristas y en “el instituto”. De allí se marchó a la Universidad de Sevilla para hacer Derecho “por pura vocación”. El último curso de la licenciatura lo hizo en Granada.

“No soy de clase alta y me dediqué a todo lo que salía, desde vender pisos a cobrar letras por las calles; iba a Punta Umbría a cobrar en la canoa porque tampoco había coche y a los primeros juicios fui en Damas. Así empecé”. Durante 19 años ha sido vicedecano del Colegio de de Abogados de Huelva, siempre al lado de Juan José Domínguez, del que recogió el testigo el año pasado.

Durante su dilatada trayectoria ha prestado servicios al Colegio de Arquitectos de Huelva “34 años consecutivos y fui 17 años jefe de la asesoría jurídica de la Cámara de la Propiedad Urbana, hasta que se disolvió”. Habla en pasado para referirse a su afición por el fútbol, el Recre o el cine. “Ya no tengo tiempo”. También hay un punto de desencanto, confiesa. Juega al ajedrez y es devoto de la Semana Santa de Huelva, de la que fue pregonero en 2010. “He sido de todo menos miembro de una junta de gobierno”. Tiene tres hijos y tres nietos, por los que siente verdadera pasión.

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