Gente de aquí y allá: César Morales Cuesta, arquitecto muy detallista y gran persona
Hizo prácticas con José Pablo Vázquez, con el que estuvo unos ocho años, y luego montó su propio estudio, donde continúa actualmente y no le falta nunca el trabajo, a pesar de la crisis que sufrió su profesión
Gente de aquí y allá: Alejandra Olaya Ponzone, puntaumbrieña y marquesa de TorreCampo
Huelva/En la bonita e importante ciudad cántabra de Torrelavega nace el amigo César en el año 1971 y, para suerte de los onubenses y de los que luego íbamos a ser sus amigos, cuando solo contaba con 2 años se viene a vivir a Huelva, ya que su padre, que trabajaba en una empresa de mantenimiento, es destinado a trabajar en nuestro polígono industrial situado a orillas del río Odiel.
César es el menor de tres hermanos, todos varones, con la desdicha del fallecimiento de su padre, que ocurrió cuando todavía era muy joven, porque solo tenía 47 años. Su madre se queda sola con tres hijos, a los que saca hacia adelante con gran esfuerzo. De pequeño aprende sus primeras letras en el Colegio del Sagrado Corazón, situado en la zona de las Adoratrices. César era muy listo y aplicado desde pequeño y estudió siempre con becas, hasta el final de su carrera universitaria.
El bachiller lo cursó en el Instituto Diego de Guzmán, más conocido como “el Femenino”, donde le impartió clases de Matemáticas mi primo Paulino Ruiz de Clavijo, natural de Moguer; mi buena amiga Carmen Puente, de Lengua y Literatura; y el gran artista y mejor amigo Juan Carlos Castro Crespo, que le dio clases de Dibujo, y del que guarda muy buen recuerdo y al que ya le manifestó su intención de estudiar Arquitectura, ilusión que tenía César desde que cumplió los 7 años.
Ya en el instituto conoció a la chica de su vida, con la que más tarde se casaría, Maribel Marín, que más tarde se fue a Sevilla a estudiar Farmacia y él también a estudiar Arquitectura. Muchas veces, al referirme a la mujer de algún entrevistado, digo su encantadora esposa. Y lo digo de corazón, porque es verdad. Si no, no lo diría. Pero, concretamente en este caso, lo escribiría con letras mayúsculas, porque Maribel es una mujer simpática, agradable, guapa y llena de encanto.
Tienen una hija a la que se le dan muy bien los idiomas y la Música, siendo una virtuosa de ese instrumento tan difícil de tocar como es la viola. Tanto es así, que con solo 13 años ya toca en la Orquesta Joven Internacional de Sevilla. La chica apunta buenas maneras porque, a parte de lo bien que se le da, le gusta mucho, igual que a su padre que le gusta la música tanto, que se ha recorrido sin exagerar, miles de kilómetros por todo el mundo para estar en los conciertos de los mejores músicos de jazz existentes en todo el planeta y está muy orgulloso de tener una magnífica colección de discos de música clásica y de jazz.
A César lo conocí recién terminada su carrera de arquitecto. Bueno, mejor dicho, aún no había terminado, pero empezó a hacer prácticas con el gran arquitecto y gran persona José Pablo Vázquez Hierro, quien fue el decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Huelva y al que muchos conocían como “el arquitecto de la pipa”. A José Pablo, a quien le dediqué también unas letras, yo le llamaba “el arquitecto del diseño”. Y, posiblemente, de ahí que César cuide tanto el detalle en su forma de hacer Arquitectura.
Yo recuerdo que un día mi sobrina María Jesús López Barranco, a la que todos cariñosamente llamamos “Queca”, me dijo que quería hacer prácticas con un buen arquitecto cuando ella estaba a punto de terminar su carrera. Entonces hablé con mi buen amigo César y, sin dudarlo, dijo que encantado. Y nada más empezar, ella quedó maravillada del estilo y de lo cuidadoso que era hasta del último detalle, hasta de un simple pasamanos de una escalera. Era tan cuidadoso y ella tomaba muy buena nota de esas curiosidades para llegar a ser hoy la gran arquitecta y lo perfeccionista que es en todos sus proyectos.
César Morales Cuesta estuvo con José Pablo unos ocho años y luego montó su propio estudio, donde continúa actualmente y no le falta nunca el trabajo, a pesar de la crisis que sufrió su profesión. Pero es que él nunca defraudó a su clientela porque siempre ha sido muy serio y cumplidor con su trabajo. A él le gustaría poder estar agradeciéndole siempre a José Pablo, todo lo que le enseñó y lo que hizo por él, pero se fue de esta vida, antes de lo que le correspondía, pero seguro que Brigitte su esposa y sus hijas le agradecerán el cariño que le sigue teniendo a quien fue su maestro
Además de César, también pasaron por el estudio de José Pablo, entre otros, los extraordinarios arquitectos Tita Jiménez Guijarro y Alberto González Calviño, con los que tengo muy buena amistad y gran cariño, ya que sus padres siempre fueron muy buenos amigos míos.
Con César y su mujer, repito, “más que encantadora”, cada vez que nos vemos nos fundimos en un fuerte abrazo, ya que nos tenemos un cariño mutuo y sincero.
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